Imagen de una mujer deprimida en su cama

Poemas de tristeza cortos de amor, dolor y soledad

Poemas de tristeza preciosos que te harán llorar desconsoladamente.

Muchos de estos poemas tratan el tema de la tristeza en el amor, pero otros sin embargo demuestran cómo la vida está llena de tristezas y penas que proceden de distintos orígenes. Acompáñanos a descubrir esta selección de poemas dejando preparado el pañuelo.

Poemas tristes imprescindibles

A continuación comenzamos con los mejores poemas de tristeza que hemos seleccionado de forma variada para que traten distintas temáticas. Esperamos que te emocionen profundamente y logren tocar tus sentimientos más íntimos.

1. Mi corazón oprimido (Federico García Lorca)

Mi corazón oprimido

Siente junto a la alborada

El dolor de sus amores

Y el sueño de las distancia.

La luz de la aurora lleva

Semilleros de nostalgias

Y la tristeza sin los ojos

De la médula del alma.

La gran tumba de la noche

Su negro velo levanta

Para ocultar con el día

La inmensa cumbre estrellada.

¡Qué haré yo sobre estos campos

Cogiendo niños y ramas

Rodeado de la aurora

Y llena de noche el ama!

  

¡Qué haré si tienes tus ojos

Muertos a las luces claras

Y no ha de sentir mi carne

El calor de tus miradas!

¿Por qué te perdí por siempre

En aquella tarde clara?

Hoy mi pecho está reseco

Como una estrella apagada.

Comenzamos nuestra selección con esta bonita pero dura creación del grandísimo Federico García Lorca; uno de los poetas que mejor ha retratado (y conocido) la tristeza  y el sufrimiento humanos.

2. Curriculum (Mario Benedetti)

El cuento es muy sencillo

usted nace

contempla atribulado

el rojo azul del cielo

el pájaro que emigra

el torpe escarabajo

que su zapato aplastará

que su zapato aplastará

valiente

usted sufre

reclama por comida

y por costumbre

por obligación

llora limpio de culpas

extenuado

hasta que el sueño lo descalifica

usted ama

se transfigura y ama

por una eternidad tan provisoria

que hasta el orgullo se le vuelve tierno

y el corazón profético

se convierte en escombros

usted aprende

y usa lo aprendido

para volverse lentamente sabio

para saber que al fin el mundo es esto

en su mejor momento una nostalgia

en su peor momento un desamparo

y siempre siempre

un lío

entonces

usted muere.

Mario Benedetti siempre ha destacado por sus poesías sobre el amor, pero donde hay amor, muchas veces también hay o ha habido tristeza. Este poema triste así lo demuestra, con un final realmente impactante.

3. Al triste (Jorge Luis Borges)

Ahí está lo que fue: la tercera espada

del sajón y su métrica de hierro,

los mares y las islas del destierro

del hijo de Laertes, la dorada

luna del persa y los sin fin jardines

de la filosofía y de la historia,

El oro sepulcral de la memoria

y en la sombra el olor de los jazmines.

Y nada de eso importa. El resignado

ejercicio del verso no te salva

ni las aguas del sueño ni la estrella

que en la arrasada noche olvida el alba.

Una sola mujer es tu cuidado,

igual a las demás, pero que es ella.

Quién es uno de los mejores escritores de la historia de las letras hispanas crea esta trascendental poesía para deleitar a los amantes de este arte. Porque hay momentos en lo que nada importa, y en las peores casos, habrán cosas que nunca más volverán a importar.

4. Soledad astral (Doble Zero)

La calma se hace fría

del cosmos absoluto

y en el viñedo oscuro

se frena el devenir.

Entre la noche brillan

estrellas parpadeantes

y la luna danzante

va plateando la vida.

El humo del cigarro

se marcha de mi boca

para abrirse en las hojas

manchadas de su gris.

Entre esta lejanía

los astros van despacio

mis pensamientos raudos

y tú no estás aquí.

Busco el universo

recuerdos con tu rostro

que me penetran como

un toro al carmesí.

Todo se hace en silencio

como en silencio nacen

ocasos por las tardes

y las nubes de abril.

En silencio me hundo

mas mi corazón grita

poniendo de rodillas

de mi alma, su confín.

