Así son los campamentos militares infantiles de Europa

No hace falta irse a países tercermundistas para encontrar soldados de 8 años.

La disciplina es uno de los elementos centrales de estos campamentos.
La disciplina es uno de los elementos centrales de estos campamentos. | Imagen: GTRES.

Es difícil imaginar, cuando se vive en un país con cierta estabilidad, otros lugares donde los niños aprenden desde muy jóvenes a usar una metralleta o una granada de mano. Sabemos que este tipo de educación existe, y se da sobre todo en países en guerra, pero esto no lo hace fácil de asimilar.

Existen de hecho en Ucrania, unos campamentos donde los niños, de manera voluntaria, se alistan para aprender y recibir la instrucción que recibiría cualquier militar profesional. Son  campamentos de alto nivel para los niños que buscar le mejor formación militar.

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Batallón Azov

Los campamentos de los que vamos a hablar pertenecen al conocido como Batallón Azov. Están bajo el control del Ministerio de Asuntos Interiores de Ucrania y están apoyados económicamente por Igor Kolomoisky, un famoso magnate de la electricidad del país.

El Batallón Azov está compuesto por un amplio grupo de personas que pertenecen al movimiento ultranacionalista del país. La sede principal está en Mariupol, en la costa del mar Azov, de la cual recibe el nombre.

Nació en el año 2014 y lucha con uñas y dientes en la guerra civil que sufre Ucrania al sureste del país. Ganaron fama después de vencer hasta en dos ocasiones a las milicias de la República Popular de Donetsk. Actualmente se estima que lo componen unos 800 voluntarios procedentes de todas partes que luchan contra los rebeldes prorrusos.

El campamento militar infantil

Realmente, hablamos de un grupo de campamentos de ideología ultranacionalistas formados por voluntarios. Existen exactamente (de momento) siete de estos campamentos distribuidos por todo el país, el más importante de ellos situado en Kiev, la capital y mayor ciudad del país.

Los campamentos cuentan con un complejo de instalaciones que cubren todas las necesidades y algunas comodidades extras para quienes acuden a ellos. Todos los gastos están pagados por el gobierno. Incluso algunos de estos campamentos disponen de pequeñas playas y rocódromos.

¿Quienes van estos campamentos?

Como hemos dicho, que sin duda es lo más llamativo, los voluntarios son niños enviados normalmente por sus propios padres. Las edades oscilan por lo general entre los 7 y los 15 años.

Niños en el campamento recibiendo visitas familiares.
Niños en el campamento recibiendo visitas familiares. | Imagen: GTRES.

 

Pero no debemos engañarnos, estos niños no provienen de familias pobres u obreras, más bien todo lo contrario. En su inmensa mayoría son hijos e hijas de padres con una educación media superior, provenientes de Azov. Estos niños llegan al campamento bien vestidos, muy educados y comprendiendo en mayor o menor medida las circunstancias bajo las que se encuentra su país; además,  toda la familia suele ser partidaria de esta práctica y se enorgullecen de ella.

¿Qué se enseña?

Como en cualquier campamento militar, las instrucciones van desde el uso de armamento, siendo el arma estrella el kalashnikov, clases de primeros auxilios, tácticas militares, historia del país, cómo sobrevivir en los bosques o en un desierto, etc.

Por si fuera poco, también se enseña a los pequeños conocimientos sobre psicología militar, desde cómo se siente un soldado estando en el frente hasta qué clase de pensamientos se suelen tener.

Asimismo, los instructores de estos niños y niñas han sido siempre excombatientes del frente (aunque sean jóvenes de veinte años), y fomentan que otros que ya han tenido la oportunidad de combatir compartan sus experiencias con los pequeños de primera mano, para que aprendan de verdad cómo es la guerra. Con esto consiguen que borren las ideas preconcebidas que han visto en la televisión.

¿Patriotismo o fascismo?

Lo cierto es que esta es una de las grandes incógnitas que se experimentan cuando se descubren estos campamentos militares y todo lo que los envuelve.

Desde las canciones que cantan sobre guerra y muerte, hasta la impecable disciplina que se sirve continuamente, recuerdan a algunas prácticas nazis y de otros movimientos fascistas.

Niños con la bandera de su campamento.
Niños con la bandera de su campamento. | Imange: GTRES.

En cambio, al hablar con los dirigentes de estos centros de reclutamiento y adiestramiento, defienden que esto no tiene ni punto de comparación con el nacionalsocialismo. Más bien, son un grupo de patriotas que luchan por la supervivencia de su país tal cual lo conocen hoy en día. De hecho, recientemente cambiaron la insignia del Batallón Azov porque la antigua recordaba a la simbología nazi.

Es más, les suele indignar que la mayoría de los Ucranianos no tomen cartas en el asunto en cuanto a lo que está aconteciendo a su alrededor. Se estima que alrededor del 10% de la población Ucraniana se está uniendo a la lucha, ya sea alistándose como soldado o como voluntario (que no necesariamente debe ser como militar). Mientras tanto, el 90% restante vive su día a día como si nada.

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Problemas en la juventud

Paralelamente, este tipo de campamentos están en alza por motivos que en apariencia son independientes de la guerra. Estos motivos podrían surgir en otros países de todo el mundo y ver, al mismo tiempo, los campamentos centrados en la disciplina extrema como la solución.

Los alumnos reciben la visita de otros combatientes experimentados.
Los alumnos reciben la visita de otros combatientes experimentados. | Imagen: GTRES.

 

Hablamos por supuesto de los problemas que generan el alcohol, otras drogas o incluso las bandas callejeras. Problemas que aparecen en mayor o menor medida en la mayoría de países del mundo y que estos campamentos se proponen como solución.

Quienes defienden los campamentos en Ucrania alegan que la disciplina, mantener a los chicos ocupados y darles un objetivo a largo plazo, consigue en los niños y niñas que  eviten caer en conductas dañinas como fumar, beber o juntarse con malas compañías.

Para reflexionar

Las guerras destruyen siempre a ambos bandos o a todos los implicados en el caso de que hayan más de dos. Debemos siempre tener presente que juzgar las conductas y medidas de un país en guerra mientras estamos en uno con todas las comodidades es fácil, pero probablemente seamos imparciales a la hora de juzgar.

En un lugar donde el conflicto y las muertes están a la orden del día, cualquier padre que quiere a sus hijos barajaría la posibilidad de enseñar a sus hijos las habilidades necesarias para sobrevivir en una tierra tan hostil.

Si esto además está bien visto por la sociedad y el gobierno pone facilidades, es difícil resistirse, pero ¿no alimenta esto a la llama del conflicto y la violencia?

Aquí surge  la eterna duda de qué hacer ante una situación de potencial peligro, prepararme para él e indirectamente alimentarlo como si de una profecía autocumplida se tratase, o hacer como si no pasase nada e intentar vivir con normalidad rezando para que todo termine.

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