Hay personas que necesitan tomarse un descanso en su jornada durante unos minutos. Si madrugamos mucho y además postergamos el momento de irnos a la cama por las noches; al día siguiente, cuando llega mediodía y hemos acabado de comer, muchos optamos por echar una cabeza para seguir afrontando las horas que nos quedan por delante.
Dormir la siesta significa a veces la diferencia entre seguir funcionando a pleno rendimiento o ir bostezando en cada esquina. Partidarios y detractores de la siesta debaten acerca de si es mejor dormir unos minutos después de comer y después continuar con la rutina; o bien no realizar este pequeño descanso.
Nos disponemos a hablar de esta costumbre tan necesaria como a la vez prescindible, vamos a analizar ambos puntos de vista y a ver qué tiene de beneficioso la siesta. Además, añadiremos algunas recomendaciones para que no se nos vaya de las manos.
Argumentos a favor
Dicen que es una costumbre muy española y que apenas se practica fuera de nuestro país. Bien, tal vez en algunas zonas mediterráneas también; sin embargo, parece que el apelativo spanish siesta no es aleatorio. Ya hemos dicho que para muchas personas es casi obligado parar un rato a mediodía tras la comida. Veamos qué razones dan los que prefieren dormir la siesta:
1. Recarga energía
De acuerdo con el que parece ser el argumento más defendido de todos, destinar unos minutos a la siesta les ayuda después a continuar eficazmente con sus tareas. Aseguran que, de no hacerlo, se sienten cansados, con sueño y torpes; por lo que no rinden a plena capacidad. Como pasaría con un coche que necesita repostar cada ciertos kilómetros, también hay personas que utilizan la siesta como su particular forma de cargar baterías.
2. Es una forma de desconectar
Ante el frenético ritmo de vida que impera actualmente, con horarios que muchas veces empalman una actividad con otra y que nos obligan a estar yendo de arriba a abajo constantemente; la siesta sirve para tomarse un respiro y relajarse. De esta forma, lo que resta de jornada se plantea de manera más calmada. Y esto es algo que las personas que no toleran bien el estrés agradecen.
3. Mejora el humor
Los simpatizantes de la siesta coinciden en que su humor no se ve tan alterado después de la siesta. Este punto guarda cierta relación con el anterior, ya que muchas veces se junta un horario laboral demasiado exigente, poco rato para comer y ningún momento de descanso suficientemente reparador. Y cuando esto falta, se nota: las personas nos volvemos más irritables e intratables.
Argumentos en contra
Visto y analizados cuáles son las argumentaciones favorables a la siesta, veamos ahora qué dicen los que se oponen a ella:
1. La siesta quita sueño por la noche
Tal vez se trate del argumento más sostenido por los detractores de la siesta. Conforme a lo que dicen, dormir la siesta impide que por la noche puedan conciliar el sueño con normalidad, con lo cual acaban durmiéndose tarde y por ello, despiertan por la mañana temprano sin haber descansado lo suficiente debido a la pérdida de horas de sueño.
2. La siesta te deja atontado
Los “antisiesta” prefieren continuar del tirón con sus quehaceres sin detenerse ni un minuto. Para ellos, el parón que implica dormir, por poco rato que sea, les dificulta después para retomar con normalidad el ritmo de trabajo que llevaban.
3. Siento que pierdo el tiempo
El tiempo es un concepto muy valorado, básicamente porque nos han enseñado que no se recupera. Por eso, les da la sensación de que esta pausa de reposo previo a la tarde lo pueden invertir en algo más productivo.
Consejos para beneficiarse de la siesta
Como habrás podido comprobar, somos más de la rama a favor de dormir la siesta. Ahora bien, aunque reconozcamos sus beneficios, hay una serie de consideraciones a tener en cuenta para que dormir un poco cada día no te perjudique:
1. Duración de la buena siesta
No debería sobrepasar los 20 ó 30 minutos de duración. Dedicarle más tiempo a la siesta sí que puede ser perjudicial, ya que realmente hay riesgo de abotargamiento y de pérdida de sueño por la noche. Además, recientes estudios asocian la costumbre de echar siestas largas (40 minutos o más) con distintas patologías metabólicas a largo plazo.
2. Apagar móvil
Básico. Este punto va dedicado para los que no pueden vivir sin su teléfono celular. Tumbarse durante el rato recomendado para la siesta acompañado de estos dispositivos no hace más que impedir que la vista descanse como lo haría si nos limitásemos a mantener los ojos cerrados, con lo que probablemente después tendremos dolor de cabeza y pesadez toda la tarde.
3. Escoger bien la hora
Se aconseja que sea después de comer, pero no inmediatamente, ya que hay que dejar reposar la comida antes de tumbarnos. Tenemos que dormir la siesta a una hora lo más prudente posible con tal de que no altere demasiado nuestras pautas de comportamiento habitual; de modo que si es media tarde, aconsejamos tratar de aguantar sin echarse la siesta para que luego no nos cueste coger el sueño por la noche.
4. Buscar el sitio adecuado
Lo ideal sería encontrar un espacio que favorezca el descanso. Si pudiera ser, que se tratase de nuestra propia cama o sofá de casa; y que haya el menor ruido a nuestro alrededor. No tiene sentido intentar conciliar el sueño si el ambiente es excesivamente estruendoso o hay mucho movimiento. Si te encuentras fuera de tu hogar, es difícil dar con un sitio así. No pretendemos contribuir a la vagancia, pero incluso sentado a una mesa o escritorio, puedes tener una siesta de lo más reparadora. Y créenos, que la sensación al despertar es de total renovación.
Comentario final sobre la siesta
Ya has visto a grandes rasgos qué beneficios te puede reportar el dormir la siesta, ahora depende de si te animas a probarla aunque seas de los que cree que no puede dormirse ni aunque se lo proponga; o si bien te echabas la siesta sin saber que te puede ser algo favorable para el día a día. Así pues, ¿siesta sí o siesta no?