Crítica de la temporada 3 de 'Stranger Things'.

Crítica: La temporada 3 de ‘Stranger Things’ repite fórmula, y funciona

'Stranger Things' no es más, pero sí mejor.

 

Stranger Things’ apareció en el momento y el lugar apropiados, pero llegado a este punto era necesario darle algo más y/o mejor a la audiencia. Además, sigue flotando en el ambiente la decepción (no la mía) con ‘Juego de Tronos’, que nos recuerda constantemente como una serie amada por todos puede convertirse, en cuestión de días, en objeto del odio más profundo.

¿Otra vez el Azotamentes? ¿Los mismos clichés ochenteros? Matt y Ross Duffer han disipado cualquier atisbo de duda sin ofrecer algo más, pero sí mejor. Os contamos por qué en ‘Stranger Things 3’ todo ha vuelto a funcionar como un reloj suizo, por suerte para Netflix.

El ritmo es el protagonista

Más allá de la nostalgia que vuelve a desprender la serie, el punto fuerte de ‘Stranger Things 3’ es el ritmo narrativo. Estamos ante una ficción que logra mantenernos alerta durante todo el capítulo, algo que ya sabíamos, pero en esta tercera entrega los hermanos Duffer van un paso más allá al presentarnos cuatro arcos argumentales paralelos que se unen en un clímax de infarto.

Crítica de la temporada 3 de 'Stranger Things'.
Crítica de la temporada 3 de 'Stranger Things'. | Netflix.

 

Es difícil construir cuatro tramas y que ninguna de ellas pierda el ritmo, y para ello utilizan recursos fáciles pero efectivos. Véase persecuciones al estilo ‘Terminator’, pequeños gags cómicos y escenas de acción respaldadas por un presupuesto sin límites que ridiculizarían las de muchas producciones de Hollywood.

Los showrunners y guionistas saben cuáles son los puntos fuertes que han encumbrado a ‘Stranger Things’, y los muestran sin complejos. Aquí vale la típica frase de "sabe a lo que juega".

Tampoco falla la fotografía, colorida y vibrante como en temporadas anteriores, gracias al juego que da un escenario como el centro comercial Starcourt. Dicho sea de paso, es el mismo escenario que sirve de escaparate para que la serie de Netflix publicite decenas de marcas comerciales, con pretextos narrativos o no.

Más carga emocional

La sorpresa de esta tercera entrega está en lo emocional, no por las florituras del guion o por la fuerza interpretativa del elenco (la de algunos es bastante limitada) sino por los vínculos que forman. El más importante es el de Hopper y Once, dos personajes que tienen mucho en común, que saben crear un vínculo especial en pantalla y que consiguen emocionarnos de lo lindo en el clímax final.

Hopper (David Harbour) en Stranger Things 3.
Hopper (David Harbour) en Stranger Things 3. | Netflix.

 

No logran el mismo efecto las parejas Mike-Once (algo cringe, por qué no decirlo) y Hopper-Joyce, interpretada esta última por una Winona Ryder que sigue tan sobreactuada como siempre.

Otra sorpresa agradable es la incorporación de Maya Hawke en el papel de Robin, compañera de fechorías de Steve y Dustin. La hija de Uma Thurman se sale de la norma con apenas 21 años y logra dar vida a una nueva protagonista más redonda de lo que parece en los primeros compases, y no solo por la revelación sobre su identidad sexual (tan comentada en las redes sociales), sino por el lenguaje corporal que desprende. Algunos incluso señalan que tiene los mismos tics interpretativos que su madre.

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