Este es nuestro análisis.
Valar morghulis
Como si de una superproducción hollywoodiense se tratara, y haciendo un cierto paralelismo con el estreno de Endgame, el tercer capítulo de la octava temporada aunaba a nuestros héroes favoritos en un único escenario, un solo terreno de juego que -ya lo sabíamos de antemano- se llenaría de fuego y sangre. Ahora bien, entre los fans de Juego de Tronos hay una tendencia masoquista a pensar que todo el mundo morirá en el momento menos esperado. Valar morghulis. Como si fuéramos Hediondo, tanto Martin como los guionistas de la serie nos han acostumbrado al sufrimiento y a la pérdida de nuestros personajes favoritos, tanto que ahora necesitamos que mueran para estar satisfechos.
La Batalla de Invernalia, que ya os avanzamos que es sencillamente espectacular, complace esa parte masoquista, aunque no de la manera que muchos esperaban. Algunos de los personajes principales ya han completado su arco argumental o han obtenido su redención, por lo que ahora solo les queda un único cometido: morir. Es el caso de Theon, quien en el momento cumbre del episodio no solo es perdonado sino que se proclama como uno de los héroes más destacados de la serie.
Pero recapitulemos.
La noche es oscura y alberga horrores
En esta serie todo el mundo tiene un destino, una misión que afrontar antes de morir. La mujer roja, Melissandre de Ashai, no es una excepción, y como ya profetizaron algunas teorías locas de la red, la hechicera se presenta en Invernalia para cumplir su parte y hacer lo que mejor se le da. ¿Seducir a reyes? ¿Quemar herejes? ¿Resucitar comandantes de la Guardia de la Noche? No. Hacer arder cosas. Sin su ayuda no hubiera sido posible frenar la incontrolable oleada de muertos comandada por el Rey de la Noche. Después de quemar a Shireen (por si alguien no lo recordaba), Melissandre casi obtiene nuestro perdón.
Por cierto, no podría pasar sin hacer mención al momento de incertidumbre tras la acometida dothraki, un preámbulo que confirma que la lucha no será un paseo por la nieve. Tampoco falla la danza de dragones. Nos preguntamos si el combate aéreo hubiera funcionado de la misma manera si en lugar de tres dragones hubieran cientos de ellos. Seguramente no.
En cualquier caso, se nos prometió una batalla espectacular y eso es lo que nos han dado. Pese a que en muchos momentos la escasa luz nos impide ver con claridad, este 8x03 (La Larga Noche) nos mantiene con el corazón en un puño durante 82 minutos. Excelente trabajo de Sapochnik, director de la entrega.
Los muertos ya están aquí
De vez en cuando algunas teorías se ratifican. Los antepasados Stark, que descansaban plácidamente en las criptas de Invernalia, regresan de entre los muertos, ávidos de sangre, para masacrar a los refugiados. Por suerte no hay ni rastro del zombie Ned Stark sin cabeza que algunos esperaban, algo que hubiera reducido el capítulo al absurdo. En lugar de eso, nos regalan una de las escenas más conmovedoras de la temporada, el casi suicidio de Sansa y Tyrion como sucedáneo de Romeo y Julieta. Si algún día Sansa vuelve a vestir de novia en el bosque de dioses, no nos importaría que fuera acompañada de Tyrion.
Mientras tanto, Arya vive su particular The Walking Dead en la biblioteca de Invernalia, un agradecido contraste con el caos que se vive fuera. Por suerte cuenta con el favor de Sandor Clegane y con la espada llameante de Beric Dondarrion, quien mira a los ojos a la muerte -por octava y última vez- para que otros la puedan esquivar. Una vez a salvo, se produce el esperado reencuentro entre Arya y Melissandre. “¿Qué le decimos al Dios de la muerte?”, profetiza la hechicera.
“Aquí aguantamos”
Juego de Tronos no sería lo mismo sin esos personajes secundarios que gozan de su propio arco argumental y de una transformación profunda, véase Jorah o Jaime. Uno de los dos tenía que caer en la batalla, pero parece que el Matarreyes aún tiene una misión que cumplir en los Siete Reinos. ¿Matar a su hermana?
Respecto a Jorah, qué mejor muerte que en brazos de su reina, sabiendo que la ha defendido con honor y lealtad. La escena queda diluida en mitad del clímax, pero era tan inevitable como necesaria. Quien también se ha ganado un sitio en nuestros corazones es Lyanna Mormont, quien en su agonía es capaz de hundir el puñal de vidriagón en el ojo del gigante y ahorrar unos cuantos disgustos a Invernalia. “Aquí aguantamos” es el lema de la casa Mormont, y ahora entendemos por qué.
Un recuerdo también para Edd Tollet, también conocido como Edd el Penas, caído en la Batalla de Invernalia.
¿Qué le decimos al Dios de la muerte?
El capítulo se fundamenta en el típico recurso de clímax y anticlímax, de la subida de pulsaciones hasta la parada cardíaca. Sabíamos que íbamos a sufrir, así que la verdadera pregunta era si todo esto iba a tener un final feliz o si acabaríamos vistiendo el negro por los siglos de los siglos. Pero, no nos engañemos, en el fondo todos queremos que ganen los buenos y que nuestro personaje favorito tenga un papel crucial en el triunfo del bien. Dicho y hecho.
Cuando nos imaginábamos los posibles escenarios para el desenlace de la batalla, uno de los más lógicos era el combate singular entre Jon y el Rey de la Noche. Para nuestro asombro, el rey de los caminantes le da espaldarazo al héroe y va directo al kid de la cuestión.
Hoy no.
El momento crucial tiene lugar en el bosque de dioses. El Rey de la Noche se deshace de Theon e intercambia un sospechoso cruce de miradas con Bran. ¿Qué ha estado haciendo el Cuervo de Tres Ojos durante toda la batalla? Es en ese instante cuando nos preparamos para lo peor, porque esto es Juego de Tronos y los finales trágicos son posibles. Y cuando todo está perdido Nadie entra en escena para salvar los Siete Reinos.
Una chica no es Nadie.
Pero una chica tiene nombre. Una chica se llama Arya Stark. Una chica acaba de hundir su puñal, aquél que Bran le regaló junto al arciano, en el corazón del mal. Y que le dén a los haters, porque si esto es fan service, es lo mejor que nos podía pasar.
Al final del capítulo, Melissandre se quita el collar para desvelar su verdadera identidad, muriendo en la nieve como la anciana que es. La muerte de la hechicera es la metáfora perfecta de cómo la serie mata lo viejo para dejar paso a lo nuevo, de cómo nos evita un tormento para traernos otro quizás mayor. Cersei no es el Rey de la Noche, pero puede ser igual de peligrosa.
Lo mejor
- El preámbulo, la batalla, la pausa, el clímax y el desenlace. Todo llega en el momento preciso.
- Como nos prometieron, la batalla es espectacular. El espectáculo visual está servido.
- La enorme banda sonora que acompaña a la acción.
Lo peor
- El capítulo es demasiado oscuro, literalmente. Más de una vez me he sorprendido entrecerrando los ojos para ver qué sucedía en pantalla.
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