El alcohol es la droga con mayor capacidad para generar dependencia, así como una de las que peores secuelas físicas deja. No obstante, su consumo y comercialización son legales, lo que hace difícil que una persona alcohólica pueda evitar la tentación de echar un trago.
Poder pasar tranquilamente por delante de un bar sin sentir el impulso de consumir, ir al supermercado y evitar la sección de bebidas alcohólicas o entrar a una discoteca sin recibir cantidad de inputs que conminen a un alcohólico a beber, son situaciones cotidianas que se antojan imposibles cuando se padece esta adicción.
¿Qué tipo de droga es el alcohol?
El alcohol es una droga de tipo depresora, considerada así por sus efectos inhibitorios en la actividad del Sistema Nervioso Central (SNC), lo que significa que su consumo provoca somnolencia y relajación, mermando la capacidad de coordinación y atención de la persona bajo su influencia.
Otras sustancias que forman parte de esta categoría de drogas sedantes son los barbitúricos, anestésicos, opiáceos o benzodiacepinas.
Los peligros del alcohol
Debido a su gran capacidad adictiva, una persona alcohólica puede llegar al extremo de dejar de lado sus obligaciones, para centrarse exclusivamente en emborracharse, pudiendo dejarse todos sus ahorros en conseguir alcohol. Como consecuencia, esta situación repercutirá negativamente en su plano social, exponiendo al sujeto a que pueda perder su trabajo y a que la relación con sus familiares o amigos más cercanos se resienta gravemente.
Además, el alcohol deja serias secuelas para la salud, fruto de un consumo exacerbado: problemas digestivos y enfermedades cardiovasculares; así como lesiones derivadas de accidentes automovilísticos, domésticos o laborales por intoxicación etílica, posible coma y muerte.
Precisamente porque sabemos la gran lacra que supone para muchas familias y círculos de amigos, ofreceremos a continuación una serie de consejos básicos para que cualquiera que se vea en la situación, pueda ayudar a un alcohólico a enfrentarse a su problemática.
¿Cómo ayudar a un alcohólico? 8 consejos
Somos conscientes de la impotencia que genera querer ayudar a un alcohólico a recuperarse y ver cómo su adicción se va apoderando poco a poco de la persona, así que esperamos poder servir de guía con estos 8 consejos:
1. Conocer cómo funciona el alcoholismo
El alcoholismo genera una dependencia física hacia la bebida, por lo que es importante que la persona permanezca alejada de toda bebida alcohólica, con tal de poderle asistir para que se centre en otros aspectos de su vida y se vaya alejando poco a poco de su adicción.
Esta enfermedad puede incidir de diferentes maneras según el caso: algunas personas inician el consumo en dosis bajas, que van aumentando de forma progresiva hasta perder completamente el control; otros comienzan a beber ya desde la primera vez que prueban el alcohol, mientras que algunos lo beben a diario como quien bebe agua. Finalmente, existe un tipo de alcoholismo caracterizado por largos periodos de tiempo sin consumir, para hacerlo intensamente en días puntuales hasta casi perder el sentido.
Independientemente de cómo se haya iniciado, las consecuencias siempre son las mismas y la situación va a peor, pues el alcoholismo avanza por una serie de etapas de las cuales no es posible volver atrás. Es por esto que conviene reconocer cuál es el tipo de bebedor al que queremos ayudar.
2. Romper creencias establecidas con respecto al alcohol
El alcoholismo suele distorsionar la percepción de la realidad de la persona afectada, que cree que necesita beber para seguir adelante con su vida, como si éste fuera una especie de combustible sin el cual no imagina su existencia.
¿Cómo serle de ayuda al alcohólico en este caso? Sencillamente hay que romperle estos esquemas establecidos con respecto la bebida y a las supuestas ventajas que éste le aporta. Una vez se empiezan a resquebrajar dichas concepciones erróneas, podremos aprovechar para generar dudas e interrogantes en la cabeza del alcohólico destinadas a hacer tambalear su idealización creada alrededor del alcohol y que comience a contemplar la posibilidad de que padece un problema que debe ser tratada.
3. Dedicar tiempo a hablar sobre el problema
Una buena forma de ayudar a un alcohólico es buscando un sitio y un momento para que, de forma periódica, nos pueda hablar sobre las emociones que le genera la bebida; de esta forma podremos determinar qué grado de influencia y control ejercen sobre su persona. En muchas ocasiones, el alcohol perjudica tan seriamente la salud mental y física porque se sobrevaloran ingenuamente las capacidades de control sobre la sustancia, estando ajeno al daño que va causando.
