Las 10 asesinas más despiadadas de la historia que casi escapan

Aquí reunimos a las mujeres asesinas más despiadadas y macabras de la historia.

Las asesinas más despiadadas de la historia cuyos relatos te estremecerán.
Las asesinas más despiadadas de la historia cuyos relatos te estremecerán. | luxstorm.

Cuando pensamos en crímenes horribles que se han vuelto famosos por su crueldad y  malicia, casi siempre suele pensarse en asesinos varones. Son muchos los nombres de asesinos en serie que han calado en la historia de la criminología y que nos vienen a la cabeza rápidamente (Ted Bundy, Jeff Dahmer, Ed Kemper, Ed Gein…). Sin embargo, también hay mujeres asesinas.

Aunque algunas tienen carreras criminales menos prolíficas que las de sus colegas hombres, las protagonistas de la lista de hoy no se lo pensaron dos veces a la hora de dar rienda suelta a su instinto asesino.

10 asesinas que por poco se salieron con la suya

Estas asesinas tuvieron la suficiente desfachatez para seguir adelante con sus vidas sin sentir remordimientos por lo que hicieron. Entregarse a las autoridades o confesar los crímenes nunca fue una opción para estas escurridizas homicidas.

10. Leigh Anne Sabine

Esta asesina consiguió un crimen casi perfecto. Esta enfermera se casó con John Sabine, un hombre diez años mayor que ella al que había estado cuidando cuando él estaba ingresado en el hospital. En 1997, ésta decide que ya no aguanta más a su devoto esposo. Ni corta ni perezosa, una noche que John se acababa de acostar, su mujer le golpeó salvajemente en la cabeza con una rana de piedra  de las que decoraba su jardín.

Al comienzo, la asesina mintió sobre el paradero del hombre diciendo que se había fugado con otra mujer. Como pasaron los meses y nadie sospechaba de Leigh, ésta comenzó a pavonearse y a bromear sobre lo famosa que se haría cuando se descubriera que había asesinado a su marido. Tanto a amigos, vecinos o a su misma peluquera, les decía que mató a su hombre y la manera cómo lo hizo.

En 2015, ya fallecida, uno de sus vecinos se coló en la casa de Leigh y la registró a fondo hasta dar con una bolsa en el ático (que casualmente le había ayudado a subir a la mujer) que contenía los restos momificados del malogrado marido, que seguía llevando el mismo pijama. He aquí la ironía del destino: sin necesidad de montar una elaborada coartada, más aún, alardeando de su crimen sin complejos, Leigh murió sin levantar sospecha.

9. Lakhvir Singh, la asesina del curry

Esta es una historia sobre lo que puede llegar a hacer el despecho amoroso. Tras separarse de su marido y descubrir que éste  llevaba 16 años manteniendo un romance secreto con una mujer más joven, Lakhvir Singh, planeó una fría venganza. 

El plan de la asesina consistió en viajar hasta la India desde el mismo Reino Unido, para comprar acónitos, una de las plantas más venenosas del mundo que contiene una toxina capaz de enlentecer el ritmo cardíaco hasta morir.

Ya de vuelta, pudo colarse en casa de su ex y echar el veneno en un plato de curry que había en la nevera. El problema para la asesina del curry fue que el tóxico no actuó tan rápido como esperaba, ya que el sentenciado ex marido fue capaz de llamar al Teléfono de Emergencias y acusar a Lakhvir de estar detrás de todo antes de morir. La pareja de él sí logró sobrevivir y por fortuna, Lakhvir Singh fue sentenciada a 23 años de prisión.

8. Hazelynn Stomps

Al contrario que el caso de la asesina Leigh Anne Sabine, que no tuvo problemas en revelar la verdad, a Hazelynn Stomps no le fue tan bien. Decidió asesinar a su marido para cobrar el seguro de su muerte y pagar así las deudas que acumulaba.  Jerry Stomps recibió un tiro a bocajarro y su cadáver fue incinerado  hasta quedar reducido a unos pocos restos óseos.

Cometido ya el crimen, Hazelynn reportó en comisaría la desaparición del marido, al que buscaron durante cinco días. Cuando la policía halló los restos y el arma del crimen, Hazelynn parecía estar en un callejón sin salida, pero se inventó una coartada según la cual su marido había sido secuestrado y ella, lanzada a un río desde un puente. La rotura de su cadera se produjo cuando los atacantes la lanzaron a un río desde un puente.

A pesar de su intrincada historia, se descubrió que Hazelynn se se había roto la cadera antes de la fecha en que situaba el supuesto secuestro de Jerry. Una historia que demuestra que para inventarse una elaborada coartada hace falta tener muy buena memoria.

7. Las enfermeras asesinas

Vamos ahora con dos asesinas demenciales y enamoradas, Gwendolyn Graham y Cathy Wood. Estas amantes trabajaban en el asilo Alpine Manor, donde perpetraron los asesinatos de varios residentes. Su método favorito era el ahogamiento, ya que no dejaban pruebas de ello y podían alegar que los ancianos habían muerto durante la noche. Para las dos enfermeras, matar era una forma de fortalecer su vínculo.