Se fracturó mi vida

el cuento se ha acabado

y ya no hay colorados

para este colorín.

Pocas cosas atormentan más al ser humano como especie y como individuo como la soledad. La consciencia es un arma de doble filo que puede hacernos sentir especialmente mal en el evidente vacío de la existencia, (casi) solo combatible cuando tenemos a nuestro lado personas a las que queremos (y nos quieren). Pero, ¿qué pasa cuando se van? Pues bien, en estos poemas y en concreto en este ejemplar de Doble Zero (nombre artístico), encontramos una respuesta.

5. Dolor (Alfonsina Storni)

Quisiera esta tarde divina de octubre

pasear por la orilla lejana del mar;

que la arena de oro, y las aguas verdes,

y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,

como una romana, para concordar

con las grandes olas, y las rocas muertas

y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos

y la boca muda, dejarme llevar;

ver cómo se rompen las olas azules

contra los granitos y no parpadear;

ver cómo las aves rapaces se comen

los peces pequeños y no despertar;

pensar que pudieran las frágiles barcas

hundirse en las aguas y no suspirar;

ver que se adelanta, la garganta al aire,

el hombre más bello, no desea amar…

Perder la mirada, distraídamente,

perderla y que nunca la vuelva a encontrar:

y, figura erguida, entre cielo y playa,

sentirme el olvido perenne del mar.

Como ya hemos descubierto en otras poesías dentro de Frasespedia, la naturaleza es un tema recurrente con independencia  del tema tratado. En este caso, los poemas de tristeza, siempre que rimen, también se pueden servir de ella para potenciar su expresividad.

6. Indolencia (Alfonsina Storni)

A pesar de mí misma te amor; eres tan vano

como hermoso, y me dice, vigilante, el orgullo:

«¿Para esto elegías? Gusto bajo es el tuyo;

no te vendas a nada, ni a un perfil de romano»

Y me dicta el deseo, tenebroso y pagano,

de abrirte un ancho tajo por donde tu murmullo

vital fuera colado… Sólo muerto mi arrullo

más dulce te envolviera, buscando boca y mano.

¿Salomé rediviva? ¿Son más pobres mis gestos?

Ya para cosas trágicas malos tiempos son éstos.

Yo soy la que incompleta vive siempre su vida.

Pues no pierde su línea por una fiesta griega

y al acaso indeciso, ondulante, se pliega

con los ojos lejanos y el alma distraída.

Alfonsina Storni tiene una gran cantidad de poemas tristes que seguramente te encantarán. Desde aquí te animamos a que busques otros suyos, si estos que hemos elegido te gustan.

7. Acabar con todo (Octavio Paz)

Dame, llama invisible, espada fría,

tu persistente cólera,

para acabar con todo,

oh mundo seco,

oh mundo desangrado,

para acabar con todo.

Arde, sombrío, arde sin llamas,

apagado y ardiente,

ceniza y piedra viva,

desierto sin orillas.

Arde en el vasto cielo, laja y nube,

bajo la ciega luz que se desploma

entre estériles peñas.

Arde en la soledad que nos deshace,

tierra de piedra ardiente,

de raíces heladas y sedientas.

Arde, furor oculto,

ceniza que enloquece,

arde invisible, arde

como el mar impotente engendra nubes,

olas como el rencor y espumas pétreas.

Entre mis huesos delirantes, arde;

arde dentro del aire hueco,

horno invisible y puro;

arde como arde el tiempo,

como camina el tiempo entre la muerte,

con sus mismas pisadas y su aliento;

arde como la soledad que te enamora,

arde en ti mismo, ardor sin llama,

soledad sin imagen, sed sin labios.

Para acabar con todo,

oh mundo seco,

para acabar con todo.

En los momentos más dolorosos y duros de la vida, todos hemos pensado en dejarlo todo. La soledad, el desamor, el duelo u otras muchas situaciones pueden desencadenar sentimientos displacenteros en nosotros; y Octavio Paz es capaz de demostrarlo en esta poesía triste que ostenta la posición 10 de nuestra lista.

8. Llegada al mar (José Hierro)

Cuando salí de ti, a mí mismo

me prometí que volvería.

Y he vuelto. Quiebro con mis piernas

tu serena cristalería.

