8 historias de vampiros reales de todo el mundo

En todo el mundo hay leyendas sobre vampiros, pero solo unas pocas son ciertas.
Dependiendo de lo que entendamos por vampiros, estos pueden o no existir.
Dependiendo de lo que entendamos por vampiros, estos pueden o no existir. | Imagen: Adina Voicu.

Solemos decir que la realidad supera la ficción. Y no es para menos, ya que gran parte de las historias que se contaban para asustar a niños (cuando se explicaban cuentos para conocer el pasado, explicar el presente y predecir el futuro), parten de rituales reales que trataban de evitar que los difuntos volvieran a caminar entre los vivos para llevar a cabo su sangrienta venganza por una muerte injusta o prematura.

8 espeluznantes leyendas de diferentes orígenes sobre vampiros

Aquí va una recopilación de varias leyendas que tienen que ver con el mito del vampirismo. Podrás comprobar que no se trata de historias inventadas que se cuenten desde hace poco tiempo, algunas son milenarias.

8. El cuento de los Ch'iang Shih

Viajemos hasta China, cuyo folclore ha representado a los vampiros con grandes garras en forma de gancho y ojos rojos. El nombre ch’iang shih significa algo así como “saltador de cuerpos”  y se refiere a los espíritus malignos de personas que habían muerto de forma trágica y que, según la tradición, habían sido enterrados con los pies atados; de ahí que se desplazasen dando brincos.

7. Vampiros durante la Peste

En los años de la peste existía el rumor de que los vampiros vagaban por las calles de las ciudades y pueblos alimentándose de los cuerpos de los fallecidos que esta enfermedad tan contagiosa se llevaba. Cuando alguien que se creía había practicado el vampirismo moría, se enterraba con piedras metidas en la boca y garganta.

6. El Ekimmu

La leyenda del Ekimmu data de 4000 años antes de Cristo. Es un mito de los antiguos sumerios y babilonios de acuerdo con el cual un ekimmu (o espíritu de una persona muerta prematuramente, de forma violenta o cuyo cuerpo no ha recibido una correcta sepultura) vuelve al mundo de los vivos. ¿El motivo? No haber podido traspasar las puertas del inframundo. Como represalia, los ekkimu vagarán por la tierra de los vivos en busca de víctimas  para chuparles la sangre.

5. La leyenda del Ka

Aunque parezca increíble, en el Antiguo Egipto también hubo leyendas sobre el vampirismo. Conforme a la tradición, el Ka era una de las partes en las que se dividía el alma. Producto de la mano del Dios artesano Jnum, quien utilizaba su torno con precisión de alfarero para dar forma a esta parte del alma, el Ka se entregaba nada más nacer a los faraones y dioses. Una de estas deidades era la diosa Sekhmet, conocida por su gusto por la sangre.

Según el Libro egipcio de los muertos, cuando alguien moría, debían depositarse alimentos en su tumba para el Ka. Si éste no recibía dichas ofrendas alimentarias, abandonaría la tumba para ir en busca de víctimas y así nutrirse de su sangre. Además, si las necesidades del Ka no eran cubiertas, el difunto no podría acceder a la vida eterna que aguardaba tras la muerte.

4. El Hombre del Saco

Esta figura, utilizada para amenazar a los más pequeños con portarse bien si no querían que el “Hombre del Saco” se los llevase y no se supiese más de ellos, está basada en los “sacamantecas”. Aunque no es bien bien una historia sobre vampiros (no se sabe de ningún “sacamantecas” con fijación por la sangre para su consumo), sí que tiene que ver con supuestas cualidades mágicas que, durante siglos, se atribuyó al líquido rojo.

Los “sacauntos” eran hombres sin escrúpulos que raptaban a los niños de las aldeas españolas para asesinarlos, extraerles la grasa, utilizarla como base para productos cosméticos y venderlos a la gente pudiente.

3. Los muertos vivientes

A lo largo del noroeste de Europa, los dólmenes (las famosas construcciones hechas de grandes rocas típicas de la Edad de Piedra) se colocaban encima de tumbas con tal de preservar a los muertos en su interior para que no se alzaran. El mito de los muertos que se levantan de su tumba ha tenido su máxima expresión en la cultura popular occidental gracias al séptimo arte con el género zombie.

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2. Vlad el Empalador

Esta es la célebre leyenda de Vlad Tepes, “Vlad el Empalador”, “Vlad Draculea” o, directamente, “Drácula”;  según quién cuente la historia.  El príncipe transilvano fue también un gran adepto al consumo de sangre, especialmente la de los adversarios que morían por su espada. De acuerdo la leyenda y con varios escritos históricos que también dan fe de ello, el príncipe Vlad hacía uso del empalamiento como método de castigo a enemigos y traidores de su corte.

Fuente de inspiración para Bram Stoker y su novela de terror romántica Drácula, Vlad Tepes ha supuesto el germen de todo el mito del vampirismo que nos ha llegado hasta nuestros días, al menos en la cultura occidental.

1. La Condesa Sangrienta

Finalmente, damos con la historia más cruda sobre vampiros. En Hungría, durante la baja Edad media, la condesa Erzsébet Báthory, famosa también por el apodo de “la Condesa Sangrienta”, se volvió una adepta a tratamientos de belleza que utilizaban como base la sangre. Según creía, la sangre contenía propiedades que ayudaban a preservar la belleza y alargaban la vida.

Ya en la adolescencia, Erzsébet (o Elisabeth), se inició en rituales oscuros y de hechicería con el pretexto de mantenerse siempre hermosa a pesar del paso de los años. Sus delirios por la sangre la llevaron a asesinar a jóvenes puras de las aldeas y pueblos próximos a su palacio para beberse su sangre. Más aún, tras drenar de los cuerpos de las víctimas todo el líquido rojo, llenaba bañeras enteras con la sangre extraída y se remojaba durante horas para sacar el mayor provecho posible de la hemoglobina.

Tras cientos de desapariciones de las chicas de la región, se descubrió lo que ocurría: la excéntrica condesa estaba detrás de todo. Tras ajusticiar a sus hechiceros personales, que habían contribuido a  la muerte de las muchachas y realizado los rituales de magia negra, Erzsébet Bathory fue condenada a ser emparedada en vida.

Cuatro agónicos años después de permanecer inmovilizada entre paredes, donde apenas veía la luz solar a través de una pequeña rendija en el techo, la “Condesa Sangrienta” murió. Nunca se arrepintió de los crímenes.

El vampirismo según la ciencia

La medicina siempre ha tratado de explicar los síntomas que culturalmente se han vinculado con el vampirismo. La hematodipsia es el nombre que se ha dado a la parafilia que genera un deseo casi sexual por la sangre y que aquejaba a nuestros “queridos” Vlad y Erzsébet.

Otras patologías como la porfiria causan en la piel una gran sensibilidad a la luz del día y hacen que los colmillos adquieran un tono rojizo, cualidades vinculadas a los vampiros según muchas supersticiones.

Otro dato curioso tiene que ver con los espasmos que muchas veces aparecen en cuerpos que llevan horas muertos: fruto de la descomposición, los cadáveres pueden mover brazos y piernas (incluso erguirse y quedarse sentados). Los ladrones de tumbas solían asustarse cuando abrían los ataúdes y, de repente, el cuerpo daba una violenta sacudida.