Existen más de 600 especies de serpientes venenosas en el mundo, pero aquí te ofrecemos el ranking de las diez más letales.
Las serpientes son reptiles carnívoros y, por lo tanto, para alimentarse necesitan cazar. Las clasificamos según la estrategia que utilizan para hacerlo, y cuando inmovilizan y matan a su presa con veneno las consideramos serpientes venenosas.
Las serpientes venenosas se diferencias del resto de serpientes porque para inmovilizar y matar a sus presas utilizan veneno que transmiten con la saliva inyectada a través de los colmillos: o sea, por mordedura.
Se trata de un sofisticado sistema en el que un grupo de toxinas de mayor o menor intensidad se canalizan, contenidas en la saliva, a través de colmillos huecos hacia un organismo externo. La mordedura suele ser muy rápida, y además de una técnica de caza para alimentarse, es un eficaz sistema defensivo.
El aparato venenoso de las serpientes está formado por unas glándulas que contienen la saliva modificada, es decir mezclada con toxinas, y un conducto que las une con los colmillos. La musculatura y la mandíbula accionan de forma que la serpiente pueda realizar la mordedura: se calcula que puede inocular hasta 600 miligramos en una mordedura.
La rapidez y la eficacia del veneno dependen del tipo de serpiente, la cantidad de veneno inyectado y la masa corporal del receptor. El veneno se extiende por la sangre y paraliza primero los músculos y luego los órganos, lo que lleva a la muerte.
Dentro de las serpientes venenosas podemos diferenciar dos grupos menos conocidos: las serpientes menos venenosas (colubridae) y las marinas (hydrophiidae). Entra las más temidas se encuentra el grupo de las elapidae (cobras, mambas y serpientes de coral), las viperidae (víboras), y las crotalidae (serpientes de cascabel).
Cada año mueren en el mundo más de 30.000 personas por mordedura de serpientes venenosas. Estas son algunas de las especies más letales de estos reptiles.
Las serpientes Taipán son una peligrosa especie de reptiles que habitan en Australia, y cuya mordedura acaba con la vida de un hombre en un máxima de 45 minutos. Por eso se la considera la más mortífera de las serpientes terrestres.
Hay varios tipos diferentes de serpientes taipán, pero la más tóxica es la taipán de interior (Oxyuranus microlepidotus). Tiene un color marrón amarillento desde tonos más claros hasta un verde olivo, con matices grisáceos en las escamas laterales y superiores. Posee una cabeza pequeña de color oscuro con hocico redondeado.
Por la toxicidad de su veneno puede matar a más de 100 personas con una sola mordedura, pues su veneno es 50 veces más letal que el de una cobra. Tras su mordedura se padecen los síntomas habituales (vómitos, cefalea, fiebre, diarreas, mareos) hasta llegar a un cuadro neurotóxico e insuficiencia renal que lleva a la muerta en el 80% de los casos.
Vive en zonas áridas de Australia central y suele alimentarse de roedores y pájaros.
La serpiente más mortífera del continente africano, la mamba negra (Dendroaspis polylepis), puede llegar a medir más de 4 metros y tiene la cualidad de ser una de las serpientes más rápidas del mundo: llega a los 20 kilómetros por hora. Se la puede encontrar en Tanzania, Congo, Zambia, Somalia, Sudán del Sur, Uganda, Mozambique o Kenya.
Aunque es de color gris pálido o amarillento, el interior de la boca es negro, hecho por el cual se le denomina como mamba negra. Como todas las serpientes, prefiere resguardarse del peligro y pasar desapercibida, aunque a diferencia de otras especies, cuando se siente amenazada es mucho más agresiva e impulsiva.
Otra de sus características es que cuando se siente amenazada levanta la cabeza hasta una altura considerable. Aunque su veneno no es el más tóxico, su agresividad, su rapidez y su agilidad la convierten en una de las más peligrosas.
Hasta hace poco había dos o tres especies marinas que se consideraban las más tóxicas del mundo, aunque ahora este mérito le corresponde a la Taipán de interior. Entre las serpientes marinas más venenosas reina la Blecher (Hydrophis belcheri).
