El azúcar es un elemento que endulza nuestra vida y hace que los alimentos sean muy apetecibles. Ahora bien, el consumo recomendado ronda los 0,5 gramos al día para un adulto, aunque la Organización Mundial de la Salud lleva tiempo intentando reducir este nivel a la mitad.
Si analizamos la dieta de una persona escogida al azar que no tenga demasiados miramientos a la hora de considerar qué es lo que se mete en el cuerpo, detectaremos que gran parte de lo que come lleva una elevadísima proporción de azúcar. Y tenemos que estar alerta e intentar reducir la dosis de los dulces que ingerimos.
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10 Productos azucarados (aunque algunos no lo parezca)
Si pensamos en productos saturados de azúcar, probablemente nos vengan a la cabeza los pastelitos, galletas, chocolates, helados o los refrescos que encontramos en cualquier supermercado.
Sin embargo, hay alimentos que salados a los que se les añaden endulzantes, aunque no sea necesario. El azúcar procesado se utiliza con el pretexto para multiplicar el sabor de los alimentos, lo que ha hecho que los fabricantes se decanten por esta opción; a pesar de que eso le reste valor nutricional al conjunto y aumente su nocividad. Teniendo en cuenta su capacidad adictiva y las repercusiones en la salud de una dieta exageradamente dulcificada, no parece una jugada demasiado limpia. Veamos varios casos:
1. Tomate en lata
El tomate triturado en lata lleva azúcar para mitigar la acidez de esta hortaliza o fruta (ya que no parece haber consenso al respecto de cuál es su naturaleza). El problema es que se le añade demasiada cantidad. Bien sea en lata o en brick, estamos ingiriendo aproximadamente algo así como unos tres terrones de azúcar.
2. Golosinas
Un gran reclamo para los más pequeños y también una fuente azucarada inmensa. De ahí que convenga introducir desde tempranas edades a los niños en la importancia de una dieta sana, equilibrada y cuanto más alejada de este tipo de dulces, mucho mejor.
3. Refrescos
No es ninguna sorpresa. Y es que beber una lata de cierta bebida gaseosa de cola es como ingerir 10 terrones de azúcar. La proporción sube hasta 14 si tomamos una botella de 0,5 litros de la marca que convirtió en rojo el traje de Santa Claus.
4. Salsas
Las salsas embotelladas (mostaza, mayonesa, chutney, barbacoa, etc.), llevan azúcar para contrarrestar la acidez del producto. Hasta la venerada salsa “césar”, que tanto se asocia con las ensaladas y, por ende, se sobreentiende como sana, pero es puro azúcar.
5. Galletas y repostería
Nada nuevo bajo el sol. Son una delicia y nos llenan el estómago en horas muertas, pero mejor que no nos dediquemos a picotear demasiada bollería industrial.
6. Bebidas isotónicas
Aunque se venden como bebidas ideales para deportistas y para todo el que quiera llevar un régimen lo más saludable posible, una botella de estos brebajes incorpora toda la cantidad de azúcar recomendable en un único día.
7. Zumos de frutas
De nuevo, una trampa para los que quieren deshacerse de este dulce sobre el que hoy hablamos. Muchos zumos contienen jugo de fruta (que ya lleva fructosa, un azúcar que no es perjudicial); pero muchos fabricantes le añaden todavía más.
Que nadie se engañe por pensar que por estar extraídos de frutas, son menos propensos a llevar azúcar libre.
8. Bebidas alcohólicas
Puede que sorprenda a más de uno, pero con un simple gin-tonic estamos ingiriendo una cantidad de calorías exagerada, puesto que las bebidas espirituosas (ron, licores, vodka, ginebra, vino, etc.) van cargadas de azúcares. Nada que decir si encima nuestro combinado es con alguna bebida gaseosa o isotónica: pura bomba dulcificada.
9. Lácteos sin grasas
Un claro ejemplo de que hay que vigilar con el etiquetado y la nomenclatura utilizada. La expresión “o% materia grasa” no implica “sin azúcar”, puesto que la sacarosa conserva el sabor intenso a frutas de muchos batidos y mantiene su cremosidad.
Pensemos en un yogur de frutas: en ese pequeño recipiente de plástico en el que se comercializan, está todo el azúcar recomendado para un único día.
10. Pan de molde
Unas tostadas con mermelada acompañando nuestro café de primera hora, un sándwich de pavo para desayunar a media mañana, mientras nos tomamos un descanso del trabajo o del estudio; son algunas de las situaciones en las que incorporamos el pan de molde a la dieta.
Al venir cortado en cómodas rebanadas se convierte en un alimento recurrente que nos puede salvar cuando el hambre aprieta; sin embargo, al azúcar que ya de por sí contiene el pan, se le añade aún más para potenciar su sabor.
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El etiquetado es la clave
De la misma forma que ocurre con el aceite de palma, las etiquetas de los alimentos pueden darnos pistas para detectar qué porcentaje de azúcares llevan (intrínsecos y añadidos).
Las etiquetas revelan el total de azúcar y el tipo del mismo, así que conviene estar al tanto de la terminología utilizada: fructosa, glucosa, dextrosa, sacarosa, miel de caña o jarabe de maíz son algunos de los ejemplos cotidianos con los que podemos toparnos. De la misma forma, tengamos en cuenta la cifra que hemos dado al comienzo: como mucho, 0,5 gramos al día. Así que toca fijarse también en el porcentaje que figura.
Action on sugar
Action on sugar es el nombre que recibe una campaña que se ha propuesto destapar cuál es la verdad acerca de los productos con azúcares añadidos para que se deje de invertir en ellos.
En su página web se incluyen contenidos de tipo informativo sobre qué es el azúcar, tipos que podemos encontrar, cómo afectan al organismo (caries, obesidad, diabetes…) y recomendaciones pueden seguir los interesados en reducir al máximo su ingesta. Cuentan además con trucos fáciles para sustituir el uso de azúcar por otras alternativas más saludables.
Esta organización, que recibe donativos de sus socios, se sirve de especialistas que han denunciado los efectos nocivos de una dieta basada en demasiada sacarosa. La meta de Action on sugar es poder alcanzar un acuerdo con las grandes indústrias alimentarias para que éstas vayan disminuyendo poco a poco los azúcares añadidos en los productos que comercializan.
Sin azúcar
Los colegas anglosajones no son los únicos motivados por esta causa. “Sin azúcar” es el nombre que recibe una iniciativa española que pretende concienciar a la población de cuál es la dosis real de azúcar contenido en muchos de los alimentos más comercializados.
De acuerdo con su impulsor, la idea es fotografiar dichos productos (propios de gigantes de la indústria alimentaria) y, al lado, el equivalente de azúcar contenido representado en terrones. El objetivo de todo no es otro que abrir los ojos al consumidor sobre cuál es la oscura realidad que yace tras la publicidad con la que las grandes corporaciones venden tan bonito y atractivo su marketing.
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