Las supersticiones son creencias infundadas y contrarias a la razón que se han perpetuado a lo largo de siglos. Casi siempre están asociadas con la buena o la mala fortuna y tienen que ver muchas veces con llevar a cabo cierto tipo de rituales para protegerse de un mal en ciernes.
Las personas que se consideran supersticiosas interpretan la realidad de forma irracional y basan su fe en supuestos poderes antiguos de índole sobrenatural.
Seguidamente vamos a enumerar cuáles son las supersticiones más difundidas en el imaginario colectivo y cuál es el origen de alguna de ellas. No obstante, primero ofreceremos algunos datos curiosos sobre la gente supersticiosa que seguro que no conocías.
¿Quienes son más supersticiosos?
Todos en mayor o menor medida damos veracidad a algunas supersticiones y el que diga que no, probablemente miente. ¿Quién nunca no ha vuelto a pasar por un sitio del que tiene un mal recuerdo? o durante la época de exámenes, ¿quién no se ha puesto una misma prenda de vestir que llevaba el día que obtuvo muy buena nota tras una prueba?
Sin darnos cuenta, estamos alimentando estas creencias absurdas y las hacemos perdurar en el tiempo, tal y como ocurrió con las gentes del pasado que nos las legaron.
He aquí una serie de datos acerca de las personas supersticiosas que puedes utilizar para generar debate cuando estés con tus amigos, a ver qué opinan ellos.
1. Demócratas y Republicanos
Según la mayoría de encuestas realizadas para tal efecto en Estados Unidos, los demócratas creen más en supersticiones.
2. Ateos y Cristianos
Los cristianos son más supersticiosos que los ateos. ¿Estarán las supersticiones detrás de la fe religiosa o hay algo más?
3. La edad influye
Hay una tendencia a dejar de dar pie a las supersticiones conforme nos hacemos mayores. Probablemente la veteranía erradique este tipo de pensamientos de nuestra cabeza y otorgue más valor a nuestra capacidad para actuar sobre el medio sin estar influidos por atraer o no a la mala suerte.
4. Poderosos y supersticiosos
Muchas figuras importantes que han tenido un gran peso en la historia han sido muy creyentes en esto. Por ejemplo, Napoleón Bonaparte basaba sus estrategias militares acorde a sus sueños; y consultaba a clarividentes para saber cuál era el siguiente movimiento que debía hacer. En nuestros días, otras personalidades famosas por realizar rituales supersticiosos son Roger Federer, Tiger Woods o Fernando Alonso.
5. Las mujeres son más supersticiosas que los hombres
Sin entrar en debates sexistas, parece ser que las mujeres otorgan más peso a las supersticiones y tienen más tendencia a seguirlas que sus colegas varones.
¿Cuáles son las 10 supersticiones más conocidas?
Aquí van un recuento de las que consideramos son las diez supersticiones más populares, al menos en nuestra cultura Occidental.
10. Botar un barco con champán
En el mundo de la navegación es tradición bautizar a los buques en los astilleros antes de que se lancen al agua. El procedimiento consiste en atar a una cuerda una botella de champán que queda suspendida en la proa del casco. Una vez el barco recibe su nombre, hay que coger la botella y estrellarla contra la proa.
Esta ceremonia ya la practicaban los antiguos egipcios, griegos y romanos, lo que supuestamente les garantizaba la protección de los dioses.
Los supersticiosos auguran que si la botella no se rompe, ese navío estará maldito y sufrirá alguna desgracia. Sin embargo, el célebre Titanic fue bautizado con éxito y aún así, mira cómo acabó.
9. No pisar las franjas entre baldosas
Seguro que conoces a alguien que cuando camina por la calle, evita pisar las líneas entre los adoquines. Esta superstición tiene un origen de tipo religioso: se decía que había que evitar pisar porque eso podía suponer que se abrieran las puertas del inframundo, liberando todo tipo de entidades malignas, que tendrían libre acceso a caminar por la Tierra.
8. Derramar sal
Si alguna vez te has preguntado por qué se dice que derramar sal encima de la mesa trae mala suerte, tienes dos posibles explicaciones.
La primera asegura que se trata de una creencia propia de épocas antiguas, cuando la sal era un condimento al que no todo el mundo tenía acceso y que era caro de conseguir.
