Los 15 miedos más comunes y frecuentes de la gente adulta

Las personas mayores también sufren con frecuencia miedos y fobias de todo tipo. Aquí te presentamos los miedos más comunes de los adultos.
Los miedos cambian, pero no desaparecen.
Los miedos cambian, pero no desaparecen. | Imagen de: Joshua Rawson-Harris.

 

No existe ningún manual de instrucciones que nos enseñe a movernos por la vida. Con la llegada de la adultez, los seres humanos debemos asumir responsabilidades y enfrentarnos a situaciones difíciles completamente nuevas.

Fruto de la inexperiencia e inseguridades, nacen miedos comunes a cualquier persona a medida que avanza por la vida, que hacen que se mire con preocupación hacia el futuro ante lo que podría ocurrir.

Los 15 miedos más comunes de los adultos

Nadie nos enseña a reaccionar ante los avatares de la vida. Aunque la vida pueda llegar a ser muy injusta, tenemos que levantarnos y hacer frente a lo que se nos ponga por delante.

Hemos recopilado los 15 terrores generalizados de la gente adultas, algunos de los cuales pueden ser muy incapacitantes:

15. No cumplir con los sueños

Comenzamos por un miedo que se tiene a medida que nos hacemos mayores y vemos cómo funciona el mundo. Llegados a cierto punto, nos damos cuenta de que  muchas de nuestras aspiraciones de cuando éramos jóvenes, difícilmente podrán realizarse, bien sea por falta de dinero, de tiempo o de motivación.

Es un miedo muy común el no ver realizados nuestros sueños y observar cómo se convierten en humo. En nuestra mano está el tratar al máximo que se hagan realidad.

14. Embarazos no deseados

Cuando se carece de la capacidad económica suficiente para asumir los enormes gastos que tener un hijo conlleva.

Aunque cada vez hay gente menos propensa a tener descendencia, los sueldos bajos y la subida del estilo de vida en general hace que se tomen muchas  precauciones a la hora de mantener relaciones sexuales, con tal de evitar un embarazo no deseado.

13. Contraer una ETS

Un miedo cada vez más extendido es el de contraer una enfermedad de transmisión sexual.

Si bien esto suele darse cuando no se ha formalizado una pareja y se tienen diversos encuentros sexuales con diferentes parejas (algo muy propio de la juventud), el auge de estas enfermedades, muchas de las cuales son crónicas, lo conforman como uno de los temores más generalizados.

12. Notar el declive físico

Con el paso del tiempo, perdemos muchas de las cualidades físicas de las que gozábamos en nuestros años de plenitud. Sentir que nos cansamos antes y con más rapidez, que nuestro cuerpo responde peor ante el ejercicio físico  forma parte del proceso natural de la vida, pero no es agradable para nuestro bienestar psicológico.

11. Dejar de ser atractivo para la pareja

Si bien no es un gran problema (si lo comparamos con algunos de los demás), sentir que ya no se tiene el atractivo físico de antes y que nuestra pareja no nos desea tanto como un día lo hizo,  es algo que tiene un fuerte impacto psicológico que puede desencadenar fuertes problemas de autoestima por culpa de una autoimagen debilitada.

10. Ser víctima de una infidelidad

Junto con el hecho de notar los estragos de la edad, la pérdida de atractivo sexual y el descenso de la libido, se suma la posibilidad de que la pareja nos sea infiel con otra persona.

En honor a la realidad, habría que comentar que esto no ocurre a todas las parejas; sin embargo, muchas infidelidades prosperan sin que haya ninguna sospecha por parte del cónyuge que está siendo engañado.

9. Perder el trabajo

En una época de incertidumbre como la actual, tener un empleo se ha convertido en una utopía casi irrealizable; más si tenemos en cuenta que  trabajar no implica que ello nos satisfaga ni que lo hagamos en buenas condiciones.

