La maternidad, por sus repercusiones tanto físicas como psicológicas, es un periodo sensible que comporta un cambio de rumbo brutal en la vida de los padres. Durante 9 meses, el feto se desarrollará en el interior del vientre materno, algo que ha dado lugar a una serie de mitos sobre el embarazo que se han extendido mediante el boca-oreja y que no siempre resultan ser ciertos.
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12 mitos sobre el embarazo que es mejor no creer
Será mejor que te quites de la cabeza los siguientes mitos sobre el embarazo, porque no son realmente como nos han contado.
1. Con la luna llena es más fácil concebir
Muchas parejas están atentas al calendario lunar para, llegada la noche de luna llena, ponerse manos a la obra a engendrar un bebé.
Tienes que saber que es uno de los mitos sobre el embarazo más populares, pero lamentablemente, ni siquiera la luna llena influye en que los lobos aúllen más, así que menos aún van a aumentar las probabilidades de hacer bebés.
2. La forma del vientre determina el sexo del bebé
Hay premamás que asumen que la forma que adopte su barriga es un indicador fiable del sexo del bebé que se aloja en su útero. Suele decirse que, si la barriga es más redondeada y está más arriba, será una niña; mientras que aquellas que apuntan ligeramente hacia el suelo y son más puntiagudas, son el determinante de que nacerá un niño.
No obstante, este fenómeno está únicamente determinado por el puro azar: la barriga será más o menos redondeada según la posición en la que el bebé permanezca en el vientre, sumado a la morfología del cuerpo de la madre (lo cual incluye su estructura muscular, ósea y uterina).
3. Padecer acidez es un determinante de la cantidad de pelo del bebé
No parece haber una relación intrínseca entre ambos factores, si bien es verdad que muchas madres que reportan haber sentido más gases y molestias estomacales, luego han dado a luz a bebés con más pelo; mientras que otras que no han reconocido dichas incomodidades, tienen recién nacidos más pelones.
Se trata de otro de los mitos sobre el embarazo que, como casi todo, tiene una explicación científica más razonable y que está relacionada con los cambios físicos que se producen durante esta etapa: el estómago es uno de los órganos más castigados, pues como todas las vísceras principales, se comprimen debido al crecimiento del feto. Esta presión hace que el estómago pierda firmeza, perdiendo capacidad para realizar las contracciones típicas del proceso digestivo.
¿La consecuencia? Una peor absorción de según qué alimentos pesados, lo que resultará en molestias e incomodidades. Además, las hormonas presentes durante la gestación también repercuten en la capacidad del estómago para contener los ácidos digestivos.
4. Cuidado con los animales
Muchas mujeres en avanzado estado de gestación tratan a los animales como apestados, quién sabe si por miedo a que les devoren su feto o porque la hipocondría a veces alcanza tales cotas, que consideran que es mejor evitar el contacto físico directo con cualquier animal de compañía, como si por andar a cuatro patas ya fueran a ser portadores de epidemias.
Es cierto que las heces de los gatos y de algunas aves como los canarios, pueden portar la toxoplasmosis. Esta enfermedad infecciosa no es contagiosa, algo que puede saberse mediante análisis de sangre realizados a la futura madre, para descartar que tanto ella como el bebé no corren peligro.
Igualmente, como método preventivo, podemos evitarle a la premamá el sobreesfuerzo de limpiar las jaulas o cajas donde los animales hacen sus necesidades o sacar a pasear al perro; pero no hay motivos para que no puede acariciar o interactuar con cualquiera de estas criaturas. Prudencia ante mitos sobre el embarazo como este, no cuarentena, ni mucho menos, pánico.
5. Un embarazo fácil es aquel en el que la mujer apenas siente molestias
Está muy extendida la creencia de que la sintomatología asociada a dolores, náuseas y complicaciones de todo tipo, es sinónimo de que el embarazo está siendo más complicado para la futura mamá, que el de otra mujer que no experimente las mismas sensaciones molestas.
Sin embargo, parece que tenemos que desterrar otro de los grandes mitos del embarazo: este tipo de contrariedades disminuyen el riesgo ante la posibilidad de un aborto espontáneo. Si dichas complicaciones son tan molestas como para no poder sobrellevarlas, no hay que alarmarse, basta con preguntar al doctor de cabecera qué remedios se pueden seguir para apaciguar el malestar.
6. El primer bebé tarda en salir
Las mujeres que ya han tenido su primer retoño, sostienen que las que se enfrentan a su primer embarazo, tardarán más tiempo del establecido, para el feliz acontecimiento; retrasando así la fecha prevista para el nacimiento.