Es como ahondar en los principios,

como embriagarse con la vida,

como sentir crecer muy hondo

un árbol de hojas amarillas

y enloquecer con el sabor

de sus frutas más encendidas.

Como sentirse con las manos

en flor, palpando la alegría.

Como escuchar el grave acorde

de la resaca y de la brisa.

Cuando salí de ti, a mí mismo

me prometí que volvería.

Era en otoño, y en otoño

llego, otra vez, a tus orillas.

(De entre tus ondas el otoño

nace más bello cada día.)

Y ahora que yo pensaba en ti

constantemente, que creía...

(Las montañas que te rodean

tienen hogueras encendidas.)

Y ahora que yo quería hablarte,

saturarme de tu alegría…

(Eres un pájaro de niebla

que picotea mis mejillas.)

Y ahora que yo quería darte

toda mi sangre, que quería…

(Qué bello, mar, morir en ti

cuando no pueda con mi vida.)

De una forma desgarrada el poeta describe el dolor de la separación y la esperanza del retorno, que en los últimos versos se convierte en la clásica metáfora poética del mar como el final de la vida. Una poesía llena de tristeza y de paz en la que José Hierro trabaja con las palabras como el mejor orfebre.

9. Despedida (Gabriel Celaya)

Quizás, cuando me muera,

dirán: Era un poeta.

Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.

Quizás tú no recuerdes,

quién fui, mas en ti suenen

los anónimos versos que un día puse en ciernes.

Quizás no quede nada

de mí, ni una palabra,

ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.

Pero visto o no visto,

pero dicho o no dicho,

yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!

Yo seguiré siguiendo,

yo seguiré muriendo,

seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.

Dotado de un gran vigor, este poema ofrece a través de las desgarradas notas de dolor por la certeza de la muerte, un mensaje de optimismo. Es imposible no sucumbir a la melancólica tristeza  de este poema, que deja al final una sombra de esperanza.

10. Estoy cansado (Luis Cernuda)

Estar cansado tiene plumas,

tiene plumas graciosas como un loro,

plumas que desde luego nunca vuelan,

mas balbucean igual que loro.

Estoy cansado de las casas,

prontamente en ruinas sin un gesto;

estoy cansado de las cosas,

con un latir de seda vueltas luego de espaldas.

Estoy cansado de estar vivo,

aunque más cansado sería es estar muerto;

estoy cansado del estar cansado

entre plumas ligeras sagazmente,

plumas del loro aquel tan familiar o triste,

el loro aquel del siempre estar cansado.

Aparentemente escondido en una ornamentación graciosa y divertida, el sufrimiento transpira en todos los versos de este poema sobre la frustración de la vida y el cansancio del alma.

10 poemas de desamor que te romperán el corazón

El amor ha sido un material precioso para los poetas para construir poesías cargadas de dolor y de esperanza. Esta es una selección de poemas de desamor melancólicos y tristes con los que es imposible no conmoverse.

11. Despedida (Jorge Luis Borges)

Entre mi amor y yo han de levantarse

trescientas noches como trescientas paredes

y el mar será una magia entre nosotros.

No habrá sino recuerdos.

Oh tarde merecidas por la pena,

noches esperanzadas de mirarte,

campos de mi camino, firmamento

que estoy viendo y perdiendo…

Definitiva como un mármol

entristecerá tu ausencia otras tardes.

Si hay algo que realmente apena al ser humano son las despedidas, especialmente, como no, las que acaban con un punto final. Borges vuelve con otro poema triste que nos pone la piel de gallina y llena nuestros ojos de dolorosas humedad.

12. Oda a la tristeza (Pablo Neruda)

Tristeza, escarabajo,

de siete patas rotas,

huevo de telaraña,

rata descalabrada,

esqueleto de perra:

Aquí no entras.

No pasa.

Ándate.

Vuelve

al sur con tu paraguas,

vuelve

al norte con tus dientes de culebra.

Aquí vive un poeta.

La tristeza no puede

entrar por estas puertas.

Por las ventanas

entre el aire del mundo

las rojas rosas nuevas,

las bandera bordadas

del pueblo y sus victorias.

No puedes.

Aquí no entras.

