Entre las formas de consumo de psicodélicos, últimamente ha cobrado mucha fama la toma de ayahuasca, una mezcla de plantas originarias de la selva amazónica. Su notoriedad se debe a que el compuesto no genera dependencia; sin embargo, a pesar de que no tiene efectos físicos, a nivel psicológico es altamente peligrosa.
Y es que detrás de su potencial para modificar la percepción de la realidad, existe una alta posibilidad de despertar a una bestia dormida en forma de cuadro esquizofrénico. Vamos a verlo más en profundidad para entender de dónde viene esta nueva forma de entretenimiento para tratar de advertir sobre sus consecuencias.
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¿Qué es la ayahuasca?
Aunque el término “ayahuasca” se refiera a una única planta (Banisteriopsis caapii), es la combinación con otras lo que se utiliza para sentir sus efectos alucinógenos. Los otros ingredientes pueden ser la chacruna (Psychotria viridis), o la chagropanga (Diploterys cabrerana), dos tipos de vegetales (un arbusto y una planta con flor) que se añaden al compuesto y que contienen DMT. De ahora en adelante, con “ayahuasca” nos estaremos refiriendo a este particular cóctel.
El DMT o “molécula de Dios” es la sustancia que ha dado fama a la ayahuasca y es la que provoca las sensaciones que más adelante describiremos. Por cierto, a pesar de su capacidad cuando se combinan, estas tres plantas por separado no provocan ninguno de los efectos que, en un principio, se buscan.
Pueden incluirse otros elementos que funcionan como aditivos, aunque mejor que no sean otras drogas.
Efectos de la ayahuasca
De los 3 componentes que la ayahuasca contiene, (recordemos: ayahuasca, chacruna o chagropanga y los aditivos), cada uno tiene propiedades diferentes:
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1. Inhibidores de la MAO (IMAO)
La monoaminoxidasa es una enzima que se encuentra en todo el cuerpo humano, cuyos niveles bajos en el cerebro se asocian con un humor bajo y estados de ánimo depresivos. De ahí que se empleen los inhibidores de esta proteína para invertir esta tendencia.
Además de la Banisteriopsis caapi, plantas como la pasiflora o el cacao tienen también esta función, aunque su potencia no es tanta como para usarse como análogas de la ayahuasca.
2. Transportadores de DMT
La chacruna o la chagraponga son las dos plantas que contienen este neurotransmisor y que suelen servir para la pócima.
A pesar de que es donde reside su potencial alucinatorio, conviene tener en cuenta que se necesitan los IMAO para experimentar las propiedades del DMT o, de lo contrario, el organismo descompone las hojas en las que se encuentra sin que haya surtido resultado alguno.
3. Aditivos
Funcionan como tales cualquier planta que se decida añadir al conjunto, como tabaco, peyote u hojas de coca.
Formas de consumo del DMT
La forma predilecta para absorber la dimetiltriptamina de la ayahuasca suele ser fumada; pero hay otras variantes, como inyectada en vena o ingerida por vía oral. En este último caso, se prepara un brebaje machacando los ingredientes y se bebe.
Aunque con una duración más breve, los efectos de la ayahuasca fumada o inyectada aparecen antes y son también más intensos. Por el contrario, cuando ésta es bebida, se tarda alrededor de media hora en comenzar a sentir los síntomas.
¿Para qué sirve la ayahuasca?
En origen, el uso de la ayahuasca se ha asociado a los chamanes o curanderos de las tribus indígenas de la selva amazónica. De acuerdo con la tradición, estos sabios la consumen desde hace siglos como vía para entrar en estados alterados de consciencia y alucinatorios; lo que les sirve para comunicarse con la Madre Naturaleza o para detectar qué le ocurre al espíritu de una persona enferma.
Tal y como empezábamos este escrito, drogarse con ayahuasca se ha extendido también a muchas poblaciones occidentales. Además de estar de moda en localidades costeras durante los meses de verano, no es raro encontrar que, en ciudades capitales de renombre, grupos de personas se reúnen en cualquier época del año para realizar rituales de consumo de ayahuasca; todo al más puro estilo indígena.
Tratamiento para la depresión
Además de los psiconautas (personas que experimentan con todo tipo de drogas por puro placer o interés) y de los que simplemente la emplean de forma lúdica, recientemente se ha encontrado que el consumo de ayahuasca puede servir para tratar la depresión.
Conforme a un estudio de la Universidad de Sao Paulo de 2016, la administración de ayahuasca actúa como un antidepresivo de rápida actuación. Dicho con más detalle: los investigadores observaron, mediante técnicas de neuroimagen, que la irrigación sanguínea aumentaba en zonas como el núcleo accumbens, ínsula derecha y córtex cingulado; todas ellas implicadas en la regulación del humor.
Si bien este hallazgo puede ser toda una ayuda para las pacientes con depresión o para el tratamiento de las adicciones (ya que funciona como sustituto de la cocaína o el alcohol al no generar dependencia), la ayahuasca está contraindicada en casos de antecedentes psiquiátricos o que se mediquen.
Resultados en el organismo
Aunque los que toman este combinado de plantas alucinógenas alegan que no puede explicarse con palabras y que debe experimentarse para saberlo, los testimonios coinciden en: haber tenido visiones que les permiten desde tener importantes revelaciones, hasta descubrir nuevas dimensiones; tener contacto con seres de otras realidades o haber sido capaces de afrontar sus miedos más primarios.
Para los usuarios de ayahuasca, dichas ilusiones son de alguna forma purificadoras y útiles para conectar con nuestro espíritu primitivo; sin embargo, existe un alto riesgo de padecer un “mal viaje”, de la misma forma que tomando ácidos como el LSD. Las reacciones ante esta crisis pueden implicar miedo, temblores, ataques de pánico o desconfianza ante quienes nos rodean y se pueden prolongar varias horas. Igualmente, los vómitos o diarrea son también una posibilidad, si bien son el menor de los males a los que nos enfrentamos.
Sea como sea, más vale no ir jugando demasiado con este psicodisléptico si no se quiere sufrir un brote psicótico, a pesar de lo atractiva que pueda suponer para algunos la idea de percibir alucinaciones o de alcanzar el éxtasis gracias a un estado alterado de consciencia.
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