Cuando parecía que iban a quedar impunes, ya que no se interpuso ninguna denuncia al respecto. Pero el cuento de amor, un día, llegó a su fin; y Wood fue a la policía a confesar los crímenes, lo que le valió una reducción de su condena.

6. Waneta Hoyt

Un suceso tan macabro como enfurecedor es el de esta madre que, entre los años 60 y 70 asfixió y asesinó a cinco de sus seis bebés. Durante 20 años se creyó que los pequeños habían fallecido víctimas del Síndrome de la Muerte Infantil Súbita, una de las principales causas de muerte en bebés entre un mes y un año de vida.

Pero la desalmada asesina confesó los asesinatos cuando su caso fue estudiado para llevar a cabo una investigación sobre la afección que se había llevado a los lactantes de Waneta. Al parecer, no podía aguantar los llantos de los bebés y los asfixió para que dejaran de hacerlo. El destino castigó a la asesina de bebés con un cáncer de páncreas que acabó con su vida en 1998, cuatro años después de ser descubierta. Una injusticia, la verdad.

5. Genene Jones

De nuevo, una enfermera al cuidado de los que lo necesitan es la asesina. Genene Jones trabajaba vigilando a los bebés del ala de un hospital. Esta asesina, captar la atención y adquirir renombre, se dedicaba a pinchar a los bebés con heparina, una droga anticoagulante que hacía padecer parálisis cardiacas a los bebés. Durante la crisis médica, Jones aparecía de repente para salvar a los pequeños, ya que sabía perfectamente qué era lo que les ocurría, pues ella tenía la culpa.

Muchos padres la adoraron por evitar la muerte casi segura de los recién nacidos, pero Jones no siempre tuvo tanta suerte, pues algunos de los bebés murieron. El hecho de que muchos fallecieran durante su guardia no fue suficiente para poner a la enfermera en el punto de mira de la sospecha.

El macabro pasatiempo de Genene Jones llegó a su fin cuando se encontraron marcas de punzadas en botellas de succinilcolina, una sustancia utilizada como anestésico relajante muscular a la que únicamente ella tenía acceso.

4. Darya Saltykova

Un ejemplo del clasismo que imperaba durante la edad moderna. La particular forma de combatir el aburrimiento de esta mujer de la aristocracia rusa era asesinar a sus criados. Aunque la cuenta asciende hasta casi 140 víctimas mortales a manos de la sangrienta noble, sus actividades se pasaron por alto, de ahí que lograra matar a tantas personas.

Finalmente, fue la Emperatriz Catalina II la que le paró los pies a Saltykova, quien tuvo la suerte de librarse de la pena de muerte, ya que se abolió unos años atrás. Su castigo fue pasar una hora de pie en una plataforma situada en una plaza pública de Moscú, con un cartel colgado al cuello que rezaba: “esta mujer ha torturado y asesinado a personas”. Después de eso, pasó el resto de su vida confinada en un convento.

3. Dagmar Overbye

En Dinamarca, Dagmar Overbye se dedicaba al cuidado de bebés y a hacer de niñera. Pero al parecer, esta vida entre gritos y lloros la hartó sobremanera, de modo que comenzó a matar a los críos que tenía bajo su responsabilidad. Al comienzo los mataba estrangulándolos, ahogándolos en la bañera o … asándolos en un horno.

De los 25 niños y niñas que mató, pudo ser acusada del asesinato de tan sólo 9, por lo que se la recluyó de por vida en prisión tras lograr evitar la pena de muerte.

2. Tillie Klimek, la viuda negra

Colocamos en el segundo puesto en este listado de asesina a la viuda negra. Esta era aficionada a envenenar mediante arsénico. Pese a que se le atribuyeron en su día capacidades de médium, lo cierto es que Klimek gustaba de bromear y advertir a sus víctimas de que iban a morir en pocos días.

La gente comenzó a pensar que tras morir tres de sus maridos, tal vez Tille tuviera algo que ver, lo que se confirmó con la exhumación de los cadáveres. Muy médium no sería si no fue capaz de prever su detención, ¿no?

1. Erzsébet Báthory, la Condesa Sangrienta

No, no es ningún título nobiliario o licencia que nos hayamos tomado, sino el apodo real que recibió Erzsébet Báthory. Esta joven húngara de buena cuna estaba fascinada con la sangre, ya que para ella, beberla y realizar tratamientos de belleza con este líquido era lo que necesitaba para mantenerse siempre joven y hermosa.

Con tal de que su descabellado plan para la eterna juventud saliera bien, Erzsébet raptaba a chicas jóvenes de las aldeas que rodeaban su hogar y les extraía la sangre, llenando bañeras enteras para meterse desnuda durante horas. A pesar de su estatus social, fue detenida y condenada a ser emparedada hasta morir. No se sabe cómo, pero logró mantenerse con vida durante cuatro años.

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