Sabemos que a mitades del siglo XX hubo dos grandes movimientos políticos que dividieron Europa: el fascismo y el comunismo. Son conceptos muy diferentes entre sí pero ¿sabemos cuáles son sus diferencias y semejanzas? A continuación analizamos desde un punto de vista objetivo en qué consiste cada ideología y todo aquello que tienen en común.
Como movimiento político y social, el fascismo se presentó como una tercera vía de oposición a la democracia liberal y al movimiento obrero, las otras dos grandes corrientes ideológicas de principios del siglo XX. Las figuras más reconocidas del fascismo son tres líderes de regímenes fascistas europeos: Adolf Hitler (Alemania), Benito Mussolini (Italia) y Francisco Franco (España). Analizamos en qué consiste su ideología.
Las acciones del Estado tienen como principal objetivo reivindicar la identidad nacional y desarrollar esta identidad mediante la autodeterminación política. En ciertos aspectos, el nacionalismo es similar al patriotismo, aunque este último no va acompañado de acciones concretas. El nacionalismo también subraya la necesidad de establecer fronteras para el Estado y la nación.
El gobernante debe aplicar, mediante la potestad suprema que se la ha concedido, un liderazgo fuerte, casi divino en el caso del Führer alemán. No hay instituciones republicanas y por supuesto no hay voto. El líder es uno y debe ser apoyado pública y masivamente. Frente a los principios de la Revolución francesa, Mussolini propone “creer, obedecer y combatir”.
Los fascistas consideran que es necesario intervenir en todos los aspectos del individuo a través del Estado, liberándole de su miedo a la libertad. Por ende, no existen derechos individuales ni colectivos. Esta intervención del gobierno se lleva a cabo en todos los ámbitos de la vida, también en la familia, que debe llevar un modo de vida tradicional y conservador. Por otro lado, se incentiva una política natalista, por lo que las familias numerosas son premiadas.
Uno de los aspectos más curiosos del fascismo es que no concibe la violencia como algo necesariamente negativo. Esto da permiso al estado para ejercer actividades intimidatorias e incluso el asesinato de personas contrarias al régimen establecido. La violencia es exaltada si es útil para los fines del Estado.
La autarquía se define como la política económica del Estado dedicada a generar autoabastecimiento, rechazando finalmente toda ayuda externa. Se limita al máximo el consumo de productos extranjeros y el comercio exterior. Uno de los ejemplos más claros es la autarquía española que ejerció el Franquismo desde 1939 a 1959.
Doctrina política que muchos consideran completamente diferente al fascismo, aunque como analizaremos después, también guarda semejanzas. Se caracteriza, a grandes rasgos, por la ausencia de propiedad privada y la eliminación de clases sociales. Aunque deriva del marxismo y el socialismo científico, la aplicación más evidente del comunismo la ha llevado a cabo el régimen de la Unión Soviética, con Lenin y Stalin como principales referentes.
El comunismo se caracteriza por el poder del proletariado (obreros industriales asalariados), y la suplantación de la burguesía en el control político. Es lo que muchos denominan Dictadura del proletariado. De acuerdo con Marx, cualquier forma de Estado implica una dictadura pero, ¿qué pasa si no hay un Estado? Por ese motivo, el comunismo ha sido relacionado con el anarquismo o la ausencia de poder.
Uno de los principales objetivos de esta doctrina política es la nivelación de clases o más bien la ausencia de ellas. A través de las diferentes fases del comunismo que detallaremos a continuación, se busca la puesta en común de todos los bienes de producción y la nivelación de los individuos, con la privación de libertades que eso conlleva.
El proyecto socioeconómico del comunismo consta de tres fases derivadas del marxismo, o más bien de una fase de transición y dos fases más.
