Uno de los muchos anglicismos que hemos adoptado en nuestro vocabulario de uso común es friendzone, un término que se emplea en una relación entre dos personas donde sólo hay amistad y ‘nada más’, pero en la que una de las partes tiene la esperanza de poder conseguir algo más...
Sepamos qué es la friendzone y de qué maneras se puede salir de ella (si es que tal fórmula existe).
La friendzone alude a un terreno metafórico, en el que un chico o chica puede estar cuando la persona por la que hay un interés romántico o sexual únicamente quiere una amistad. A consecuencia de ello, ‘estar en la friendzone’ significa haber sido rechazado, sea explícita o implícitamente por el ser amado. El friendzoneado pasará a ser ese ‘amigo o amiga especial’, que siempre estará ahí con la ilusión de que, algún día, quizás logre una relación más íntima.
Se dice que una vez dentro, es ya imposible salir de la friendzone, como si de una penitencia eterna se tratara; y que la persona recluida en este perímetro infranqueable verá impotente cómo el ser amado tendrá otras parejas y se acostará con terceras personas sin que ser ninguna de ellas.
Aunque no es raro que cunda el desánimo en lo que a las posibilidades de salir de la friendzone se refiere, hay valientes que se niegan a someterse y que luchan por tratar de romper estas barreras. Veamos algunas pistas que pueden ser de utilidad:
Básico y necesario es saber admitir cuándo la persona nos ha marcado como al ganado y nos ha enviado al corral de la friendzone.
Si no se es consciente de este hecho, es prácticamente imposible que los siguientes pasos puedan llevarse a cabo y haya alguna opción de éxito, así que conviene tener los ojos bien abiertos a las señales y comentarios que ese ‘alguien’ haga al respecto.
Cuando ha ocurrido lo que no querríamos que ocurriera (sí, estamos en la friendzone), es necesario realizar un ejercicio de empatía que nos ayude a comprender de qué manera nos ve la persona a la que queremos conquistar.
Está claro que la respuesta es “como a un amigo”, sí, pero ¿qué tipo de amigo?, ¿alguien a quien le interesa conservar a su lado para siempre y con quien tiene la confianza suficiente como para abrirse sin tapujos?, ¿o bien una persona pasajera, que únicamente está para secar sus lágrimas y solucionar sus problemas de autoestima, para luego olvidarse de ella hasta que vuelva a requerir de su atención?
Determinar cuál es el papel que nos han asignado nos llevará a concluir si hay posibilidades o no de salir de la friendzone. En función de la respuesta, tal vez sea mejor aceptar la derrota...
No tiene mucho misterio. Poner tierra de por medio con quien nos gusta y nos ha rechazado, dejando un tiempo prudencial para que las aguas vuelvan a su cauce y podamos diseñar un posible plan de seducción mejor (o hacernos definitivamente a un lado), es tan recomendable como necesario.
Este punto puede servir a un doble propósito: estableciendo el contacto 0 ordenaremos nuestras prioridades y encontraremos momentos de reflexión para aclarar si realmente vale la pena el esfuerzo de intentar cautivar a quien parece no mostrar interés en nosotros. Indirectamente, dejarnos de hablar con la persona amada servirá para que se dé cuenta de si realmente le hacemos falta (y cómo) en su vida.
De lo contrario, ¿quién lo hará por nosotros, si no? Muchas personas enamoradas (¿u obsesionadas?) de alguien, pasan demasiado tiempo desesperadas por recoger las migajas de afecto que ese hombre o mujer deposita en su mano extendida para que vayan a comer de ella, perdiendo oportunidades de crecer como seres humanos, cultivar su mente, divertirse o hacer ejercicio; mientras viven pendientes de alguien que les ignora y que les quiere tan sólo por ser un apoyo moral.
Por ello, emplear el tiempo que tenemos en fomentar nuestro lado más sociable saliendo con amigos, es esencial para recordarnos quienes somos. Tal vez así conozcamos a alguien que nos llame la atención como para olvidar a quien nos había puesto en la friendzone. Lo irónico de todo esto es que puede que “el friendzoneador” vuelva reclamando la atención que ya no recibe de nuestra parte.