Habita en el océano Índico y los mares de Australia y Tailandia, y es reconocible por la combinación simétrica de franjas grisáceas o amarillentas con negras. Puede llegar a medir más de 2 metros, y aunque la toxicidad de su veneno es muy alta, no se la considera muy peligrosa, pues apenas entra en contacto con los seres humanos.
La Cobra real es la más grande de las serpientes venenosas, pudiendo llegar a superar los cinco metros. Habita en zonas del sudeste asiático como Tailandia, Filipinas o la India, y tiene la particularidad de que suele alimentarse de otras serpientes. De ahí su nombre científico, Ophionphagus hannah, que significa comedora de serpientes.
Además de ser muy larga, al tener tantas vértebras es un reptil muy ágil. Suele levantar el torso cuando se encuentra amenazada, desplegando el capuchón en su cabeza que le confiere este aspecto típico de las cobras. Tiene un color pardo, verdoso o amarillento.
Inyecta el veneno a través de sus colmillos, de hasta 2 centímetros y medio de longitud, provocando un colapso neurotóxico que ataca al sistema nervioso central. La víctima siente mareos, vómitos y visión borrosa, y acaba muriendo por una insuficiencia respiratoria. Su veneno no es el más tóxico, pero es capaz de inyectar mucho en una sola mordedura.
La Daboia russelii, más conocida como víbora de Russell, es una serpiente venenosa que habita el sur asiático en la zona de la India. Su peligro, además de un veneno muy potente, radica en el hecho de que suele entrar en territorios habitados por humanos en búsqueda de roedores y pequeños reptiles.
Su nombre se debe a Patrick Russell, un científico que descubrió numerosas especies de anfibios y reptiles en la India, y Daboia es un término indio que indica algo oculto y amenazante. Es la víbora que produce más muertes en un año.
Su aspecto es fácilmente reconocible, por su cabeza triangular y aplanada, el hocico grande y levantado y un cuerpo robusto con manchas en la espalda. Su veneno es altamente tóxico, produciendo la muerte del tejido celular y hemorragias internas severas con resultado de muerte en cuestión de poco tiempo.
Su aspecto es temible: dos metros de franjas amarillas y negras a rayas con una marcada línea vertebral que acaba en una cabeza delgada y alargada con ojos negros y dos marcas en forma de flecha amarillas. Su mordedura lo es aún más: la rápida acción de su veneno lleva a la muerte por asfixia.
El Krait rayado o Bungarus fasciatus habita zonas de la India y Paquistan, y del sureste asiático, y su picadura es 16 veces más mortal que el de la cobra. Su veneno contiene toxinas que impiden la acción de los neurotransmisores, por lo que los órganos dejan de funcionar paulatinamente.
De la misma familia existe el Krait común, con una mordedura igualmente mortal y la particularidad de buscar refugio en tiendas de campaña, zapatos y bolsas cerca de la especie humana. En este caso es azul oscuro con franjas blancas muy delgadas.
La Bitis gabonica es un tipo de víbora que vive en el África subsahariana cuya morfología le da un aspecto terrible: es el vipérido más pesado y tiene unos colmillos de más de cinco centímetros. La cabeza, plana y muy ancha, va seguida de un cuello delgado y un cuerpo robusto y pesado con manchas pálidas y oscuras de tonos marrones y ocres.
Este aspecto le permite camuflarse muy bien entre la hojarasca en ambiente áridos, y asaltar a sus víctimas por sorpresa. Eso y la rapidez del ataque la convierten en un depredador implacable, de ahí su peligrosidad.
Se alimenta de roedores y pequeños mamíferos, aunque al sentirse amenazada puede tener reacciones agresivas contra los humanos. Su mordedura inocula gran cantidad de veneno que, por su alta toxicidad, induce a la víctima a un fallo multiorgánico y la muerte.
El crótalo cornudo o cascabel cornudo (Crotalus cerastes) es una de las más venenosas de las serpientes de cascabel. Habita en los desiertos de la Baja California, hasta Arizona, Nevada y México, cuya velocidad arrancando desde escondites como arbustos y cuencas arenosas le ofrecen una ventaja como depredador implacable.
