Cuando le gustamos a alguien y lo sabemos, parece que todos nuestros defectos y lo que nos disgusta de nosotros mismos queda relegado a un segundo plano. Esa persona que se siente atraída por nosotros se ha fijado en otros aspectos de nosotros que valora más y que directamente hemos pasado por alto; lo cual no quiere decir que no haya cuestiones que tampoco acabe de aprobar.
Si alguien va detrás de nosotros, nos sentimos halagados y aumenta nuestra autoestima, que es a fin de cuentas el juicio sobre el valor de nuestra persona. Por otro lado, la autoimagen, o la percepción de nuestras características físicas (altura, peso…), apariencia o forma de vestir, también se ve reforzada. Así pues, directa o indirectamente, transmitimos nuestra mejor cara.
A veces esta atracción se ve correspondida y de ella surgen romances pasionales que no van más allá de un bonito recuerdo; o que fructifican y desembocan en relaciones sentimentales duraderas. En otras ocasiones, simplemente acaban en desastre.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando una de las dos partes no siente lo mismo? Hay personas que van detrás de alguien con quien no tienen ninguna posibilidad de éxito y aún así continúan insistiendo. Por otro lado, existen también otras personas con una necesidad malsana por alimentar su ego a base de dejar que quien tiene interés por ellas se arrastre y les adule continuamente, aun sabiendo que nunca van a conseguir nada más.
Vamos a intentar explicar por qué los individuos “gustados” buscan constamente la admiración y por qué el interesado no puede dejar de besar el suelo por el que la otra persona pisa, intentando descifrar cuál es el papel de cada participante en este juego de dependencias.
Dependencia emocional: “Ni contigo, ni sin ti”
Esta es la cruda realidad a la que muchas personas se enfrentan: amar a una persona o sentir atracción por quien no quiere nada más que una simple amistad. Los hay con la suficiente entereza como para saber cuándo es el momento de dejar de insistir una vez saben lo que hay. Pero otros individuos, en lugar de hacerse a un lado y centrarse en otras facetas de la vida, continúan insistiendo a pesar de no obtener más que rechazos continuamente.
¿Por qué ocurre esto? La explicación está en la dependencia emocional. Ésta se observa cuando quien la padece siente una necesidad, casi patológica en según qué casos, de recibir afecto, halagos y la aprobación de la otra parte. Como pasaría con una persona con problemática de consumo de drogas o alcohol, la dependencia emocional se sirve de mecanismos de refuerzo positivo. El efecto que recibe el dependiente emocional ante cualquier muestra de cariño por pequeña que sea, es el mismo que un alcohólico al tomar un trago, o al de un drogadicto consumiendo.
Las personas dependientes emocionales sienten que tienen que ser el centro de atención de los demás en cualquier ámbito, incluido el sentimental y de la pareja; no pueden concebir que los de su alrededor no estén pendientes de ellos las 24 horas o que tengan otros intereses. El dependiente emocional siempre tratará de drenar las energías de los demás, así que cuidado con convertirnos en un instrumento para su goce.
Cuando dos personas son dependientes emocionales
¿Y si dos personas dependientes emocionales no son pareja y una de ellas se siente atraída por la otra y esta otra no? Entonces estamos en un caso de codependencia emocional: una relación en la que se establece un vínculo común que se retroalimenta por ambos lados. No se busca otra cosa que el refuerzo propio mediante la instrumentalización del otro. De esta forma es como se mantiene esta unión de conveniencia.
En las relaciones de codependencia emocional, la persona interesada ansiará cualquier muestra de aprecio que provenga de la persona amada como recompensa a su devoción; y eso fortalecerá su idea de que debe permanecer siempre fiel al lado de quien le gusta (o detrás, según se mire). Esto le servirá de pretexto a la persona querida para seguir comportándose de forma que mantenga bien atado al otro, así que continuará premiándole con pequeñas dosis afectivas para este fin. Como vemos, el círculo vicioso se nutre por los dos bandos.
La persona deseada fingirá un interés genuino por su admirador/a, haciendo que el otro implicado mantenga viva su ilusión mediante estas pequeñas recompensas. En ocasiones, el individuo atraído ve que está siendo manipulado y puede o no hacer algo al respecto; pero en otras no le interesa darse cuenta de la obviedad.
La cuestión es que ninguno de los dos puede desengancharse, ya que se niegan a perder este pilar de apoyo que la otra persona supone para ellos.
Explicación a la dependencia emocional
Se cree que los dependientes emocionales son así debido a una autoestima baja que provoca que se desvaloricen ante los demás y se consideren inferiores. Como por sí mismos son incapaces de percibirse de forma más o menos positiva, tantean a los demás para lograr que éstos aumenten.
La dependencia emocional se manifiesta en prácticamente todos los ámbitos de la vida de la persona que la sufre. Como venimos comentando, uno de los entornos donde puede percibirse fácil es en el de las relaciones. Con frecuencia, el dependiente emocional tenderá a emparejarse a lo largo de su vida con personas dominantes a las que pueda someterse y apegarse. Esto acentuará la situación, pues quien ejerza el rol dominante, también se encasillará más en su comportamiento.
De igual manera se podrá observar este comportamiento subordinado en el trabajo, con la familia o los amigos, pero expresado de otras formas, aunque sea de una misma naturaleza.
Las nuevas vías de los dependientes emocionales
¿Estamos deshumanizándonos entre todos poco a poco sin saberlo o sin querer evitarlo? Queremos creer que todavía queda gente que es genuinamente buena y altruista, que no actúa únicamente con tal de aprovecharse de los demás para intentar suplir ciertas carencias emocionales.
No obstante, el panorama que observamos a nuestro alrededor parece bastante desalentador. Las redes sociales son ahora un altavoz ideal para que los dependientes emocionales lancen su grito desesperado de ayuda en todas direcciones. La publicación masiva en sus perfiles de fotografías, frases superfluas y opiniones personales en busca de likes y comentarios positivos de “amigos” y “seguidores” es la nueva vía para llenar el vacío existencial que estos mendigos emocionales no consiguen llenar de suficiente afecto en su interacción con los demás.