Este punto guarda relación con el anterior. Se trata de dedicarnos a nuevos proyectos, tal vez planear una salida que llevamos tiempo aplazando, emplearnos en ser mejores en el trabajo (buscar un posible ascenso), leer ese libro que dejamos aparcado, reconciliarnos con nuestro “yo” más culto…Cualquier alternativa es buena cuando se trata de exprimir el tiempo que se nos ha dado en actividades más productivas que bailarle el agua a quien no se lo merece.
Nunca un eslogan televisivo ha dado tanto juego. Con esta pequeña broma no queremos decir otra cosa que aprender a querernos un poco y a valorarnos más: no somos palomas que recogen las migajas de pan duro que nos echan los ancianos del parque, no tenemos que conformarnos con vagas muestras de afecto hechas por pena si nuestras pretenciones van más allá.
Junto con este consejo para salir de la friendzone, añadimos también que, si el objetivo que buscamos no resulta, tenemos que aprender a decir “basta, hasta aquí hemos llegado” y saber detectar cuándo es hora de hacernos a un lado.
Muchos problemas de autoestima vienen por una autoimagen percibida que nos desagrada o que nos hace creer que no somos lo suficientemente buenos. Un nuevo corte de pelo, un poco de ejercicio físico o renovar el vestuario puede contribuir a que nos veamos en mejor forma y ganemos la confianza perdida.
Existe un estigma social con respecto a las personas solitarias, y parece que, en ocasiones, se nos empuja a socializar contra nuestra voluntad. Si bien antes comentábamos que es bueno fomentar los lazos y reforzar los vínculos perdidos, también es recomendable conocernos en nuestros ratos de soledad y saber valorar tanto las actividades en compañía como nuestros momentos a solas.
Todo lo que hemos descrito hasta ahora implica de algún modo un cambio de actitud, pero lo que proponemos en este apartado es algo más costoso y que no se conseguirá en unos pocos días: se trata de un cambio de mentalidad total con respecto a la persona que nos quiere ‘sólo como amigos’, dejar de idealizarla y considerarla un ser humano más, con sus virtudes y defectos. En la misma línea, conviene focalizarnos en los aspectos positivos de la vida y en cambiar nuestra prioridades y necesidades afectivas.10. Confesar nuestros sentimientos
Puede parecer de locos y a más de uno probablemente le entre el pánico con tal sólo pensar en la idea de revelar nuestros sentimientos o aspiraciones a esa persona. “¿Decirle lo que siento? ¡Tú estás mal de la cabeza!”. Recapacitemos por un momento: ¿qué hay de malo en decir algo que es verdad?, ¿por qué censurarnos? La represión no genera nada bueno si luego no sabemos gestionarla y dejamos que nos consuma por dentro.
Revelando la realidad, exponiendo los hechos tal y como son, nos liberaremos de la tensión de tener que fingir contínuamente, dejaremos claras nuestras intenciones y lo que sentimos. Luego dependerá de la otra persona el responder con la misma moneda o darnos un billete sólo de ida a la friendzone.
Puede que este escrito haya incomodado e incluso ofendido a más de una persona. No pretendemos hacer creer que, porque alguien nos guste, ya tenemos plenos derechos a ser correspondidos, pues así lo que estamos haciendo es negar, o dejar en segundo plano, los sentimientos de la otra parte para con el/ la interesado/a.
Este escrito no es más que una pequeña guía explicativa con consejos, pero en ningún caso busca dar a entender que “todo vale” con tal de seducir a quien nos atrae. Al fin y cabo, tal y como reza el punto 2, hay que realizar un ejercicio de empatía para detectar cómo una persona percibe a otra a la que le gusta; y no actuar como un bulldozer que justifica el llevar egoístamente hasta las últimas consecuencias su plan con tal de lograr su objetivo último.
En definitiva, una persona tiene tanto derecho a tratar de salir de la friendzone y no conformarse con una amistad (incluso a rechazarla si le parece lo mejor para salud mental), como otra lo tiene de optar por el rechazo, sin por ello obligarla a hacer cambiar de parecer.