¿Cómo saber si eres intolerante al gluten? 8 claves para averiguarlo

Muchas personas son intolerantes al gluten pero no lo saben y viven con una alimentación que les perjudica.

De entre las alergias a ciertos tipos de alimentos, parece que actualmente está despuntando la sensibilidad al gluten. Cuidado, porque muchas personas utilizan la expresión “celiaquía” como sinónimo de “intolerancia al gluten”, y esto es un error. En breves lo veremos.

Existen señales de alerta para detectar este tipo de rechazo al gluten que están estrechamente unidas con el aparato digestivo, pero cuya exteriorización también se da a nivel psicológico. Algunos de estos indicadores son exteriorizados; otros pueden pasar más desapercibidos.

Aclaración de términos: celiaquía, intolerancia al gluten y alergia al gluten

A menudo se utilizan como sinónimos, pero aunque estén interrelacionadas, cada una es diferente en características e intensidad. A grandes rasgos, así es como podemos distinguir estas patologías:

Un problema en común

Celíacos, intolerantes y alérgicos tienen un mismo enemigo: el gluten. En el primer caso, su aparato digestivo se rebela contra esta proteína en caso de tomar algún comestible que la contenga, debido a la incapacidad (congénita o adquirida) de su tubo digestivo por absorberla.

Por otro lado, en el segundo y tercer caso, las personas aquejadas por esta dolencia mejoran si no comen nada que incluya la proteína. Los terceros, además, sufren al momento las consecuencias de comer gluten. Veamos con más detalle las diferencias:

Celiaquía

La celiaquía es una enfermedad infradiagnosticada que puede sufrirse desde pequeños y ser diagnosticada de forma tardía, precisamente porque sus síntomas pueden confundirse, enmascararse, o sencillamente, no presentarse en su totalidad.

Sin embargo, hay algo que nunca desaparece: el deterioro en las vellosidades intestinales (la pelusa que reviste las paredes del intestino, encargada de absorber los nutrientes que consumimos). Al estar presente esta afección, la persona puede tener problemas relacionados con déficits vitamínicos y, cada vez que tome gluten, enfermará.

Algo que hace detectable a la celiaquía es su base genética, aunque no se tiene todavía muy claro de qué forma se transmite. De haber antecedentes en la familia diagnosticados con la enfermedad, es posible que el paciente que refiere los síntomas típicos sea también celíaco.

Intolerancia al gluten

Aunque los celíacos representan un porcentaje muy bajo (alrededor del 1% de la población), existen otras personas que, sin ser celíacas, aseguran sentirse mejor en caso de eliminar el gluten de su dieta y cuya proporción es mayor.

Sin tener el revestimiento velludo de sus intestinos dañado, como les ocurre a los celíacos, es posible que por una dieta alta en gluten, su organismo acabe reaccionando con los síntomas que en breves veremos. En caso de comer gluten, sentirán retortijones y ruidos en su tripa, pero que haya ningún daño de base en el tracto gastrointestinal.

No se considera que la intolerancia al gluten sea una variante menos severa de la celiaquía, sino que es independiente. En definitiva: al intolerante al gluten le basta con eliminar la proteína de su régimen para volver a sentirse bien; mientras que el celíaco sufre un daño que va degenerando el tubo intestinal.

Alergia al gluten

Con una incidencia similar a la celiaquía, la alergia al gluten es otra forma que el cuerpo tiene de rechazar esta sustancia. En el caso de los alérgicos, el organismo genera anticuerpos que atacan al gluten antes incluso de que éste se deposite en las paredes intestinales.

Igualmente, en ambas patologías, el sistema inmunológico está implicado. Ahora bien, mientras que en una los síntomas tardan algo más en manifestarse y el déficit es crónico (celiaquía); en el caso de la alergia, los síntomas son inmediatos y típicos de una hipersensibilidad alimentaria: dificultades respiratorias, urticarias o hinchazón ante la presencia de gluten, debido a la acción de los anticuerpos IgE, implicados en la respuesta inmune ante agentes alérgenos.

¿Cómo saber si se es celíaco, intolerante o alérgico al gluten?

Basta con realizarse las pruebas médicas pertinentes, bastará con una inyección o una biopsia duodenal para tener un diagnóstico seguro.

Una vez confirmadas o refutadas las sospechas,  basta con sustituir los víveres hechos con harina de trigo por los mismos, pero hechos con otros tipos de harina (de arroz o de garbanzo, por ejemplo), para que el intestino deje de resentirse.

