15 mitos sobre la alimentación que conviene olvidar

No todo lo que se nos dice sobre la comida es cierto, prueba de ello son los siguientes mitos sobre la alimentación, creencias erróneas que deberíamos comenzar a abandonar de nuestro pensamiento con respecto a la comida.

Comer alimentos saludables es una de las preocupaciones más extendidas hoy en día, sumada a la tendencia creciente de llevar una vida más sana y alejada en todo lo posible de cualquier hábito nocivo para el organismo. Sin embargo, este fenómeno lleva aparejado consigo la difusión de ciertos mitos sobre la alimentación y mentiras acerca de algunas comidas que es hora de que empecemos a desterrar.

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15 mitos sobre la alimentación que no son tan verdaderos como crees

Te puedes ir quitando de la cabeza estos mitos sobre la alimentación, porque aunque algunos tienen cierto fundamento, no son más que falsedades.

15. La grasa causa el aumento de peso

Existe la concepción (errónea) de que es la cantidad de grasa que ingerimos la culpable de que subamos peso. No obstante, este clásico mito alimentario tan popularizado es en realidad eso: un mito.

Las grasas naturales, presentes en alimentos como los aguacates, carnes como la del salmón o la de cerdo, así como en los huevos; tienen efectos muy saciantes en la sensación de hambre. Esto contribuye a un consumo menor de calorías, que permanecerán almacenadas más en el organismo, haciendo que acumulemos peso.

14. El café es deshidratante

Siempre se ha dicho que beber mucho café provoca la deshidratación del cuerpo y que por eso, orinamos tanto después de nuestra taza reglamentaria de la mañana o la tarde.

Ahora bien, si vamos al baño al poco de haber ingerido café, es porque esta bebida está compuesta de agua, de modo que expulsamos el exceso de líquido y otros sedimentos no filtrados por los riñones. Otro de los grandes mitos sobre la alimentación que hay que arrojar a la papelera.

13. La margarina es más saludable que la mantequilla

Uno de los lácticos predilectos en tostadas y bocadillos es la mantequilla. El problema es que siempre se ha considerado que es una manteca excesivamente grasa, así que aquellas personas con problemas cardiacos, optaron por sustituirla por una alternativa que, en un principio, se antojó más sana por su proporción menor de lípidos.

Ahora bien, conviene matizar que esta afirmación no es del todo verdadera: es cierto que la mantequilla es alta en grasas saturadas, pero la margarina lo es en grasas trans. Sea como sea, ambas versiones están vinculadas a patologías del corazón.

12. El líquido rojo que emana de muchas carnes es sangre

Falso. Cuando cocinamos carne roja, debajo queda un pequeño charco de color rojizo, mezclado con el líquido que la carne desprende. Si eres una persona aprensiva, tienes que saber que no es sangre lo que ves, sino mioglobina, una proteína que está presente en la musculatura y que da color a la carne.

Tanto depende la pigmentación de la carne, que su color variará según el estado de la mioglobina contenida.

11. El azúcar moreno es más saludable que el blanco

El azúcar está en el punto de mira de los que quieren comer bien, por lo que muchos de los mitos sobre la alimentación versan sobre este aditivo. Muchas personas sustituyen el clásico azúcar blanco por su versión morena, que popularmente se ha creído que es más beneficiosa.

Pero la verdad es que, aunque su sabor es distinto y contiene más minerales, dicha cantidad es tan nimia que apenas repercute favorablemente en nosotros.

10. El helado es una buena forma para refrescarse

Si eres de esas personas que opta por un cucurucho o una tarrina de helado en verano, especialmente cuando no aguantas más el calor, tienes que saber que estás calentando tu cuerpo, en lugar de refrescándolo.

Cuando comes un helado, al alojarse en el estómago, comienza su digestión, estimulando y poniendo a trabajar los jugos gástricos. Te conviene saber que este proceso lo que hace es calentar el cuerpo, de modo que ya puedes olvidarte del mito de que los helados nos refrescan.

9. La bebida más rica en antioxidantes es el té

El té es una de las bebidas más consumidas por la amplia variedad que se nos ofrece, además de por atribuírsele propiedades antioxidantes que previenen el deterioro de los tejidos.

