Muchas están prescritas y son obligatorias de administrar, sin embargo, las vacunas también están siendo cuestionadas en cuanto a su utilidad, así como sus beneficios poniéndose en duda, gracias al movimiento antivacunas, que cada vez se está haciendo escuchar más.
Si bien no hay razones para que cunda el pánico ni para comenzar a sobrevacunar a la población de forma generalizada, es importante desmitificar algunas creencias preestablecidas, al igual que lo es advertir sobre qué potenciales peligros yacen al administrarse algunas de estas inyecciones.
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6 peligros de las vacunas infantiles y adultas
Los más pequeños son un grupo de riesgo que necesita ser vacunado contra algunas enfermedades contagiosas que todavía no han sido erradicadas, aunque distan de ser mortales.
Sin embargo, muchos padres inexpertos (y un tanto hipocondriacos, por qué no decirlo), consideran que las vacunas son la respuesta ante cualquier manifestación de malestar que sufran los infantes, especialmente durante sus primeros meses o años de vida.
En relación a esto, conviene resaltar que no hay que vacunar nunca a un niño pequeño si contrae una gripe o resfriado estacional, tampoco en caso de que tenga fiebre alta, alergias o inmunodeficiencias. Para cualquiera de estos casos, los tratamientos requeridos son otros.
Igualmente, veamos qué peligros conllevan las vacunas en la población adulta, ya que algunos son de extrema gravedad, aunque por supuesto, a gran escala, mantener a la población vacunada siempre es mejor que estar sin vacunas.
1. Efecto placebo
No es raro encontrar con que, desde los medios, se avisa a toda la población de la importancia de vacunar a niños y mayores cuando se acerca la “época de la gripe”, resaltando las bondades de esta inyección. No obstante, parece ser que sus efectos son equiparables a los del placebo.
Si bien el efecto placebo no es peligroso per se, sí que lo es la idea de base, ya que se trata de una medida de control de la población: basta con difundir la idea de que es vital vacunarse contra determinada enfermedad y advertir de los riesgos de no hacerlo, para que el público acuda en masa a los hospitales con tal de inmunizarse.
Así pues, las víctimas potenciales en este caso, serían tanto niños como mayores.
2. Aumento de casos de narcolepsia
La que se denominó “gripe A” hizo que se activaran las alarmas de todo el globo y se creasen numerosos protocolos de vacunación para prevenirse contra esta letal pandemia que se encontraba en la carne de algunas aves aptas para el consumo humano.
La vacuna desarrollada para combatir la gripe A se desarrolló y puso en el mercado en tiempo récord, sin apenas estudiarse sus potenciales efectos secundarios. Años más tarde, se dispararon los casos de narcolepsia en niños y adolescentes que habían recibido la dosis contra la enfermedad.
Aunque no es ni mucho menos letal, sí que se trata de una patología del sueño muy incapacitante, pues además es crónica, con lo que se padecerá toda la vida.
Esta noticia sobre los casos de narcolepsia tuvieron una fuerte repercusión en los 12 países en los que sucedió.
3. Riesgos de la vacuna contra el virus del papiloma humano
Administrada en dos momentos diferentes a niñas, primero entre los 9-11 años y después, entre los 13 o 14; se está discutiendo mucho actualmente acerca de la efectividad de esta vacuna infantil.
Si bien se ha vendido como un método infalible para prevenir el cáncer de cuello de útero en la edad adulta, no hay que dejar de considerar que no se conocerá cuál su efectividad real hasta de aquí dos décadas (cuando se analicen los casos de cáncer de cuello diagnosticados a las muchachas que en su día recibieron la vacuna).
Existe una alternativa a la administración de la vacuna: basta con una simple citología vaginal para confirmar si existe el problema. La citología vaginal es un proceso sencillo que consiste en raspar la abertura del cuello del útero (la parte situada a menos profundidad de esta cavidad) y que tiene un coste menor para la paciente.
Los detractores de esta vacuna alegan que, con la excusa de una administración masiva, se está generando un miedo innecesario a través de una brutal campaña de marketing con la única justificación de imponerla y sacar rédito de ello.
4. Muerte del bebé
Aunque no se trata de una relación causal fuerte, existen casos de muertes de bebés tras haber recibido la vacuna triple vírica, que previene contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola.
Según parece, estos infantes estaban aquejados de un sistema inmune debilitado o defectuoso, desarrollaron una encefalitis (la inflamación del encéfalo causada por un virus, que puede acabar repercutiendo a las zonas aledañas, como las meninges, el cerebro o la médula espinal) y murieron.
Por ello, es importante proporcionar información precisa a los padres acerca de los riesgos que acarrea el no vacunar a los más pequeños, de la utilidad práctica de hacerlo y de posibles reacciones adversas de las vacunas infantiles. De la misma forma, los responsables de la seguridad ciudadana en asuntos concernientes a la sanidad deben evitar que este tipo de accidentes se repitan.
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5. Desconocimiento de las reacciones adversas
En este caso, nos encontramos con un peligro de las vacunas tanto para infantes, como para mayores. Se trata de la desinformación en asuntos sanitarios, en los que está en jaque las salud de muchas personas. Si bien sería injusto obviar que no siempre las vacunas dan reacciones adversas, no es menos verdad que cuando ocurren, pueden tener consecuencias desastrosas para la persona.
Es terrible que, cuando muere un ser querido, las autoridades sanitarias, que deberían hacerse cargo y responsabilizarse por los sucedido (para prevenir que no vuelva a suceder algo similar en el futuro), no se preocupen por enmendar su error ni en mostrar apoyo a las familias, causando un dolor terrible por culpa de una negligencia.
6. Efectos secundarios negativos
Si bien es infrecuente (1 persona entre 1000-10.000 dosis), existe la probabilidad de desarrollar alguna patología médica asociada a la administración de una vacuna: parálisis, meningoencefalitis (que puede causar la muerte), epilepsia, autismo, TDAh, alergias respiratorias, digestivas y de la piel.
En niños, hemos visto que algunas patologías que afectan al cerebro (encefalitis, meningoencefalitis o mielitis), pueden desencadenar en graves trastornos del desarrollo o ser mortales. Igualmente, algunos adultos corren peligro de sufrir síntomas crónicos debidos a una mala prevención.
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