Sacude

tus alas de murciélago,

yo pisaré las plumas

que caen de tu mano

yo barreré los trozos

de tu cadáver hacia

las cuatro puntas del viento,

yo te torceré el cuello,

te coseré los ojos,

cortaré tu mortaja

y enterraré, tristeza, tus huesos roedores

bajo la primavera de un manzano.

Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos:

quiero la luz y el trigo de tus manos amadas

Pasar una vez más sobre mí su frescura:

sentir la suavidad que cambió mi destino.

Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,

quiero que tus oídos sigan oyendo el viento

Que huelas el aroma del mar que amamos juntos

Y que sigas pisando la arena que pisamos.

Quiero que lo que amo siga vivo

y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,

por eso sigue tú floreciendo, florida,

Para que alcances todo lo que mi amor te ordena,

para se pasee mi sombra por tu pelo,

para que así conozcan la razón de mi canto.

Uno de los grandes poetas del amor,  nos golpea en el corazón incorporando su pieza a esta selección de los mejores.

13. Tú, que nunca serás (Alfonsina Storni)

Sábado fue, y capricho el beso dado,

capricho de varón, audaz y fino,

mas fue dulce el capricho masculino

a este mi corazón, lobezno alado.

No es que crea, no creo, si inclinado

sobre mis manos te sentí divino,

y me embriagué. Comprendo que este vino

no es para mí, mas juega y rueda el dado.

Yo soy esa mujer que vive alerta,

tú el tremendo varón que se despierta

en un torrente que se ensancha en río

y más se encrespa mientras corre y poda.

Ah, me resisto, más me tiene toda,

tú, que nunca serás del todo mío.

De entre todos los poemas que nos hacen llorar, este no lo es especialmente, sin embargo, se puede entrever que hay un mensaje entre líneas que habla de una relación no equilibrada, donde el hombre, está menos volcado por su amada que ella en él.

14. Poema del olvido (José Ángel Buesa)

Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,

y tú, como una nube, pasaste por mi hastío.

Y se unieron entonces tu corazón y el mío,

como se van uniendo los bordes de una herida.

Los últimos ensueños y las primeras canas

entristecen de sombra todas las cosas bellas;

y hoy tu vida y mi vida son como estrellas,

pues pueden verse juntas, estando tan lejanas…

M bien sé que el olvido, como un agua maldita,

nos da una sed más honda que la sed que nos quita,

pero estoy tan seguro de poder olvidar…

Y miraré las nubes sin pensar que te quiero,

con el hábito sordo de un viejo marinero

que aún siente, en tierra firme, la ondulación del mar.

Este es uno de los poemas más tristes de José Ángel Buesa, poeta cubano que hacía de la rima un precioso continente para un desolador contenido, lleno como en este soneto de la tristeza melancólica del olvido. Una buena oportunidad para conocer a este poeta, a quien la crítica no siempre justa y un exilio obligado relegaron a un olvido injustificado.

15. Testamento (Concha García)

Amor mío dos puntos, se cayó

la voluntad de seguir siendo, salgo

enhebrada de tu saliva aún y me

aturde dejar de perseguirte,

tú que fuiste llama en la ojera y calidez de un dedo

locura de apuñalamiento certero, ensayo

noble que se caracterizaba por la insistencia

del tema con un fondo alegórico,

certerísima me quedo donde estoy, ¿qué

está más lejos? ¿Lo que sigue

permaneciendo? Me diseco las manos

para no tener que hacer escrutinios

con las caricias insentidas. Tengo

que escribir aún otro poema

mi sentencia y un método

para olvidarme de tu lengua.

Una de las poetas actuales más sólidas de la literatura española vierte en este poema el dolor de la ausencia de los que se ha tenido, y se enmarca de lleno en la temática favorita de Concha García, la radicalidad de lo efímero, y su estilo, rompedor y vanguardista.

16. Se ha vuelto llanto este dolor ahora (Jaime Sabines)

Se ha vuelto llanto este dolor ahora

y es bueno que así sea.

Bailemos, amemos, Melibea.

Flor de este viento dulce que me tiene,

rama de mi congoja:

desátame, amor mío, hoja por hoja,

mécete aquí en mis sueños,

te arropo como mi sangre, ésta es tu cuna:

déjame que te bese una por una,

mujeres tú, mujer, coral de espuma.

