Los 5 tipos de celos y cómo detectarlos

Los distintos tipos de celos tienen características diferentes que pueden dar más o menos problemas. Descubre las diferencias y sus significados.
Los celos pueden esconderse durante mucho tiempo.
Los celos pueden esconderse durante mucho tiempo. | Imagen de: JD Mason.

 

Hablar de celos no siempre implica hablar de una única causa que los genere. Como cualquier conducta de otra naturaleza, existen diferentes tipos de celos que pueden tener varios tipos de desencadenantes que los eliciten.

Vamos a analizar con más profundidad de qué forma pueden manifestarse estos comportamientos de corte posesivo.

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¿Qué son los celos?

Los celos son sentimientos negativos que se expresan en diferentes ámbitos, aunque al que más típicamente se asocian es al de la pareja. Generalmente, traen consigo sentimientos de sospecha (que pueden estar infundadas)  de que el partenaire ya no siente el mismo cariño por el otro miembro y que quiere a otra persona.

No obstante, los celos no están adscritos únicamente a las relaciones amorosas, pues pueden aparecer en cualquier situación en la que exista cualquier vínculo entre dos personas. Por ello, vamos a hablar de otros tipos de celos con los que podemos topar.

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Los 5 tipos de celos y sus características

A continuación presentamos un pequeño resumen sobre qué tipos de celos existen y de qué manera podemos detectarlos.

1. Celos relacionales

Nos encontramos aquí con dos tipos de celos que se establecen en momentos críticos para la persona que los puede padecer, como son la etapa de apego materno y el emparejamiento.

Pertenezcan a una categoría u otra, se generan por la aparición de interferencias, normalmente en forma de un tercer individuo, que impide que el celoso reciba toda la atención y cariño demandados; llegando a percibirlo como una amenaza. Por ello,  se trata de un tipo de celos que pueden ser muy dañinos para la autoestima y que, de acuerdo con el patrón relacional establecido, la intensidad con la que se hayan sentido o la (in)capacidad para gestionarlos, pueden determinar las relaciones posteriores.

1.1. Celos en la infancia

Aparecen en infantes de pocos años o en preadolescentes. Según Freud, la primera fuente de celos es el padre, que llega a ser visto por el pequeño como un enemigo que se interpone entre él y la madre; una idea que le ayudaría a formular su hipótesis del ‘complejo de Edipo / Electra’.

Igualmente, es cierto que la madre, al ser la persona con la que se desarrolla un vínculo tan cercano, llega a verse como el principal proveedor de afecto y de sustento, por lo que el el niño considerará que su bienestar depende de que la madre esté por él o no. No obstante, con la aparición de hermanos suelen generarse este tipo de celos, ya que el niño o niña en cuestión siente que el nacimiento del cuarto en discordia, será una amenaza para la estabilidad que tenía lograda y acaparará todos los cuidados que antes él ostentaba.

Por ello, los tipos de celos infantiles se caracterizan por el reclamo y exigencias constantes hacia cualquier figura de autoridad dentro del núcleo familiar más próximo, ya que no toleran un recorte en los privilegios que hasta ese momento recibían.

1.2. Celos de pareja

Avanzamos en las etapas del desarrollo para encontrarnos con el que es el tipo de celos que más preocupan, probablemente por la dificultad de gestionarse.

Los celos de pareja aparecen cuando uno de los dos miembros (o ambos) recelan del otro o de sí mismos, cuando se sienten incapaces de potenciar su atractivo. Así pues, los celos en la pareja emergen motivados por ciertos sucesos de los que el celoso desconfía y, poco a poco, van incrementándose por sospechas cada vez más injustificadas. Con todo ello,  la relación va deteriorándose y volviéndose insostenible, ya que el celoso puede acabar viendo fantasmas donde en realidad no los hay.

Tal y como mencionábamos al comienzo, este tipo de celos está carcterizado por su alto grado de posesividad, ya que la pareja  se convierte en un medio que proporciona el cariño y consideraciones que el miembro celoso demanda, cuya concepción de pareja se basa en la idea errónea de que él o ella es el centro del universo, y sus prioridades deben ser atendidas antes que cualquier otra cosa. Sin duda, este esquema de pensamiento y conductual aflorará en las siguientes relaciones en las que se embarque.

2. Celos vitales

Más allá de la posibilidad de tener una relación de intimidad en el grado deseado, en este apartado encontramos aquellos tipos de celos hacia personas que son capaces de resultar más atractivas para los demás y de cuyos logros se tiene envidia. Así pues,  cualquier triunfo ajeno menoscaba por momentos la autoestima de la persona celosa, cuya autoimagen se ve dañada al verse menos capaz de lograr sus objetivos.

2.1. De autorrealización

Una de las necesidades de la vida adulta que aspira a ser cubierta, es la que tiene que ver con la autorrealización, es decir, con el logro de nuestras aspiraciones tras un esfuerzo invertido.

Es habitual que las personas celosas de esta clase, consideren que el resto tienen una vida más plena que la propia, que se ve como insulsa y vacía de contenido si se compara con las de otros. Para tratar de apaciguar este sentimiento negativo, cualquier aspiración personal (si es que la hubiera), pasa a un segundo plano, convirtiéndose en prioridad absoluta la imitación del estilo de vida anhelado; como si el envidiado tuviese la fórmula exacta para la felicidad y la realización personales.

2.2. En el ámbito laboral

El lugar de trabajo es otro de los campos donde se puede desarrollar uno de los tipos de celos más frecuentes e intensos que se pueden experimentar. En este caso, tiene que ver con la posición que ocupa la persona en relación al resto de trabajadores  y al conjunto de la empresa.

De esta manera, como ocurre con los celos de autorrealización, cualquier ascenso o beneficio ganado por otro compañero, es visto como una injusticia que debería concedérsele al celoso, quien cree fervientemente que hay motivos para recibir tales privilegios, aun cuando no sea así.

Evidentemente, esta clase de celos repercute negativamente en el ambiente de trabajo, perjudicando el compañerismo y la cordialidad entre trabajadores; mientras aumenta la desconfianza y la desmotivación en lo que se hace.

3. Celos patológicos

Sentir cualquiera de los tipos de celos que hemos detallado, puede ser hasta cierto punto comprensible (que no justificable), así que tampoco nadie crea que los tratamos de alentar.  La cuestión es que, mientras no lleguen a ser incapacitantes o excesivamente invasivos y los sepamos manejar, no tenemos motivos para el alarmismo.

Ahora bien, si alimentamos aquellas creencias y concepciones que legitiman los celos, como un fuego avivado por gasolina, éstos se agravarán; comprometiendo seriamente la relación con quienes nos rodean.

Si un miembro de la pareja espía el móvil del otro en busca de pruebas que confirmen sus delirios, cuando sienta que se compra ropa para gustar a terceros, al igual que quien considere que Juan tiene una vida más plena porque se la pasa viajando y  tiene éxito con las chicas, así como el que se crea que han ascendido a Adrián para un cargo que nadie más que él/ella merece; es cuando hablamos de ‘celos patológicos’.

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