Belchite: el sordo eco de la Guerra Civil Española

Sus habitantes narran sucesos paranormales, pero la historia real de Belchite es aún más inquietante.

La historia de Belchite es tan triste como trágica.
La historia de Belchite es tan triste como trágica. | Wikimedia Commons.

Hoy en día no quedan más que las ruinas y los inmuebles medio derruidos, testigos mudos del conflicto armado, de la tragedia que nunca debió ocurrir. Se trata de Belchite, una pequeña localidad a 40 kilómetros de Zaragoza, en pleno corazón de Aragón.

Este pueblo es uno de los miles de puntos negros que hay en España que ofrecen testimonio de lo que supuso la Guerra Civil, dejando una marca imborrable en nuestra historia fruto de la desolación que allí ocurrió. Un municipio lleno de vida, arrasado hasta los cimientos.

En las siguientes líneas vamos a conocer cómo fue desarrollándose este episodio tristemente célebre de la Guerra Civil del 36; así como a indagar en los  supuestos fenómenos paranormales que parece que ocurren.

Contención a las acometidas republicanas

Durante la Guerra Civil Española, las Brigadas Internacionales capitaneadas por el general Pozas avanzaron por las tierras aragonesas conquistando distintas localidades. Uno a uno, estos pueblos iban cayendo bajo su dominio… Hasta que dieron con uno que ofreció resistencia: Belchite.

Las tropas franquistas se parapetaron en Belchite y lograron contener el avance republicano, manteniendo a los enemigos en los márgenes. Entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937, se desarrollaría en Belchite una cruenta batalla que acabó con miles de vidas.

A medida que el sitio republicano crecía, más lo hacía el aguante del bando nacional, cuyos soldados se servían de los edificios para colocar estratégicamente su artillería, así como de sacos de arena y rocas para cortar diferentes vías de acceso al pueblo.

Los republicanos atacan Belchite

A pesar de reprimir con éxito las primeras acometidas, los cortes en el suministro de agua y víveres hacían presagiar que el bando republicano no tardaría en decidirse a tomar Belchite.

Y así fue: los seis mil sitiados, entre los que se contaban falangistas y militares sublevados a partes iguales,  capitaneados por el alcalde Alfonso Trallero, no pudieron evitar ir perdiendo terreno.

Tras lograr romper el cerco que habían creado los militares alrededor de Belchite y arrinconarlos, fue el turno de la aviación, que bombardeó el núcleo urbano con tal de causar las mayores bajas posibles para acelerar la toma del pueblo. Los lanzamientos de obuses desde los aviones se combinaron con el asalto casa por casa para dar caza, uno por uno, a los soldados sitiados.

Belchite cae

Hacia el 4 de septiembre se ordena la evacuación de los civiles, mientras los pocos reductos de la resistencia sublevada continúan peleando sin esperanzas. Un día más tarde, cejan en su empeño, se acaba la resistencia y los franquistas tratan de huir despavoridos en todas las direcciones. La mayoría serán tomados como prisioneros o fusilados. Belchite había caído en manos republicanas.