Las drogas son una realidad con la que nos hemos visto forzados a convivir. Nos guste o no, la gente se droga y paga por drogarse. Es un pasatiempo habitual sin el cual muchos no conciben pasar una buena noche de juerga sana o un recurso habitual para evadirse de su día a día.
- Lamentablemente, las drogas generan dependencia, si quieres saber más te recomendamos consultar: Drogodependencia: 13 conceptos básicos para entender este fenómeno.
Vamos a ver a continuación cuáles son las características de las grandes categorías de drogas, así como ejemplos de cada una que seguro conoces y sus secuelas físicas y psicológicas.
Los grandes grupos de drogas según sus efectos
Podemos seleccionar los tipos de drogas de acuerdo con sus efectos sobre el sistema nervioso central: depresoras, estimulantes o psicodislépticas.
1. Drogas depresoras
Llamadas así porque merman (deprimen) la actividad del sistema nervioso central debido a sus efectos sedantes o hipnóticos. Entre estas sustancias encontramos algunas como las bebidas alcohólicas, barbitúricos, anestésicos, benzodiacepinas, opiáceos (por ejemplo, heroína) y sus derivados.
1.1. Alcohol
El alcohol es la droga más consumida y aceptada por la sociedad. Paradójicamente, es también una de las que causa más problemas sociales (las relaciones de los alcohólicos con los suyos acaban deteriorándose a medida que la persona se vuelve más dependiente) y sanitarios, ya que genera no sólo dependencia, sino también enfermedades hepáticas (cirrosis) o cardiovasculares.
Consumir bebidas alcohólicas causa somnolencia y relajación, afectando a la atención. Por eso, si se combina con otras tareas que entrañan cierto riesgo, como conducir, puede ser potencialmente mortal.
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1.2. Opiáceos (heroína)
Muchos opiáceos semisintéticos, como la heroïna, se extraen de opiáceos naturales, como la morfina. La heroína es una de las drogas que causa más dependencia ya desde su primer consumo.
Sus efectos son inmediatos: euforia, placer y bienestar generalizado. Además, decrece la tasa cardíaca, la temperatura corporal y la presión sanguínea. Por si fuera poco, la persona bajo sus efectos sentirá cierta indiferencia al dolor (debido a sus efectos como análgesico), lo que puede ocasionar que se implique en situaciones que pueden comportar riesgo para su integridad física.
El elevado grado de dependencia del “caballo” y su forma de consumo mediante jeringuillas, puede inducir a los adictos a compartir estos utensilios para inyectarse la droga, incurriendo en una de las conductas de mayor riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas (hepatítis vírica, tuberculosis o VIH y SIDA).
1.3. Psicofármacos
Muchos de los medicamentos que se emplean para reducir la ansiedad o inducir el sueño generan dependencia. Existen psicofármacos de todo tipo: los ansiolíticos, bajan la ansiedad y evitan que las crisis se agudicen; los somníferos ayudan a conciliar el sueño; los calmantes mitigan el dolor de contracturas musculares y los anticonvulsionantes se utilizan para la epilepsia.
Tienen un elevado riesgo para la salud, especialmente a dosis elevadas o si se combinan con otras sustancias depresoras - el alcohol, sin ir más lejos -, puesto que causan somnolencia, déficits en la memoria y descoordinación motora. Una cantidad excesiva puede enlentecer el ritmo de la respiración y derivar en coma o muerte.
Si se interrumpe bruscamente su consumo, la dependencia a los psicofármacos puede motivar la aparición de síntomas de abstinencia muy agudos.
2. Drogas estimulantes
Podemos separar entre las estimulantes mayores, como las anfetaminas o la coca; y las menores, como la nicotina y las xantinas.
Muchas de las drogas que encontramos en estas categorías causan problemática social y relacional, acentuados por sus efectos. Además, contribuyen al abandono de las responsabilidades y actividades de ocio.
2.1. Anfetaminas
El uso de anfetaminas era habitual a finales de la primera mitad del siglo XX para tratar algunas enfermedades. Generalmente, producen sensaciones de euforia, aumento de la energía y desinhibición social. Causan graves alteraciones psiquiátricas que pueden cronificarse (alucinaciones, cambios repentinos de humor o paranoia) y físicas, pues aceleran el ritmo cardíaco y la presión arterial, lo que puede conllevar complicaciones médicas como las arritmias.