Ahora bien, esta afirmación es una verdad a medias que conviene matizarse. Es cierto que los primeros alumbramientos suelen ocurrir algo más tarde del plazo establecido. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con si se trata del primer bebé o no; sino más bien con la duración de los ciclos menstruales de la madre.
Aquellas mujeres con una latencia más corta entre inicios del ciclo menstrual, tendrán más probabilidades de que el parto ocurra incluso antes de lo anunciado. Por contra, las que tienen un inicio del ciclo más tardío, seguramente deberán esperar algunas semanas más para dar a luz.
7. Es peligroso para el embrión que los padres mantengan relaciones sexuales
Muchas parejas caen en el error de cortar de lleno su vida sexual durante la gestación, reforzando uno de los mitos sobre el embarazo que se consideran parte de la sabiduría popular.
Contrariamente a lo que suele pensarse, el sexo durante el embarazo es hasta recomendable, únicamente hay que seguir ciertas recomendaciones relacionadas con cuáles son las mejores posturas. Por desconocimiento, se cree que la penetración puede dañar al feto o que el peso del varón encima de la mujer puede aplastarle, pero no hay que olvidar que la nueva vida permanece protegida en un saco de líquido amniótico que amortigua estos impactos.
Ahora bien, las semanas previas a la fecha prevista para el parto sí que tal vez sea mejor interrumpir la actividad sexual hasta que el bebé venga al mundo. Eso sí, en aquellos embarazos catalogados “de alto riesgo” es mejor optar por el celibato para prevenir disgustos.
8. El embarazo puede desestabilizar psicológicamente a la madre
Durante la gestación del bebé, la madre experimenta variaciones en sus niveles hormonales, que traen consigo reacciones extremas ante ciertos estímulos que antes se pasaban por alto. Pero, como seguramente imaginas, estamos ante otro de esos mitos sobre el embarazo que conviene aclarar.
Lo que en realidad ocurre, es que hay madres que experimentan muchos altibajos emocionales y muestran mayor tendencia a mostrar su verdadero “yo”; o una mayor incapacidad por ocultar sus sentimientos, según se vea.
Este fenómeno tiene que ver con cambios producidos en el cerebro durante el embarazo, ya que las áreas implicadas en la comprensión y entendimiento de sentimientos, pensamientos y creencias ajenos se ven alteradas. De este modo, al disminuir la materia gris en estas zonas, se reduce también la capacidad para la inteligencia emocional, regulada en las áreas temporal y prefrontal, esta última encargada también de la modulación de conductas.
9. No acercarse a ciertos objetos electrónicos
Cuidado con este tipo de afirmaciones. Las ondas emitidas por teléfonos móviles sí que es mejor no tenerlas cerca durante largos periodos de tiempo; pero esta es una recomendación tanto para las embarazadas como para quienes no esperan un bebé.
Ahora bien, más allá de estos aparatos (microondas también), cualquier mujer encinta puede manejar un ordenador o una fotocopiadora sin preocuparse por cómo afecte a su feto.
10. La comida picante estimula el parto
Hay quien dice que los alimentos con exceso de picante pueden provocar el parto e incluso, ser perjudiciales para el neonato. Ahora bien, no es más que una falacia, pues si la madre no tenía problemas con este tipo de comidas antes incluso de quedar embarazada, no hay razón para sostener que ello vaya a afectar al bebé. De hecho, tendrá más que ver con la aparición de acidez estomacal que otra cosa.
Además, lejos de inducir el parto, el picante consumido frecuentemente sí que puede influir en la aparición de sarpullidos en la piel del pequeño, de modo que cuidado con las dosis ingeridas.
11. Presionar la barriga puede dañar al bebé
Palpar la tripa de la madre o presionar suavemente con los dedos no es para nada algo malo. Al contrario, es beneficioso para la criatura que hay dentro, porque es una forma de interacción temprana que esta nueva vida establece con el exterior.
De la misma manera, como decíamos con el riesgo de aplastamiento durante las relaciones sexuales, insistimos en que el bebé está resguardado por el líquido amniótico, así que no hay que temer nada.
12. Los antojos de la madre provocan manchas de nacimiento
Antiguamente (y no tan antiguamente, la verdad) imperaba la idea de que los antojos que la madre pudiera sentir durante los meses del embarazo por comer algún alimento que le apeteciera, podía provocar en el bebé, la aparición de manchas de nacimiento en forma de aquella comida con la que se había encaprichado.
No obstante, la correlación entre la aparición de estas manchas con haber sufrido deprivación de cierto alimento durante los meses que la criatura estuvo en el útero es prácticamente nula. Ante la falta de evidencia científica que corrobore, no tenemos más que meter esta afirmación en el cajón de los mitos sobre el embarazo que son falsos.
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