El ombligo es una de esas partes del cuerpo que más desapercibida captan, a no ser que tenga una forma peculiar que se aleje del típico aspecto de orificio. Sin embargo, más allá de simples miradas curiosas, no le solemos prestar demasiada atención, a no ser que sea a la hora de asearnos y de quitarnos la suciedad que se acumula en nuestra superficie.
Si bien es una cicatriz que se genera al nacer, cada ombligo es de aspecto único; nunca encontraremos dos que sean exactos. Además de ser un indicador sobre la salud de las personas, ahora sabemos que también pueden revelar una gran cantidad de datos sobre la personalidad y nivel de agradabilidad percibido.
El ombligo es la cicatriz que da fe de la unión de cómo, durante el periodo de gestación en el vientre de la madre, los seres humanos estamos unidos a ella. Gracias al tubo conocido como “cordón umbilical”, el feto recibe el aporte de nutrientes y oxígeno necesarios para su desarrollo, ya que no puede hacerlo de forma autónoma.
Tras dar a luz, el bebé sigue unido a la madre, por lo que se corta este nexo con ella al que ha estado unido durante todo el embarazo, dejando una señal en el abdomen que dará lugar al mencionado “botón”, si bien al comienzo quedan restos de tejido del tubo que acabarán por desprenderse.
El cordón umbilical se corta cuando el recién nacido comienza a llorar, lo que da prueba de que sus pulmones funcionan, que puede respirar sin dificultad y que su organismo funciona con normalidad. De esta forma, el cordón umbilical pierde su función, por ello se extirpa.
En función de cómo sea la forma que tenga un ombligo, aumentarán las probabilidades de que esa persona sufra cierto tipo de patología.
Aunque no suelen abundar, los ombligos salientes no son nada fuera de lo normal. Ahora bien, si sobresale en extremo (más de lo que en un principio debería), puede significar riesgo a padecer una hernia por haber hecho el sobreesfuerzo de cargar con algo de demasiado peso.
Parece mentira, pero las personas con ombligo en forma de pequeña protuberancia son más propensas a tener gripe.
Esta es la forma que generalmente más suelen tomar los ombligos cuando la herida se cauteriza. Se dice que las personas con el ombligo hacia dentro pueden tener problemas con su peso corporal, además de tendencia a contraer la gripe, característica compartida con las personas de ombligo un poco sobresalido.
Existe una correlación entre este tipo de ombligos y el padecer dolores musculares con jaquecas. Igualmente, la estructura ósea de estas personas está algo más debilitada de lo normal.
A pesar de su forma armoniosa, que le da a esta parte del cuerpo una apariencia algo más bella, el ombligo en forma de “u” no augura nada bueno para la salud de la persona, pues indicaría riesgo de padecer problemas de piel y riñón.
Pero, además de ser un buen predictor sobre el estado de salud, los ombligos repercuten en la personalidad de los seres humanos. Cuidado, porque como en todo, hay excepciones a la regla y las afirmaciones que se incluyen a continuación podrían no siempre cumplirse al completo.
Si tu ombligo es redondeado y profundo, significa que, en general, eres alguien optimista que mira siempre el lado positivo de todo. Ahora bien, parece que no eres todo lo fuerte que pudieras llegar a ser.
En el plano social, estas personas suelen ser buenas comunicándose con los demás, ya sean familiares o amigos, lo que hace fácil que no tengan problemas a la hora de recibir ayuda si la necesitan.
La buena fortuna sonríe a quienes gozan de un ombligo grande y hondo: sabiduría, generosidad y buenos gestionadores. De pequeños, tal vez tuvieran una infancia difícil, pero probablemente les espere una vida adulta de éxitos.
Un ombligo no muy hundido hacia adentro tiene que ver con personalidades dadas a la debilidad y negatividad. No es raro que exista también incapacidad para terminar ciertas tareas, hecho que puede acarrear que, ante las adversidades, se recurra al abandono como vía de escape.
El principal rasgo que caracteriza a las personas con ombligos saltones es la terquedad. Además de eso, gustan de ser el centro de la atención de los demás; sin embargo, cuidado, porque corren el riesgo de ser utilizados por terceras personas debido a su complacencia. No hay que convertirse en la marioneta de nadie.
Generalmente se ha asociado un ombligo hacia arriba con gentes de carácter alegre, dadas a interactuar con los demás y deseosas de lograr el mayor número de éxitos en la vida. Una predicción bastante optimista.
En la cara opuesta, encontramos a aquellos a los que les falta la energía y motivación suficientes para finalizar aquello que les demanda más recursos de los que disponen.
Tener el ombligo de esta forma suele coincidir con personalidades un poco neuróticas y preocupadas. A estas personas no es raro que se les escapen oportunidades de las manos por no estar centradas en lo que toca.
Suspicaces, a menudo hipervigilantes ante cualquier mínima señal de traición y de voluntad tan férrea como difícil de modificar, así son quienes tienen un ombligo amplio.
Tenemos malas noticias: este tipo de ombligo se vincula a fracasos amorosos. Así que, cuando toque escoger pareja o amante, no estaría de más echar un vistazo a esta cicatriz para que nos revele si nos conviene o no.
Acabamos con buenas noticias, como no podía ser menos: independientemente del sexo que sea, en términos económicos, de salud y familiares todo marcha perfectamente.