25/05/2018 13:44h
Actualizado a 24/10/2018 12:26h
Que lo japonés está de moda es algo que no sorprende a nadie: desde la obsesión por la armonía espacial promovida por el feng-shui, hasta el auge de los restaurantes de sushi, la cultura japonesa ha traspasado fronteras y ha llegado a todo el mundo. Otro nuevo vocablo nipón que se ha dado a conocer es el ‘haiku’, pero ¿qué es un haiku? Sobre ello vamos a tratar en las próximas líneas.
En la tradición escrita japonesa, se conoce al ‘haiku’ como un género en sí mismo. Se trata de poemas cortos de pocas sílabas, donde no importa tanto la rima como el mensaje contenido en tan cortas líneas.
Por lo general, la estructura que suelen seguir los haiku es tres versos en total, de cinco, siete y otra vez cinco sílabas cada uno. No obstante, en origen, los haiku habían alcanzado una extensión de tan sólo un único verso.
Los poemas haiku suelen tratar sobre las emociones que despiertan los fenómenos que podemos contemplar en la naturaleza (por ejemplo, la caída de las hojas de los árboles en otoño) o sobre cualquier suceso cotidiano que ocurra en el día a día, desde lo más simple hasta lo más complejo.
Para entender qué es un poema haiku, también tenemos que tener en consideración que estas composiciones breves aluden a dos ideas o cuestiones que, a priori, son independientes y quedan enlazadas en el haiku.
Así pues, el doble reto del autor es tratar de conmover al lector en unas pocas palabras y, encima, utilizando elementos que no es esperable encontrar juntos en una estructura tan breve. Por su parte, la tarea del lector es intentar entender qué está tratando de transmitir el autor con el haiku.
No podemos tratar de explicar qué es el haiku sin antes detenernos en el camino para comprender los elementos de los que se compone. En este sentido, tenemos elkigo, una palabra o enunciado que evoca de alguna forma a la estación del año de la que se habla en el haiku.
De esta manera, menciones directas y nada sutiles como “días de verano” o “otoño” pueden actuar como kigo, al igual que pueden hacerlo también menciones más sutiles e incluso metafóricas, como “caída de las hojas”, para no hablar directamente del otoño, que es cuando esto ocurre.
Conocemos por ‘haijin’ o ‘haikistas’ en español, a los escritores de estos poemas cortos que son los haiku. Los siguientes cuatro creadores se han convertido en todo un referente en este arte, gracias a su dominio y una técnica tan hermosa como depurada, en el arte de escribir estos mensajes.
Basho es uno de los autores de haiku más leídos de Japón. Este escritor se consideraba a sí mismo un ciudadano de mundo, por lo que, en sus viajes, se dedicó a buscar la inspiración que le ayudase para componer sus versos.
De sus obras más representativas destaca Sendas de Oku, donde se ve plasmado su afán viajero y se recogen todas las experiencias que le interesó destacar de su peregrinaje por el globo.
El segundo de los cuatro grandes autores de haikus fue discípulo de Bashō, tras su cambio de residencia a Edo, ciudad hoy conocida como ‘Tokyo’. Además de un gran haijin, Buson fue un hombre entregado al arte, convirtiéndose también en un habilidoso pintor, disciplina por la que durante tiempo sería más recordado.
No obstante, años después, se reconoció también su labor en este campo, que aderezó con un estilo personal que lo hacía diferente de lo visto hasta entonces.
La escritura de Issa destaca por su especial sensibilidad a la hora de plasmar con intensidad aquello sobre lo que escribe, sensación que llega a contagiar al lector, que logra sumergirse en sus haiku sin problemas.
Ya desde su infancia, Issa estuvo ligado a este tipo de poesía, arte que estudió de la mano del maestro Bashō, a quien idolatraba. Las penurias por las que pasó (la prematura muerte de su padre por fiebre tifoidea o las constantes disputas familiares por la herencia), le aportaron a Issa ideas para su obra, aunque también había hablado en ella sobre animales o sobre su periplo por el país.
Tras la muerte de Issa, la hermosa tradición de escribir haikus se había mantenido con vida gracias a escritores que para nada habían brillado en este campo tanto como lo hiciera cualquiera de los, hasta ese momento, tres grandes genios.
Por fortuna, Shiki apareció para revitalizar esta práctica tan arraigada al imperio nipón, inaugurando una nueva corriente que se caracterizaría por ideas avanzadas a su tiempo, entre las que destacaban sus críticas hacia los respetables Bashō e Issa.
Shiki consideraba que el haiku debía servir como herramienta cinceladora del arte y que las experiencias vitales o emociones no tenían cabida; por ello proponía desterrar las concepciones antiguas asociadas a estos poemas, perpetuada mediante el estudio de los grandes autores del pasado que tanto se empeñaba en poner en entredicho.
A continuación te presentamos diez hermosos poemas haiku que esperamos te cautiven con sus bellos versos.
Uno de los haikus pertenecientes a Kobayashi Issa sobre un fenómeno observable de la naturaleza tan cotidiano como lo puede ser un paciente caracol tratando de escalar una montaña.
Por contra, tenemos este breve poema es de Masaoka Shiki, quien promovía que los artistas debían desvincularse de las propuestas de los haijin del pasado y hablaba a favor de la libertad de escritura.
Haiku escrito por Yosa Buson, cuyo kigo es la palabra “primavera”.
No hemos hablado de él en el anterior apartado, pero Watanabe Hakusen (1913 - 1969) fue uno de los creadores de haiku más relevantes de esta tradición.
Escritores occidentales como José Luís Borges (1899 - 1986) también compusieron algunos de los mejores haiku de los últimos tiempos.
Masaoka Shiki nos vuelve a demostrar que pueden escribirse hermosos haiku con tan sólo mirar a nuestro alrededor.
Mario Benedetti (1920 - 2009) también se apuntó a la moda de los haikus con este que trata sobre el efecto del batir de las alas de un colibrí sobre el rocío posado en las hojas de una planta.
Natsume Seibi (1746 - 1817) tuvo la brillante idea de proponer con este poema haiku, que un espantapájaros adquiere aspecto humano tras la lluvia.
El poeta mexicano Juan José Tablada se atrevió con este género poético escribiendo en unos pocos versos un símil entre el cielo de una noche oscura y la plateada luna; con el mar azul y una reluciente perla que resplandece.
Mario Benedetti hace uso de una hipérbole para describir hasta qué punto el silencio puede llenar un espacio cuando no hay ruido que lo tape.
Otro ejemplo de la sensibilidad con la que Kobayashi Issa es capaz de casi hacernos palpar aquellos sucesos que se escapan a nuestra atención si no nos detenemos por un momento a contemplarlos, como el rocío de la mañana deshaciéndose a medida que avanza el día.
La naturaleza está presente en algunos de los haiku más sencillos, como este de Matsuo Basho, en el que un cuervo no encuentra su nido porque éste ha quedado cubierto por un manto de flores.
Escritores de la talla de José Luis Borges también han dejado su particular contribución a la poesía de estilo japonés. El argentino nos plantea si aquella luz que ve a lo lejos es el de una pequeña luciérnaga o los últimos estertores de un gran imperio.
El Nobel de Literatura mexicano, Octavio paz, nos ofrece esta hermosa composición sobre cómo lo que nos inspira para escribir flota en el ambiente; tan sólo tenemos que saber escucharlo para inspirarnos.
Io Sōgi fue un gran maestro ‘haijin’ de finales del siglo XV, seguidor de la filosofía zen y siempre en contacto con la naturaleza que le rodeaba.
