A Pesar de Todo no se parece en nada a otras comedias españolas.

A pesar de todo (Netflix): Una oda al amor en todas sus formas

Netflix recurre a los tópicos del género romántico y fabrica una comedia de consumo rápido pensando en el mercado extranjero.

A pesar de todo es la última apuesta de Netflix por el cine español, después de 7 Años, Fe de Etarras y ¿A quién te llevarías a una isla desierta? (de la cuál ya comenté algo aquí) y, como apuntan muchas críticas, es la menos buena de todas. Algo que no quita para que tenga cosas interesantes, más de una y de dos, por cierto.

La mayoría de ellas son gracias al reparto. Además de los secundarios de lujo  (Tito Valverde, Gutiérrez Caba y, sobre todo, el increíble Juan Diego) el póker de actrices protagonistas es bueno y solvente. Amaia Salamanca, Macarena García, Belen Cuesta y, en especial, Blanca Suárez; brillan en solitario más que juntas.

A mi primera novia le encantaba Blanca Suárez. Me insistía en que era muy buena actriz y muy guapa, “no como otras actrices que parecen todas iguales”. El otro día la vi de refilón en El Hormiguero (a Blanca Suárez) haciendo promo de esta A Pesar de Todo, pero no me decidí a darle al play hasta el viernes por la noche que, extrañamente, lo pasé yendo de un trailer a otro deteniéndome en las miniaturas de las películas románticas de Netflix. No se admiten preguntas.

Así que me puse a verla por una de esas series de casualidades que acaban sin saber que querían decirte. Y tenía sentido porque esta película de Gabriela Tagliavini tiene un mensaje difícil de catalogar.

A Pesar de Todo no se parece en nada a otras comedias españolas.
A Pesar de Todo no se parece en nada a otras comedias españolas. | Netflix.

 

A pesar de todo y la comedia española

A pesar de todo es una película que indica que Netflix ha sabido ver el filón del cine español para hacer productos globales del estilo de Élite. A pesar de todo es una película curiosa. A diferencia de la mayoría de comedias españolas, que suelen tirar de tópicos cómicos de nuestro país, ésta se basa en una estructura influenciada por las comedias inglesas de los 90 y norteamericanas de los 2000.

Cuatro hermanas ricas que viven en diferentes partes del mundo tienen que reunirse en Madrid porque su madre ha muerto. Su madre resulta ser una mujer de vida disoluta, que fue de hombre en hombre hasta el fin de sus días. Unos hombres que acuden en masa al entierro provocando la estupefacción de sus hijas.

Su marido, un inmenso Juan Diego, lo lleva como puede en la fina línea que separa la demencia de la más pura de las consciencias, mientras vive en la ilusión de que el personaje de Blanca Suárez vuelva con el novio que dejó al irse a cumplir su sueño a Nueva York.

Desde luego no se parece en nada a otras comedias españolas que tiran de costumbrismo para hacer un producto cañí y siempre falto de ese algo que nos diferencia -a mal- de otros países europeos a la hora de hacer reír en el cine.

La película es una oda al amor en todas sus formas.
La película es una oda al amor en todas sus formas. | Netflix.

 

El amor libre y sus tipos

La historia reivindica el amor libre y todos los tipos de amor. Una de las hermanas, la que interpreta Amaia Salamanca, es lesbiana; la madre de todas es una precursora del poliamor e incluso aparece un cura como posible padre de las hijas. Porque ese es el quid de la cuestión: el que debería ser el padre de todas es estéril, así que deben buscar a sus verdaderos padres entre todo el catálogo que completó su madre siguiendo las instrucciones de ésta. ¿Mamma Mía?

No hace falta contar más para entender el tono de una película que está pensada para ser vendida al mercado internacional como una cinta de consumo fácil. A pesar de todo es el reflejo perfecto de lo que es Netflix, una plataforma que se ha asentado en un tipo concreto de ideología y de ficción y que quiere explotarlo. Los norteamericanos apenas notarán la diferencia con una película producida por la compañía canadiense rodada en Los Ángeles. En tan solo hora y cuarto se cuenta una historia tan consumible como olvidable. Como unos noodles chinos sabor ternera picante aptos para veganos.

Y es que la característica más notable de A pesar de todo es su brevedad. En su apuesta por hacer una comedia universal, en Netflix se han quedado cortos -o de ideas, o de tiempo o de presupuesto- y es que la sensación que deja la película es la de resumir en apenas una hora lo que daría para una comedia moderna de dos. Todas las situaciones que se apuntan desaparecen en breves segundos. Es en definitiva, una película hecha de titulares, sin tiempo para pensar ni para asumir, pero disfrutable. El tipo de cine que puede venir (no solo ese, pero sí ese) si son las plataformas como Netflix las que lideran la creación de ficción en los próximos años.

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