Pero que este mito sobre la alimentación no te haga pasar al té si no lo deseas: el café, siempre que sea sin leche, incluso una copa de vino, tienen un efecto muy similar al del té en este aspecto.

8. Las caries están provocadas por el exceso de azúcar

¿Cuántas veces nos decían de pequeños que si comíamos muchos dulces se nos picarían los dientes y tendríamos caries? Es verdad que los caramelos y demás golosinas favorecen la aparición de las caries, más si encima no nos lavamos los dientes a conciencia.

Ahora bien, estamos ante otro mito sobre la alimentación, ya que el azúcar no es la única causa que puede provocar la necrosis dental: según parece, muchos carbohidratos, como el arroz o la pasta, también pueden contribuir a la aparición de la bacteria que causa las caries.

7. Es mejor comer comida orgánica

Los supermercados de comida orgánica están de enhorabuena en estos tiempos. Oleadas de personas se están concienciando, cada vez más, de que es mejor para su cuerpo el consumir frutas o verduras que hayan sido cultivadas de forma natural.

Ahora bien, la clave para una buena alimentación no está tanto en cómo se hayan cultivado los productos de huerta, sino más bien en comer las raciones diarias recomendadas, atendiendo a nuestras necesidades dietéticas.

6. Los alimentos salados dan más sed

Acompañado de la ingesta de alimentos salados suele venir un vaso de agua, con la intención de humedecernos la boca y recuperar la saliva.

Lo que ocurre en realidad, es que la comida salada lo que hace es contribuir a la retención de agua. Por otro lado, una dieta alta en este compuesto químico provoca una disminución en el consumo de agua y un aumento del apetito.

5. La alergia al polen puede curarse con miel

No es exactamente así, aunque este remedio casero contra las alergias haya podido parecernos efectivo. Como puedes deducir por la naturaleza de nuestro artículo de hoy, es otro de los tantos mitos de la alimentación que tenemos que olvidar, o al menos, matizar.

Dada la variedad de pólenes que las abejas recolectan, la cantidad de antialérgenos variará según se hayan extraído de una u otra planta, de modo que la tolerancia a estos componentes se verá influida.

4. (Insertar nombre de bebida alcohólica) es mejor para el corazón que (insertar nombre de bebida alcohólica)

Cuando oímos que una copita (¡COPITA!) de una bebida espirituosa es buena para la circulación, quiere decir en realidad que es la molécula de alcohol la que tiene estas propiedades beneficiosas, no el tipo de bebida escogida (vino, whisky, ron, ginebra, vodka o lo que sea).

En resumidas cuentas, no importa qué combinado te prepares en realidad.

3. Los productos que contienen arándanos para tratar una infección de orina

Uno de los antídotos contra las infecciones de orina son los arándanos y cualquier producto que contenga este fruto.

Pero lo cierto es que no hay una correlación lo suficientemente potente para determinar que los arándanos reducen los síntomas asociados a esta molestia patología urinaria, ni en mujeres ni en hombres.

2. Las zanahorias pequeñas son zanahorias que no han alcanzado su tamaño final

“¡Qué graciosas que son esas zanahorias tan pequeñas con las que acompañamos nuestras ensaladas!” Si eres de los que piensa que se trata de una suerte de ‘bebés zanahoria’, tenemos otro mito alimentario que tumbar.

La verdad detrás de estas hortalizas en miniatura es que se trata de aquellas piezas que no se consideran lo suficientemente hermosas como para poner a la venta al público. Después de pelarlas y trocearlas en partes más pequeñas, unas máquinas especializadas se encargan de comprimirlas.

1. Beber leche durante un catarro aumentará tu mucosidad

Acabamos con uno de los mitos alimentarios más extendidos y que incumbe a un producto que últimamente está sufriendo una enorme campaña de desprestigio: la leche (de vaca, eso sí).

Todavía hoy existe la idea de que cuando estamos acatarrados es mejor no beber leche de vaca, porque si lo hacemos, aumentará la producción de mocos y nuestro constipado se eternizará.

No es más que una cuestión de predisposición: las personas propensas a pensar que estarán más congestionadas tras haber ingerido leche de vaca, luego reportarán sentir más problemas respiratorios. Pero en realidad, no es así, este lácteo no aumenta la producción de flemas.

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