Rosario, sí, Dolores cuando Andrea,

déjame que te llore y que te vea.

Me he vuelto llanto nada más ahora

y te arrullo, mujer, llora que llora.

Preciosa poesía del poeta mexicano Jaime Sabines que expresa un dolor arrebatador con una conmovedora musicalidad. Es imposible no llegar al último verso desgarrado por el mismo dolor que asola el alma sensible del poeta, y no llorar con sus últimas lágrimas.

17. Balada (Gabriela Mistral)

Él pasó con otra; yo le vi pasar.

Siempre dulce el viento

y el camino en paz.

¡Y estos ojos míseros

le vieron pasar!

Él va amando a otra

por la tierra en flor.

Ha abierto el espino;

pasa una canción.

¡Y él va amando a otra

por la tierra en flor!

Él besó a la otra

a orillas del mar;

resbaló en las olas

la luna de azahar.

¡Y no untó mi sangre

la extensión del mar!

Él irá con otra

por la eternidad.

Habrá cielos dulces.

(Dios quiera callar.)

¡Y él irá con otra

por la eternidad!

Con la agilidad que caracteriza la poesía musical de Gabriela Mistral, y la dulzura con la que acaricia los sentimientos del alma, en estos versos expone el dolor que todos hemos sentido alguna vez al ver a la persona que amamos en brazos de otra.

18. Y mirarse a los ojos (Luis García Montero)

Han pasado los vientos,

y mirarse a los ojos no es sencillo.

Vivir esta ciudad

es pisar un jardín de tachaduras,

la presencia infectada de lo que ya no existe,

de lo que fue recinto del invierno

o refugio del sol,

teatro de las lluvias y de los conocidos.

Recorrer la memoria de las habitaciones

Es provocar la niebla del interrogatorio.

Y no deben hablar, pero se anulan

en un silencio turbio

que delata el pasado de las sombras pacíficas,

los cristales hirientes por donde pisa el orden,

las botellas guardadas en mensajes vacíos.

Porque apago las horas

con el interruptor de los olvidos

y retumban los pasos en el sótano.

Imagínate tú, la habitación,

las llaves en la puerta,

los tacones que cruzan el pasillo,

la cremallera seca,

y el cuerpo que no ofrece libertad,

sino cansancio, calor de más,

excusas previsibles.

Así llegan los sueños,

mártires descentrados de un corazón maniático.

Han pasado las leyes del honor y la vida,

las mejores palabras,

y mirarse a los ojos no es sencillo.

Luis García Montero consigue diluir el dolor propio en un sufrimiento general, del mismo modo que en su poesía busca siempre diluir la experiencia del poeta y el sentido del “yo” en la colectividad. Una poesía para maravillarse y entristecerse a la vez...

19. El futuro (Julio Cortázar)

Y sé muy bien que no estarás.

No estarás en la calle,

en el murmullo que brota de noche

de los postes de alumbrado,

ni en el gesto de elegir el menú,

ni en la sonrisa que alivia

los completos de los subtes,

ni en los libros prestados

ni en el hasta mañana.

No estarás en mis sueños,

en el destino original

de mis palabras,

ni en una cifra telefónica estarás

o en el color de un par de guantes

o una blusa.

Me enojaré amor mío,

sin que sea por ti,

y compraré bombones

pero no para ti,

me pararé en la esquina

a la que no vendrás,

y diré las palabras que se dicen

y comeré las cosas que se comen

y soñaré las cosas que se sueñan

y sé muy bien que no estarás,

ni aquí adentro, la cárcel

donde aún te retengo,

ni allí fuera, este río de calles

y de puentes.

No estarás para nada,

no serás ni recuerdo,

y cuando piense en ti

pensaré un pensamiento

que oscuramente

trata de acordarse de ti.

Al más puro estilo Cortázar, esta es una poesía cotidiana del desamor, la ausencia, el dolor, el sufrimiento y la pérdida. El corazón del poeta se convierte en una cárcel, y la poesía se presenta como una expiación.