Hablando abiertamente con un alcohólico, más allá de determinar su nivel de autocontrol, seremos capaces de detectar: posibles mecanismos de defensa que impidan abandonar el consumo, búsqueda de excusas para hacerlo o cuáles son las situaciones de riesgo en las que las probabilidades de ingesta aumentan, entre otros factores.
4. El tiempo es oro
Ya hemos mencionado que el alcohol deteriora el organismo y refuerza la creencia del sujeto sobre cuán necesario es en su día a día. Precisamente por eso, es recomendable atajar el consumo interviniendo cuanto antes; pues de no hacerlo, el alcohólico seguirá sufriendo los efectos, alejando las posibilidades de un desenlace deseado de nuestro alcance.
Cuanto más tiempo se deje pasar sin intentar prestar ayuda, mayor es el riesgo de desarrollar enfermedades, de sufrir accidentes por intoxicación e incluso de muerte. Además, nuestra pasividad hará aumentar la resistencia del alcohólico a admitir el problema o de aceptar cualquier tipo de ayuda.
5. El apoyo de la familia es importante
Como cualquier drogodependencia, el alcohol tiene un ámbito de influencia que acaba salpicando a los círculos de la persona alcohólica. Los familiares sufren al ver con impotencia cómo su ser querido va sucumbiendo y dejándose llevar por la bebida, de modo que contar con ellos es una parte importante del proceso, pues su contribución puede ser de gran ayuda.
Los allegados necesitan comprender el abasto del alcoholismo y saber que se puede revertir la situación. Con una buena guía y asesoramiento, podrán conocer el alcance del consumo y sus consecuencias, cambiar su percepción sobre la enfermedad y ser capaces de abrir un canal de diálogo que ayudará al alcohólico a comprender que no está solo en este camino. Dotando a la familia de herramientas, se convierten en un gran apoyo dentro del proceso de recuperación.
Incluir a personas cercanas facilitará que se traten las situaciones de tensión que el alcohólico haya podido ocasionar en el pasado, más las emociones generadas al respecto y se encauce todo hacia el fortalecimiento de los vínculos que han quedado mermados, para la preparación de un camino que lleve a un futuro mejor con hábitos de vida más saludables.
6. Creer en la recuperación
El alcoholismo es una enfermedad que no “se cura” como lo haría una gripe, por ejemplo. No hay que perder la esperanza: aunque un alcohólico pueda tardar tiempo en admitir que padece un problema, debemos estar ahí para apoyarle.
De igual manera, es posible, como decíamos, que un alcohólico sobrevalore sus capacidades y piense que no está tan afectado como para necesitar ayuda. Negando el problema lo único que se consigue es que éste hunda sus raíces más a fondo.
Conviene creer siempre en que la recuperación es posible, tal vez no por nuestras manos sino mediante ayuda profesional; pero el alcoholismo es reversible si se pone empeño y dedicación. Viendo que tenemos fe en una mejoría y que confiamos en la persona, aumentamos la posibilidad de que se sienta reforzada y motivada para buscar ayuda.
7. Recurrir a un profesional en caso necesario
Tal vez el curso de la enfermedad esté tan avanzado que necesitemos recurrir a la ayuda profesional para asistir al alcohólico, bien sea asistiendo a terapia o, para los casos más acuciantes, ingresándolo en una comunidad para gente con problemas de adicción.
No hay que tener miedo de dar este paso y pensar que no le estamos haciendo bien, al contrario: puede significar la diferencia entre comenzar a notar una mejoría real o, en caso de no hacerlo, retroceder en los progresos realizados.
8. No hay un único tratamiento efectivo
En relación al apartado anterior, tenemos que tener presente que no existe una única solución generalizada para todos los alcohólicos, especialmente si tenemos en cuenta variables personales (predisposición a consumir) y ambientales (acceso a la bebida o contexto favorable para el consumo, por ejemplo). Para ello, es necesario llevar a cabo una evaluación constante del tratamiento que se está siguiendo para realizar las modificaciones oportunas.
El tratamiento de superación de la adicción al alcohol busca mantener la abstinencia mediante el aprendizaje de nuevas técnicas que refuercen la evitación a tomar alcohol, combinado con una terapia psicológica (la cognitivo-conductual ha probado ser la más efectiva). En los casos más complicados, se requiere reforzar la terapia de abstinencia con la ingesta de fármacos.