La proyección escamosa encima de las protuberancias oculares le han merecido el nombre de crótalo cornudo. No es muy grande y tiene tonalidades ocres más bien claras. Lo que la hace especial es la forma de moverse, su perfeccionada locomoción en ondulaciones que le permite avanzar rápidamente en una superficie sin agarre como la arena.
Su veneno contiene potentes toxinas agresivas para el organismo humano que pueden llevar a la parálisis de los órganos y la muerte por asfixia.
Es la crótalo más letal del continente americano, encontrándose en países como Guatemala, Belice, Honduras, Colombia, Ecuador y Venezuela, aunque se tiene más constancia de su presencia en el sur de México.
La Nauyaca real o Serpiente de Terciopelo (Bothrops Asper) suele habitar en bosques húmedos y es una especie nocturna. Se caracteriza porque las hembras son el doble de grandes que los machos, con un aspecto verdoso o marrón con la cola amarillenta.
También destaca por tener una cavidad termorreceptora entre el ojo y la nariz para detectar presas que emiten radiación infrarroja, lo que le ofrece una ventaja competitiva como depredador. Aunque se alimenta de ratas y pequeños reptiles, suele merodear cerca de los asentamientos humanos, y además tiene un carácter irritable y agresivo.
Es la más venenosa de las serpientes pequeñas, pues a pesar de su reducido tamaño su picadura es peligrosa. Tanto es así que las cualidades neurotóxicas de su saliva pueden llevar a la muerte a un ser humano en menos de una hora: por eso se la considera la más venenosa de la especie Naja entre las cobra.
La Naja philippinensis es una de las especies conocidas como “cobras escupidoras” porque tiene la facultad de lanzar veneno a una distancia de hasta 3 metros. Esta es una estrategia para dejar a la presa ciega e indefensa facilitando el ataque con los colmillos.
Su nombre indica que su presencia se limita a Filipinas. Tiene un aspecto común a las cobras, con el despliegue de la capucha cuando se sienten amenazadas y una gran agilidad corporal. Suele ser de colon marrón sin matices, y es muy utilizada por los encantadores de serpientes por su gran agudeza visual.
De las 13 especies de serpientes que habitan en España, cinco se consideran venenosas: tres víboras y dos culebras. Cada año se registran unas 130 mordeduras, aunque no son mortales. Estas son las 3 serpientes venenosas en España más peligrosas.
La Vipera aspis suele medir unos 60 centímetros y habita territorios ásperos con climas cálidos en regiones montañosas de piedra caliza de Italia, Francia y el norte de España. Aunque su picadura no es mortal, sí es muy dolorosa y puede tener consecuencias fatales si no se trata médicamente: es más peligrosa que la víbora común europea.
Este reptil adquiere tonalidades oscuras, con variantes de verde y marrón, pero es más reconocible por la cabeza pequeña y triangular típica de las víboras. Se suelen alimentar de reptiles, aves y roedores.
Muy parecida a la víbora áspid, la víbora hocicuda (Vipera latastei) se reconoce por tener el hocico retráctil y un color gris claro con franjas negras en zigzag. Está más extendida que la víbora áspid, pues se encuentra en toda la península, en zonas rocosas y ásperas, prefiriendo la noche en verano, y el día el resto del año.
Su picadura es muy similar a la de la víbora áspid, aunque algunos expertos coinciden en otorgarle mayor peligro aún. Pero en líneas generales, con atención médica, la mordedura no llega a ser mortal.
La culebra de Montepeller o bastarda (Malpolon Monspessulanus) es una colubridae que no reviste peligro para el hombre, aunque su mordedura es muy dolorosa y requiere tratamiento. Además, es muy ágil y puede llegar a ser muy agresiva. Suele habitar en toda la península, y alcanza hasta 2 metros de longitud.
Se la reconoce por sus grandes ojos y una composición de las escamas oculares que da la sensación de mirada penetrante. Cuando se siente amenazada levanta el cuerpo como la cobra y balancea su cuerpo seseando para intimidar a su rival.