¿Qué es un Boutique Festival y por qué está de moda?

Este tipo de festivales de música y arte son la alternativa perfecta para los que quieren algo distinto.
Descubre este nuevo fenómeno cultural y las increíbles experiencias que aportan.
Descubre este nuevo fenómeno cultural y las increíbles experiencias que aportan. | Imagen: Meadows in the Mountains

Los festivales de música son una de las grandes modas de esta última década. Si bien ya existen como evento social multitudinario desde los egipcios, fue a partir del siglo XX cuando este fenómeno se empezó a convertir para muchos en una cita periódica digna de señalar en el calendario año tras año.

Probablemente fue el Festival de Woodstock (Estados Unidos) el que catapultó la popularidad de estos encuentros. Desde entonces, y especialmente en los últimos 6 años, grandes apuestas como Tomorrowland, Ultra Music Festival, Lollapalooza o Rock in Rio, entre otros, han conseguido atraer a cientos de miles de personas por todo el mundo. Sin embargo, esto puede suponer un problema para muchos; por eso nacen los Boutique Festival.

Los númeron 3 y 5 son ejemplos de Boutique Festivals: Los 5 festivales de música más raros y locos del mundo.

¿Qué son los Boutique Festival?

Como su nombre indica, los Boutique Festivals son festivales a escala pequeña. La palabra  “Boutique” proviene del francés y su traducción sería algo así como “tienda pequeña”. Pero hoy en día este concepto sirve para otros tipos de tiendas que guardan las mismas características básicas.

Normalmente las boutiques, como se entiende en francés, suelen ser pequeños establecimientos que venden ropa o elementos relacionados con la moda como la joyería. Además, suelen pertenecer a firmas exclusivas con tiradas mucho más cortas, lo que otorga al comprador exclusividad en lo que adquiere.

Relacionándolo, ahora sí, con los festivales de música, los Boutique Festivals son aquellos festivales que poseen las características de las clásicas Boutiques francesas: para un grupo reducido de gente, exclusivos, particulares, no para todos los gustos, con una estética y estilo muy definidos. Algo que poca gente se puede permitir, pero no porque sean muy caros, sino porque tienen poca capacidad.

¿Qué diferencia hay con otros festivales?

A diferencia de los ya conocidos macro-festivales, estos se caracterizan por estar destinados a una cantidad de público mucho menor. Nada de lugares ultramasificados donde no cabe ni un alfiler. Más bien todo lo contrario, espacios abiertos donde poder moverse y sentirse libre y cómodo.

Esto tiene grandes ventajas y atrae la segunda gran diferencia, la localización. Mientras que los grandes festivales de música cuentan con inmensas explanadas para montar los escenarios y acoger al público, los Boutique Festivals suelen estar emplazados en sitios más pequeños pero privilegiados, como en las montañas, en medio de un bosque, en alguna pequeña isla, etc. Normalmente son rincones acogedores en medio de la naturaleza.

El contenido también es muy distinto. A diferencia de los grandes, estos minifestivales cuentan con muchas más actividades, y no solo relacionadas con la música, sino con las artes  en general. Cada festival tendrá su estilo, pero puedes encontrar casi cualquier cosa. Ya sean luchas en el barro, clases de yoga y meditación o actividades circenses, podrás encontrar la actividad perfecta para ti.

La música, que no deja de ser el gran aliciente del festival, si bien suele ser más alternativa y variada que en los festivales tradicionales, podrás encontrar de todo tipo. Desde jazz y soul, hasta electrónica y rock, al igual que los festivales normales, la variedad de géneros es muy amplia, pero con una condición, las canciones comerciales están muy restringidas, sean del género que sean.

Estos festivales tienen la ventaja de que podrás conocer a magníficos artistas que suelen estar a la sombra de las más famosas superestrellas, pero que cuentan con un igual o incluso superior talento musical. Además, los escenarios suelen ser más pequeños y estar a la altura de la pista de baile, algo  ideal si quieres ver muy de cerca y saludar al artista.

En definitiva, estos pequeños festivales proporcionan un verdadero escape al estrés de la vida diaria y de las urbes excesivamente aglomeradas. Las Boutiques festivals son para todos aquellos que busquen un lugar bonito, con buena música y muy buen rollo con el resto de asistentes (algo difícil si vas a un sitio con 100.000 personas, pero fácil si hay unos pocos cientos).

¿Por qué está tan de moda?

Las críticas hacia los grandes festivales de música se acumulan año tras año, pero paradójicamente su popularidad sigue aumentando paralelamente a sus críticas. Esto se debe en parte a las redes sociales, que consiguen emitir una imagen de idealismo que muchas veces no concuerda con la realidad.

Si tienes problemas con la organización de un festival supermasivo donde han vendido decenas de miles de entradas, es muy difícil que atiendan correctamente a tus problemas en el caso de tenerlos.

Las avalanchas de personas suelen ser molestas, las colas infinitas, las distancias eternas y los baños de estética carcelaria, combinados con el calor del verano (fechas en las que se suelen hacer estos festivales) provocarán estreñimiento defensivo a más de uno.

La música, que debería ser la piedra preciosa de estos festivales, muchas veces también falla. Directos que dejan mucho que desear, DJs que traen de casa sus sesiones y solo aprietan el botón de “play”, artistas que hacen apariciones de duraciones equivalentes al parpadeo producido por un estornudo…

En definitiva, pagar un festival (y su difícil alojamiento) para sentir que aquello no está hecho para ti, sino para intentar satisfacer por igual a miles de personas, que en realidad, tienen gustos distintos. Muchos irán para hacer una foto y alardear, otros para beber y emborracharse, pero muy pocos disfrutarán del espíritu del festival y de la buena música, pero es normal, porque estos son casi inexistentes.

Por eso surgen los Boutique Festivals, para los verdaderos amantes de la calidad, los que no necesitan inundar las redes sociales con fotos y frases prefabricadas, sino solo disfrutar del momento, vivir una experiencia única rodeada de gente similar con la que conectar. Porque la cantidad es antónima de la calidad.