Entre los derivados más conocidos de las anfetaminas está el éxtasis o MDMA, una droga muy utilizada en el mundo de la noche por aumentar el grado de sociabilidad de quien la ingiere. El peligro de este tipo de drogas es mayor si se acompaña de una actividad física prolongada, ya que debido al aumento en los latidos del corazón y la subida de la temperatura corporal, se puede sufrir un golpe de calor.
2.2. Cocaína
Mundialmente conocida como una de las sustancias que más dependencia genera por sus efectos hiperactivos y de seguridad en uno mismo, la cocaína puede ocasionar trastornos cardiovasculares, infarto de miocardio o alteraciones respiratorias.
Un consumo prolongado desembocará en ideaciones paranoides, agresividad, alucinaciones o ansiedad.
3. Drogas psicodislépticas
Entendemos por este término a aquellos psicotrópicos que alteran la percepción sensorial. En este apartado tenemos varios ejemplos, como la fenciclidina ,PCP o como se dice coloquialmente, “polvo de ángel”. Provoca efectos alucinógenos y, a dosis demasiado altas, paranoia, alucinaciones auditivas, arritmias, convulsiones y muerte.
Un caso muy conocido es el del LSD. En los años sesenta se puso de moda us uso entre el movimiento hippy, en cuyas reuniones era habitual ingerir cápsulas o pastillas de LSD para confraternizar y experimentar alucinaciones en común. No obstante, el riesgo a un “mal viaje” podía llevar a padecer una crisis de pánico.
También incluimos en esta sección a las setas: en la naturaleza hay varios de estos hongos que se utilizan para probar la forma que tienen de generar una pérdida en el sentido de la realidad. No obstante, sus efectos secundarios no son nada halagüeños: temblores, vértigos, dolores de cabeza y fiebre.
Más ejemplos de psicodislépticos: los derivados del cannabis, que pueden consumirse fumados, inhalando sus vapores o por vía oral. Muchos jóvenes se inician en su consumo a tempranas edades, movidos por los mitos y creencias alrededor de sus efectos en dos fases, que incluyen estimulación y euforia (algo muy buscado en la adolescencia) al comienzo; y sedación al final.
Actualmente aumenta de forma preocupante también el empleo de pegamentos, colas, aerosoles, pinturas, gasolina o disolventes, que se inhalan por vía nasal y generan sensaciones parecidas al alcohol. No obstante, es una práctica muy peligrosa por la alta toxicidad de estos inhalantes y sus secuelas pulmonares, hepáticas o neurológicas.
Un dato curioso: no existe abstinencia a las drogas psicodislépticas, lo que significa que no generan síntomas si se interrumpe o cesa su consumo.
Una categoría especial: las drogas de diseño
Estas sustancias se sintetizan en laboratorios, de ahí que se las conozca como “de diseño” o “sintéticas”. Muchas de las drogas de las que hemos hablado, como el éxtasis o el speed forman parte de esta categoría. Pero hay más: la ketamina, el cristal, la metanfetamina (la famosa droga azul que Jesse Pinkman y Walter White comercializaban), o la ketamina, entre otros.
Menciones especiales
Bien podríamos haber dedicado un apartado, incluso todo un artículo, a la nicotina. Aunque no lo hemos hecho, no podemos acabar sin mencionar a esta droga blanda, muy aceptada y extendida en la sociedad, al igual que el alcohol.
Aunque el número de fumadores es muy elevado en todo el mundo, la nicotina es muy tóxica por sus componentes, especialmente el monóxido de carbono y alquitrán. Los efectos en los fumadores pasan por alteraciones en el gusto y olfato, envejecimento prematuro y manchas en los dientes, manos y cara.
El tabaco aumenta también el riesgo a padecer cáncer de pulmón, laringe o riñón; bronquitis crónica y úlceras. Pero el riesgo no yace únicamente en los fumadores, ya que los fumadores pasivos (aquellas personas que inhalan el humo ajeno) también pueden resultar afectadas.