8 claves para detectar si eres intolerante al gluten

Si bien conviene visitar a un médico ante las sospechas de no procesar bien el gluten, antes hay que atender a una serie de pistas que nos den una idea de si nuestras sospechas están o no fundamentadas.

Evidentemente, podemos probar en casa mediante pruebas de ensayo-error para comprobar si el gluten verdaderamente nos hace daño, simplemente comiendo o dejándolo de comer y viendo cómo reaccionamos. No obstante, no existe una forma casera de saber si nuestro tubo intestinal sufre un daño permanente en caso de que seamos celíacos; así que este punto únicamente nos lo podrá confirmar un profesional especializado.

1. Dolor de estómago

Sentir pinchazos y retortijones en el estómago después de comer alimentos ricos en gluten puede significar que tu cuerpo no acepta bien esta proteína. Este dolor suele ir acompañado de gases, sensación de hinchazón, diarrea o, todo lo contrario, estreñimiento.

Recordemos que estos síntomas pueden dañar el revestimiento del intestino delgado, lo que conllevaría a problemas en la absorción de minerales y vitaminas de otros víveres consumidos. He aquí el peligro potencial: que por culpa de no procesar bien el gluten, éste cause daños crónicos que afecten a toda nuestra alimentación incluso habiéndolo eliminado ya de la dieta.

2. Mareos

Una vez hemos comido, si comenzamos a ver borroso, a sentirnos desorientados y algo desequilibrados, hay bastantes números de que haya algo en el tracto digestivo que contenga trazas de gluten.

Al estar involucrado el cerebro en este tipo de manifestaciones, puede resultar complicado asociarlo a algo que hemos ingerido en lugar de a otras causas (estrés o falta de sueño, por citar dos síntomas clásicos producto del ritmo de vida acelerado que llevamos). La cuestión es fijarse en si siempre dichas señales ocurren tras las comidas. De ser así, será mejor que comprobemos cuánto de gluten hay en nuestra base alimentaria.

3. Cambios de humor

El cuerpo humano es sabio y tiene varias formas de demostrarnos que algo no va bien. Una de ellas es a través de los cambios de humor posteriores a haber comido: así pues,  nuestro humor cambia como resultado de un cambio en el organismo. Si esto ocurre con frecuencia y siempre en estos momentos clave que comentamos, atentos a la comida.

4. Dolor de cabeza

Si durante los 30-60 minutos después de haber acabado de comer aparece un dolor de cabeza  más o menos intenso, puede ser que el gluten tenga algo que ver. Dicha jaqueca puede aparecer de distintas formas e intensidades.

5. Picor en la piel

Cuando los intestinos tienen problemas para absorber el gluten deglutido, éstos se inflaman y aparecen ronchas en la piel. Como decíamos antes,  la alergia al gluten está vinculada a enfermedades de la piel, como eccemas o psoriasis.

Este puede ser un indicador muy fiable que, junto con los otros, nos puede dar a entender que tenemos que eliminar todo lo que contenga harina de trigo (rica en gluten) de nuestros alimentos.

6. Fibromialgia

La fibromialgia es una dolencia muy común en nuestros días que causa muchos dolores en músculos, ligamentos o tendones  y que puede llegar a ser realmente incapacitante.

Muchos profesionales de la medicina coinciden en que eliminando el gluten de nuestro plan alimentario, dichos síntomas podrían aliviarse.

7. Fatiga crónica

De haber un problema dcon el gluten en alguna de sus variantes, cuerpo y mente reaccionarán a ello, por lo que no será extraño si nos invade una sensación de fatiga constante.

No importa que hayamos dormido las horas requeridas; seguiremos sintiendo que todo nos cuesta más de lo habitual. De no haber un problema de insomnio de base, tal vez la culpa la tenga el gluten.

8. Ser intolerante a la lactosa

Un factor que predispone es ser intolerante a la lactosa. De ser así, las probabilidades de que nuestro organismo rechace el gluten aumentarán. Por lo visto,  existe un tipo de azúcar que se encuentra en la lactosa, que puede desencadenar problemas digestivos y empeorar los indicios de la intolerancia al gluten.

Lo cierto es los alimentos repercuten (y mucho) en nuestra salud y bienestar, por eso conviene no perder de vista que podamos no ser todo lo resistentes a enfermedades que pensamos.