Padrino y ahijado han vuelto a coincidir. No en la vida real, por supuesto, sino en la ficción: Gary Oldman y Daniel Radcliffe han coincidido en Canadá. Concretamente dentro del marco del prestigioso Festival de Toronto.
La figura de Oldman solo ha crecido con su obtención del Oscar, y el segundo ha continuado desarrollando su carrera como intérprete, alejándose de su alter ego mago, con títulos interesantes como ‘Horns’, ‘Amigos de más’ o ‘Swiss Army Man’. ¿Cómo les habrá sentado el reencuentro?
Doce años después
Es el tiempo que llevan sin verse ambos intérpretes desde que coincidieran por última vez en el rodaje de ‘Harry Potter y la orden del Fénix’ (2007). Desde entonces los caminos de ambos intérpretes han ido por distintos lares, hasta reencontrarse de nuevo en Toronto, pudiendo volver a fundirse en ese fraternal abrazo de despedida que se les negó en la ficción en el film mencionado con anterioridad.
Ambos, inevitablemente tendrían que coincidir tarde o temprano, en una de las futuras promociones de sus dos proyectos más recientes. En el caso de Radcliffe por ‘Guns Akimbo’, y de Oldman por ‘The Laundromat’ de Netflix, sobre los Papeles de Panamá y que cuenta en su reparto con Antonio Banderas y Meryl Streep.
El ídolo de Radcliffe
Hay muchos que desconocen este dato, pero en ‘Harry Potter y el Prisionero de Azkaban’ (2004), Radcliffe admitía en una entrevista del Making Off lo siguiente: “Gary es uno de mis ídolos. Es para mí todo un honor poder trabajar con él y aprender todo lo que me sea posible.”
Otro dato a añadir más a una relación de mentor-pupilo, en el que pocas veces se ve a un intérprete protagónico de tal juventud reconocer su devoción por el trabajo actoral de un compañero de reparto. Y no es para menos tratándose de Gary Oldman, considerado por muchos, uno de los intérpretes más infravalorados de la industria, y en cuyo haber debería haber varios premios de la academia.
Trabajos como ‘Amor Inmortal’ o ‘JFK: Caso abierto’, en donde interpretó, respectivamente, a Beethoven y a Harry Dean Oswald, presunto asesino de Kennedy, para el que aprendió ruso, aunque no era necesario, son solo dos muestras de otros tantos films, por los que el intérprete británico debería haber obtenido la codiciada estatuilla.