Carl Tanzler: la historia más extrema y famosa de necrofilia

El amor entre Carl Tanzler y Helen Hoyos nunca fue consumado, al menos mientras ella estuvo viva.

Helen nunca correspondió el amor que le profesaba Carl, sin embargo, este se terminó de volver loco cuando esta murió.
Helen nunca correspondió el amor que le profesaba Carl, sin embargo, este se terminó de volver loco cuando esta murió. | Imagen de: Wikimedia Commons.

 

La muerte es algo que aterra y fascina por igual al ser humano. La curiosidad y las ganas de entenderla solo se ven eclipsadas cuando esta aparece y nos causa tanto dolor, hasta tal punto que  puede hacer que algunas personas desarrollen procesos psicológicos casi incomprensibles para los demás, como veremos en este artículo.

La necrofilia es un tipo de parafilia que consiste en la atracción física y sentimental por la muerte y otros aspectos relacionados con la misma. Esto puede incluir desde el deseo de ver fallecer a alguien hasta el querer mantener relaciones íntimas con una persona muerta. En relación con la necrofilia, vamos a descubrir uno de los casos más sonados: el de Carl Tanzler.

¿Quién era Carl Tanzler?

Nacido en el año 1877, Carl von Consel, también conocido como Carl Tanzler, fue un médico radiólogo que nació en Alemania y desarrollo gran parte de su carrera profesional en el Hospital Marine.

Se desconocen los motivos exactos (aunque es posible que tuviese que ver con la Guerra Mundial), pero Carl utilizó y firmó con distintos nombres; además de los ya comentados, encontramos también los nombres de Georg Karl Tänzler, como aparecía en el certificado de matrimonio cuando este se consagró en Alemania o Count Carl Tanzler von Cosel, con el que solía firmar los documentos en el Hospital Marine.

Dicho hospital se encuentra en una isla de Florida (Estados Unidos) llamada Cayo Hueso (nombre muy apropiado para la historia.

A grandes rasgos, se hizo famoso por desarrollar una gran obsesión por una joven mujer de origen cubano y estadounidense. Dicha obsesión adoptó unos “matices” del todo siniestros pasada su muerte  que le hicieron convertirse en uno de los necrófilos más famosos de la historia.

Biografía de Carl Tanzler

Autóctono de Dresde, capital de Sajonia (Alemania), se dispone de poca información sobre su infancia (que sería indudablemente útil para entender su psique).

En la década de los 20 se casó con Doris A., la cual vivió hasta el año 1977 (25 años más que él) con la que se llevaba 12 años de diferencia. Con Doris tuvo 2 hijas llamadas Ayesha Tanzler, que nació en el año 1922 y murió en el 1998 y Crystal Tanzler, nacida dos años después que su primera hija, pero falleció en 1934 por culpa de la difteria (una enfermedad infecciosa).

Como le sucedió a gran parte de la población alemana de la época,  Tanzler tuvo que emigrar a Australia durante la Primera Guerra Mundial. Pasado un tiempo, volvió a emigrar, pero esta vez a los Estados Unidos en el año 1926 (habiendo permanecido previamente un tiempo en Cuba).

El viaje a Estados Unidos no fue casualidad, ya que allí residía su hermana, concretamente en Florida, quien había emigrado años atrás.

Al final, aunque su familia volvió con él a Zephyrhills (Florida), el acabó yéndose a la isla de Cayo Hueso porque fue donde encontró trabajo de radiólogo.

De radiólogo a necrófilo

Debemos entender que para que alguien adopte este tipo de gustos y conductas tan extremos se deben dar siempre dos condiones. La primera es presentar desde los inicios ciertos rasgos psicológicos que predisponen a la persona a caer en estas tendencias, en el caso que nos concierne, la necrofilia.

La segunda, pero no menos importante, es que la persona haya vivido ciertas experiencias estresantes o traumáticas que han propiciado que esos rasgos que predisponían desaten todo su potencial.