20. Sé que las ratas… (Margarita Laso)

sé que las ratas me morderán el corazón

pero ésta es una despedida

reí y fui

loba

loba en el palomar

loba en el palomar de tus jadeos

buches y espumas rociaron la aurora de los sudores 

jadeos tus de palomar él en loba

aunque

entre graznidos y hendiduras

entre zureos grumosos

loba

entre palomas en tus jadeos

digo adiós

la pena canina cubro de vidrio

lenguas y falanges apago al fuego

aros y poros al polvo cocido

esta cachorra arde bajo las burbujas

aullidos sollamados invitan a las ratas

ellas escuchan su piel de chamiza que crepita

sus uñas que raspan el celo cristalino

la esfera de calor de su cuero esquilado las convida

olorosa

sé que me morderán el corazón lastimero

pero no permitiré que tú lo muerdas

ésta es una despedida

Una triste poesía sobre la separación y la ausencia, sentimientos de dolor y sufrimiento que esta poetisa ecuatoriana maneja con una inusitada combinación de elegancia y contundencia en el marco de su poesía vanguardista y experimental.

5 poemas tristes cortos y desgarradores

Una selección de poesías tristes y de desamor cuya brevedad las hace especialmente directas, conmovedoras y crueles. En ellas encontrarás también una brecha por donde se filtra la débil luz de la esperanza.

21. Ars Magna (Leopoldo María Panero)

Qué es la magia, preguntas

en una habitación a oscuras.

Qué es la nada, preguntas,

saliendo de la habitación.

Y qué es un hombre saliendo de la nada,

y volviendo solo a la habitación.

Por que nadie maneja los conceptos existencias como Leopoldo María Panero, el poeta de la locura, esta poesía resulta especialmente  punzante en el corazón de un ser humano. Abre interrogantes angustiantes y deja flotando en el aire una sensación de desasosiego.

22. Silencio (Octavio Paz)

Así como del fondo de la música

brota una nota

Que mientras vibra crece y se adelgaza

Hasta que en otra música enmudece,

brota del fondo del silencio,

otro silencio, aguda torre, espada,

y sube y crece y nos suspende

y mientras sube caen

recuerdos, esperanzas,

las pequeñas mentiras y las grandes,

y queremos gritar y en la garganta

se desvanece el grito:

desembocamos al silencio

en donde los silencios enmudecen.

Si lo lees detenidamente y encuentras su verdadero sentido, descubrirás en estos versos de Octavio Paz una de las poesías tristes cortas más desoladoras, pues el poeta expresa el dolor de no encontrar la forma de expresar lo que lleva dentro, y todo el torrente de voluntad y creatividad acaban ahogados en un silencio que nos deja hundidos en la nada.

23. ¡Oh, sí! (Charles Bukowski)

Hay cosas peores

que estar solo

pero a menudo toma décadas

darse cuenta de ello

y más a menudo

cuando esto ocurre

es demasiado tarde

y no hay nada peor

que

un demasiado tarde.

¿Hay algo peor y más desolador que darse cuenta tarde de la soledad y el paso fugaz por la vida? Más triste parece aún en las palabras de este poeta experto en plantear las angustias existenciales con un realismo tan surrealista como descarnado.

24. Rima XXX (Gustavo Adolfo Bécquer)

Asomaba a sus ojos una lágrima

y a mis labios una frase de perdón…

Habló el orgullo y se enjugó su llanto,

y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino, ella por otro;

pero al pensar en nuestro mutuo amor,

yo digo aún: “¿Por qué callé aquel día?”

y ella dirá: “¿Por qué no lloré yo?”

El amor y el desamor fueron los temas estrella del Siglo de Oro de la poesía española, pero cuando sus grandes maestros, como Bécquer, consiguen condensar su talento y su dolor en estas rimas breves, todo adquiere mucha más intensidad.

25. Ojos de ayer

¡Ojos que quieren

mirar alegres

Y miran tristes!

¡Ay, no es posible

que un muro viejo

dé brillos nuevos;

que un seco tronco

(abra otras hojas)

abra otros ojos

que estros, que quieren

mirar alegres

y miran tristes!

¡Ay, no es posible!

Una bonita metáfora sobre el inexorable paso del tiempo y la mirada cargada de dolor del poeta que mira hacia un pasado idílico que ya no volverá. Por eso sus ojos, antes llenos de vida y de luz, ahora estar llenos de tristeza y de lágrimas.