Ante la posibilidad de que nos quedemos sin el trabajo cuando hemos pasado años en una empresa, llega el miedo a no encontrar un nuevo puesto debido a la edad, pues todavía hoy continúa siendo un impedimento para muchas empresas el contratar gente adulta.

8. Desarrollar problemas de salud

Es una certeza que, con el deterioro físico, se abre la puerta a potenciales problemas de salud.

Sin embargo, al volverse nuestro cuerpo menos resistente a enfermedades, el riesgo a unas consecuencias más severas es también mayor. Cánceres, ictus o enfermedades neurodegenerativas  se encuentran en las posiciones más elevadas de los temores típicos de los últimos años de la adultez.

7. Divorcio

Si bien el divorcio se considera como la mejor opción cuando la llama del amor se ha apagado en un matrimonio (especialmente si hay hijos de por medio, para evitar que sufran las consecuencias de una mala relación), no es menos cierto que  se trata de un proceso lento que puede pasar factura a las ex-parejas, especialmente si se alarga durante tiempo y las peleas son constantes.

Rehacer la vida tras un divorcio no es imposible, pero es tarea árdua, siendo muy fácil el caer en el desánimo y pensar que nadie nos volverá a querer igual.

6. Pérdida de un ser querido

Envejecer significa ver cómo las vidas de muchas personas cercanas va llegando a su fin, bien sea por enfermedades, por edad o por accidentes (por una cuestión de probabilidades, nadie está exento de ser víctima mortal de uno); de modo que la idea de enterrar a un ser querido no es plato del gusto de nadie y se convierte en un temor plausible de los que más llegan a atormentar.

5. Ser deshauciado

Perder el hogar es una de las peores situaciones que le puede tocar vivir a cualquiera, especialmente cuando se tienen personas cargo. El drama de los deshaucios es algo que afecta a familias o parejas, que un día, ven cómo el banco los echa a la calle y tienen que volver a comenzar de cero.

Para muchos, la vivienda es un lujo y, para otros, un derecho innegable al ser humano. Sea como sea, no tener un techo donde cobijarse  y sentirse desamparado, es uno de los grandes miedos de la vida adulta.

4. Suicidio

Las tasas de suicidio  a según qué edades se elevan, producto de la incapacidad por afrontar las tensiones de la vida: depresiones por una mala racha sentimental, apuros financieros o por enfermedad mental.

El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y 29 años; y puede producirse en cualquier momento de forma impulsiva, ante una situación que provoque el suficiente malestar como para tratar de llevarlo a cabo, de modo que nadie está exento llegado hasta cierto punto de estrés.

3. Perder el contacto con familiares

Se podría decir que es un problema generalizado a todas las familias y que no existe familia en la que no haya rencillas entre algunos de sus miembros. En ocasiones,  las relaciones llegan a ser tan malas que no hay posibilidad de reconciliación, arrastrando durante años una trifulca que puede acabar salpicando a los demás.

Es una de las situaciones menos deseadas para un adulto; al fin y al cabo, la familia es para siempre, o eso dicen.

2. Morir solo

Fruto de un divorcio, de un comportamiento arisco, de la mala suerte, de haber perdido a todos los seres queridos o de haber roto el contacto con toda la familia; morir sin nadie que nos llore y saberlo, ser consciente de que, tras los años vividos, nadie estará a nuestro lado cuando nos vayamos, es un gran temor que tienen las personas adultas que perciben que el fin no está tan lejos.

1. No llegar a final de mes

Más allá de cualquier otro temor de tipo existencialista, un miedo que hay que afrontar con demasiada frecuencia y que acarrea multitud de problemas es no llegar a final de mes. Los ahogos económicos suelen ser el problema número 1 que subyacen a otros que surgen a raíz de éstos.

La declaración de la renta, pagos atrasados o gastos inesperados o excesivos son ejemplos de situaciones cotidianas que pueden desencadenar en un gran estrés para cualquier persona adulta, lo que provoca una ansiedad creciente hasta el último día del mes en que toque volver a cobrar. Sin duda, el mayor miedo de la gente adulta y del que nadie escapa.