De entrada, Carl Tanzler comentó en varias ocasiones que  había tenido visiones de una mujer ancestra suya. Mujer por supuesto ya fallecida. Esta mujer fue una condesa llamada Anna Constantia von Cosel. Esta ancestra, según comenta Carl, le mostró la cara del que sería el gran amor de su vida, una mujer “exótica” de “cabellos negros”.

Sin duda,  esto denota ya ciertos rasgos esquizoides en el Doctor Carl. Pero el desencadenante fue la muerte de la famosa Helen Hoyos y el amor obsesivo que le profesaba.

Obsesión y muerte de Helen Hoyos

Helen era una mujer que nació en 1909 de padres cubano y estadounidense. La señora Hoyos llegó al hospital en el que trabajaba el Dr. Carl acompañada por su madre ya que estaba muy enferma.

El objetivo de acudir al hospital era recibir un examen fisiológico, pero nada más verla,  Carl quedó petrificado por su belleza  y en menos de un segundo descubrió que Helen era la mujer de la que le había hablado tanto su ancestra.

Lo cierto que Helen era una mujer que reconocida popularmente en la isla de Cayo Hueso por su inconfundible belleza. Un caldo de cultivo perfecto para los delirios de nuestro pobre doctor.

Por desgracia, el diagnóstico no fue muy halagüeño, ya que tenía tuberculosis, algo realmente dramático en la época con la medicina del momento.  Cuanto peor estaba, más obsesionado estaba Tanzler, más regalos le hacía y más empeño ponía en su cura. Sin embargo, todas las fuentes apuntan de que tales sentimientos nunca fueron correspondidos.

La muerte llegó a Helen el 25 de octubre de 1931.

Necrofilia en estado puro

Tanzler quedó profundamente dañado después de la muerte de Helen. Le construyó un mausoleo donde poder conservar su cuerpo y pagó todos los costos del funeral. Pero sus impulsos necrófilos no estaban conformes con esto.

Carl visitaba a Helen cada noche hasta que no pudo más y decidió coger el cuerpo y llevarlo a su casa con la ayuda de una carretilla.

Después de trasladarla descubrió que el cuerpo estaba en muy mal estado y decidió reconstruirlo lo mejor posible con alambres, llenando las cuencas de los ojos con vidrio y vistiendo el cuerpo con distintas ropas.

El mayor problema se lo encontró al comprobar que la piel estaba muy deteriorada y el cuerpo en general mostraba un claro ejemplo de putrefacción. Esto le llevó a cubrir el cuerpo con telas de seda que mezcló con yeso.

En cuanto el olor, tuvo que utilizar ingentes cantidades de perfumes y desinfectantes para poder estar en la habitación donde conservaba el cuerpo de la joven, además usó una peluca cuando el cabello empezó a caerse.

Durante todo este tiempo,  Tanzler combinaba el tiempo que dedicaba a cuidar el cadáver con mantener relaciones sexuales con el mismo.

El descubrimiento del Dr. Necrófilo

A mediados de 1940, la hermana de la fallecida, Florinda, escuchó ciertos rumores que apuntaban a que Tanzler dormía diariamente con el cuerpo de su difunta hermana.

Un día decidió comprobar si estas habladurías eran o no ciertas. Lo primero que hizo fue ir al mausoleo, donde descubrió que el cuerpo no estaba. Acto seguido avisó a las autoridades que detuvieron al Dr. Tanzler y comprobaron que el cadáver estaba en su casa y que el doctor era un necrófilo.

Fue acusado de “destrucción maliciosa y lasciva de una tumba” y de “extraer el cuerpo sin autorización”. Estos cargos a pesar de quedar demostrados, Tanzler no fue castigado por la ley ya que los crímenes habían prescrito. Es decir, al haber transcurrido 9 años desde que profanó el cuerpo, no se pudo ejercer ningún castigo legal.

 

Para saber más:

Harrison, Ben (2001). Undying Love. St. Martin's True Crime. ISBN 0-312-97802-2

SLOAN, David (1998): Ghosts of Key West. Phantom Press. ISBN 0-9674498-0-4

Swicegood, Tom (2003). Von Cosel. iUniverse. ISBN 0-595-74652-7.