Durante este período el proletariado y las clases bajas toman el poder político. Se trata de una “dictadura revolucionaria” que buscará reemplazar el sistema de producción capitalista. Los medios de producción (empresas, industrias o servicios) pasan a ser propiedad del Estado. Lenin afirmaba que el proletariado debería estar liderado por una “vanguardia” o, en casos concretos, por una sola persona.
Este período también es llamado socialismo y en él la producción pasa a manos de la sociedad liderada por trabajadores. A causa del abrupto período de transición, en esta fase los bienes deben ser racionados. “La misma cantidad de trabajo que ha dado a la sociedad bajo una forma, la recibe de esta bajo otra distinta”, escribía Karl Marx.
En esta fase se elimina el intercambio burgués y la especialización en la división del trabajo. Ya en la última etapa, tanto la producción como el consumo de cualquier bien son gratuitos. Los miembros de la sociedad pueden trabajar cuando y como deseen y abastecerse cuando lo consideren necesario. Cuando se eliminen los trabajadores “haraganes”, el Estado podrá desaparecer y todo quedará en manos de los trabajadores asociados colectivamente.
Como es lógico, estas dos ideologías tienen diferencias sustanciales. A continuación las enumeramos.
Una de las diferencias fundamentales es la concepción de Estado (o la finalidad del mismo) que tienen ambas doctrinas. El fascismo concibe el Estado como el eje de la sociedad que debe controlar cada aspecto del individuo. “El pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo”, subraya Mussolini.
En la fase de transición del comunismo y primera fase, el Estado se concibe como el conjunto de trabajadores que toman el poder y ponen en común todos los bienes. En algunas corrientes comunistas, el objetivo final es su eliminación, ya que todos los individuos son iguales.
También existen diferencias evidentes entre la autarquía y la propiedad colectiva. Son dos conceptos difíciles de relacionar. La autarquía se basa en la producción interna, mientras que la propiedad colectiva del comunismo no descarta relaciones internacionales. De hecho, el comunismo establece que el sistema económico se debe aplicar a todas las naciones e individuos, y por lo tanto los conceptos de “nacional” e “internacional” carecen de sentido.
Históricamente, el comunismo ha estado regido por movimientos internacionales o supranacionales (que tiene poder sobre distintas naciones). Por lo tanto, no tiene como objetivo establecer una identidad nacional fuerte o promover el patriotismo, como sí sucede con el fascismo.
Lo interesante aquí es establecer igualdades entre estas dos doctrinas políticas, que siempre han estado consideradas diametralmente opuestas. Así pues, pasamos a analizar las semejanzas entre estos dos movimientos.
El fascismo priva de libertades al individuo, ya que lo hace totalmente dependiente del estado. Erich Fromm afirma que de esta manera lo libera de su “miedo a la libertad”. Cualquier acción individual que sea ajena a los intereses del Estado es inmediatamente rechazada y eliminada, si es necesario por la fuerza.
El comunismo, por su parte, priva de libertades al individuo en tanto que lo nivela con los demás y antepone el interés de la sociedad. Es lo contrario a lo que promueve el capitalismo: la libertad para crecer económicamente y generar beneficios. Los avances de la humanidad se han producido gracias a la creatividad individual, algo que brilla por su ausencia en un sistema comunista.
Ninguno de esos sistemas políticos cree en las instituciones republicanas o parlamentarias. En el fascismo, el poder emana del Estado y por lo tanto se suprimen ideologías contrarias al poder en una política de partido único. En el comunismo, no tiene sentido establecer partidos políticos si existe una única clase social, una sociedad sobre los individuos y, por lo tanto, un único pensamiento.
En la teoría, estas dos doctrinas suponen una revolución de las clases sociales. El fascismo promueve la movilización de las masas a través de reivindicaciones nacionales. De hecho, los Fasci de Mussolini surgieron del movimiento obrero tras la Primera Guerra Mundial.
El comunismo es en sí una revolución de clases. La clase obrera o proletariado toma el poder hasta la equiparación de todos los individuos en la fase final.
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