La segunda, más sorprendente, proviene también del mundo religioso: según parece, Judas, en la Última Cena, derramó un frasco con sal antes de su famosa hazaña; y así quedó retratado en el famos cuadro de Miguel Ángel.
Sea como sea, conforme a la superstición, aquel al que se le caiga la sal debe echarse un poco por encima del hombro izquierdo para contrarrestar la mala suerte. ¿El motivo? Porque, para los supersticiosos, el Diablo siempre acecha por detrás de nosotros y tirándonos sal por encima del hombre le cegaremos.
7. Amuletos
Este lo comentábamos más arriba. ¿No conoces a nadie más o menos supersticioso que tenga algún objeto que considere que le da buena suerte? O tú mismo, ¿no tienes una pulsera o un objeto de valor que siempre te acompañe para prevenir la mala suerte?
En la tradición occidental siempre se ha considerado que llevar contigo tréboles de cuatro hojas, una pata de conejo o una herradura de caballo te garantizará cualquier éxito.
6. Números malditos
Conforme a según qué culturas, algunos números son alabados o temidos. El famoso número 13 siempre lo hemos considerado como un mal presagio, mientras que para la numerología maya era señal de buenaventura.
En el mundo empresarial existe la creencia de que los martes 13 son días de pérdidas económicas; por lo que se evitan muchas inversiones o decisiones importantes con respecto al dinero.
En cambio, el opuesto a la mala suerte vendría con el 12, número asociado a lo divino (recuerda el número de apóstoles según los Evangelios Canónicos).
Otros números de mal fario son los viernes 17 para los italianos; o el 4 y el 9 para los chinos y japoneses, respectivamente, puesto que su pronunciación en sus idiomas es similar a la de la palabra “muerte”.
5. Abrir un paraguas bajo techo
Aunque la cantante Rihanna nos ha hablado maravillas acerca de lo maravillosos que son estos utensilios antilluvia, lo cierto es que para los creyentes en supersticiones es llamar al mal tiempo.
Antiguamente, los paraguas se usaban para proteger de la radiación solar en los días en que el Astro Rey más extendía sus rayos, así que hacerlo en interior era una ofensa para los dioses del Sol, que maldecirián a todo el que se atreviera a hacerlo.
4. Decir “Jesús” al estornudar
Esta expresión variará en función del país, pero siempre se suele desear buena salud cuando alguien estornuda. Y esto, ¿por qué?
Durante la época de las peste bubónica, los que enfermaban de esta mortal infección comenzaban a manifestar los síntomas estornudando; por ello se nació la superstición de que al a usar esta expresión, se espantaba la dolencia.
Una segunda posibilidad es la que sostiene que es el alma la que intenta escapar tras un estornudo. Al recitar la palabra mágica “¡Jesús!” aseguramos que ésta no huya y vuelva dentro del cuerpo.
3. Gatos negros
No, no hablamos de la famosa historia de Edgar Allan Poe. La superstición de que estos felinos de compañía son portadores de mala fortuna es una de las más antiguas y conocidas. Siempre se les ha vinculado al mundo de la magia negra y la brujería.
De hecho, durante la Inquisición y caza de brujas, se asesinaba a los gatos negros, así como a los dueños, para protegerse de los hechizos que les pudieran realizar.
No obstante, para los marineros o los piratas, son signo de buena suerte. Incluso para los antiguos egipcios, ya que los gatos negros se asociaban a la diosa Bastet (representada con cabeza de minino).
2. Pasar por debajo de una escalera
Para los supersticiosos es una manera de tentar al destino. De acuerdo con ellos, la forma triangular de las escaleras de uso doméstico simboliza tanto la vida como la Santa Trinidad, por lo que cruzarlas por debajo atraerá a la mala suerte.
Igualmente, también pueden caerse objetos si hay alguien arriba de ellas manipulando alguna cosa y pasas por debajo, así que cuidado.
1. Romper un espejo: Siete años de mala suerte
¡Ándate con ojo si rompes un espejo! La superstición reza que, al hacerlo, se liberan los espíritus contenidos en él. Y también para muchas culturas, todo el que se mire en el espejo no tiene alma, pues ésta ha quedado atrapada dentro. También solía decirse que podía saberse si alguien era vampiro con sólo ponerle un espejo: todo aquel que lo fuera no se reflejaría.