Nuestro planeta cuenta con una rica fuente de recursos que el ser humano no ha dudado en explotar para su propio beneficio. De hecho, es raro pensar en cualquiera de las actividades que realizamos y que ninguna requiera, de una forma u otra, de alguno de los tipos de energías externas que se encuentran en la naturaleza o que se produzcan para tal fin.
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1. Energías no renovables
Se considera que las energías renovables son aquellas que, por su alto grado de contaminación para el medio ambiente o por su escasez, son mucho más caras de producir.
A esta característica hay que añadirle que el ritmo de restablecimiento de los niveles de reserva de estas fuentes agotables, es más lento que su ritmo de consumo: muchas energías no renovables pueden tardar décadas o siglos en reponerse. De ahí la expresión “no renovable”, que se refiere a que, en escala humana, el tiempo de recuperación de estos recursos es mucho más largo y requiere de varias generaciones.
Para el aprovechamiento de estos tipos de energías, normalmente hacen falta combustibles fósiles, que deben ser quemados para generar calor y permitir esta producción. Entre estos carburantes, destaca el petróleo, por ser el más demandado y utilizado, pero también el uranio o el carbón.
1.1. Tipos de energías no renovables
A pesar de que en varios puntos del planeta se cuenta con reservas, es muy difícil que cuando las energías no renovables se hayan consumido definitivamente, puedan ser repuestas.
Las dos clases de energías no renovables con las que contamos actualmente son las siguientes:
1.1.1. Energías no renovables convencionales (Combustibles fósiles)
Entre estos tipos de energías no renovables, tenemos:
- Carbón: este mineral sólido requiere también de varios millones de años para su formación y suele obtenerse a partir de la cremación de sustancias orgánicas como la leña. Cuando se quema, los vapores que emanan del carbón alcanzan los 600 grados de temperatura, permitiendo el funcionamiento de muchas centrales cuyas turbinas necesitan extremo calor, como las térmicas o termoeléctricas.
- Petróleo: óleo orgánico inflamable, es una mezcla formada por diferentes hidrocarburos que tarda varios millones de años en generarse. Se acumula en yacimientos subterráneos o marinos; y es imprescindible para fabricar combustibles como el gasóleo, gasolina o queroseno. Cuando se encuentra mezclado con agua, ambas sustancias se separan mediante un proceso llamado ‘refinado’.
- Gas Natural: compuesto de gases, entre ellos el metano, dióxido de carbono, nitrógeno y etano. Las reservas de este combustible fósil suelen localizarse bajo tierra o en el subsuelo marino.
1.1.2. Energías no renovables no convencionales
De las energías no renovables y no convencionales que cada vez están siendo más utilizadas, destacan los combustibles nucleares, entre ellos el uranio o el plutonio. En las centrales donde son tratados, se sigue un proceso de fisión o de fusión, que libera la energía térmica contenida en estos materiales.
No obstante, en este subapartado, también podemos incluir los biocombustibles (o biocarburantes) y los agrocombustibles, opciones menos contaminantes y agresivas para el medio ambiente que reducen notablemente las emisiones de CO2 a la atmósfera. Sin embargo, para algunos expertos, se puede considerar que pertenecen a los tipos de energías renovables o alternativas, que veremos más adelante.
1.2. Ventajas de las energías no renovables
Por lo general, la mayoría de combustibles fósiles convencionales son fáciles de extraer y están muy disponibles en la naturaleza, además de que son más baratos que otros recursos.
Otro punto a favor, especialmente las nucleares, es que de ellas se obtiene una enorme fuente de energía constante.
Pero sin duda, el precio a pagar supera con creces cualquier beneficio de estas energías.
1.3. Inconvenientes
El primer inconveniente que tienen las energías no renovables viene ya en su propia definición: cuesta mucho tiempo recuperarlas, y más si vemos a qué ritmo se explotan.
En segundo lugar, estos tipos de energías son muy contaminantes, especialmente aquellas que requieren de carburantes que, una vez quemados, generan enormes emisiones de gases que suben a la atmósfera y que son perjudiciales para la salud de los seres vivos (humanos incluidos). Por no hablar del impacto ecológico de las extracciones de petróleo o las construcciones que centrales nucleares tienen en las zonas donde se levantan.
Por otro lado, como muchas energías no renovables se obtienen de ciertas materias primas que se encuentran de forma natural, éstas corren el riesgo de agotarse en un plazo de pocos años, con consecuencias inmediatas para el medio ambiente.
Finalmente, las energías nucleares suponen una enorme cantidad de residuos tóxicos de larga longevidad, que deben almacenarse escrupulosamente para no resultar perjudiciales. Sin embargo, la capacidad de estos almacenes de residuos no es infinita, además de que los vertidos a los ríos y a la atmósfera causan grandes catástrofes naturales.
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