En lo que se refiere a los gustos musicales, no hay nada escrito. Todos los melómanos tienen sus preferencias personales y sus artistas fetiche. Pero existen figuras de consenso que traspasan las barreras generacionales y son considerados como iconos de esta disciplina artística. Nombres de hombres y mujeres que han dejado una huella imposible de borrar y que después de 30, 40 o 50 años continúan disfrutando de un nivel de aceptación similar al de su época o incluso superior. En este grupo de virtuosos y privilegiados aparece el nombre de Elvis Presley, una figura que cambió para siempre la escena musical asociada a los Estados Unidos. Un personaje irreverente, con una estética de enfant terrible que maravilló a toda una generación de jóvenes que querían imitar su estética Rockabilly y desenfadada.
Elvis en sí mismo es un producto, su estética y su personalidad son indisociables de su talento musical. El artista supo capitalizar como nadie la esencia y el espíritu americano. Hizo suyo un estilo personal y propio que combinaba muchos de los elementos musicales emergentes que empezaban a aflorar en las calles estadounidenses. Pero Elvis, más allá de ser un icono americano, representa como nadie la imagen que ahora se ha convertido arquetípica en relación a Las Vegas. Una idiosincrasia basada en el casino que cada vez queda más diluida en el subconsciente popular debido a la eclosión del casino online, trasladando esta simbología y esencia al contexto doméstico. Elvis sigue siendo Las Vegas, todavía es común ver cómo su imagen continúa apareciendo por las calles. Gracias a él el ADN de la región sigue vivo y todavía aparece su efigie en todo tipo de productos y soportes.
Elvis Aaron Presley nació en 1935 en la ciudad de Tupelo, en Misisipi, en una familia de base altamente humilde. Sus padres le regalaron una guitarra cuando él pidió una bicicleta, un hecho que marcó enormemente su trayectoria vital. Su primer disco apareció en 1956 y es considerado como el inventor del Rockabilly, una fusión equitativa entre el género country y el blues. Solo existen dos artistas que hayan conseguido vender más discos que el chico de Tupelo: los Beatles y Garth Brooks. Como pionero, también fue el protagonista del primer concierto transmitido al mundo a través de satélite, aquella transmisión tenía una audiencia potencial de más de mil millones de personas, 40 países en total.
Para entender la dimensión total del personaje, hoy queremos poner en valor una efeméride. Cogemos una lupa y miramos con detalle su amplia discografía; vemos como emerge un título: From Elvis to Memphis. Un disco del artista que este año cumple nada más y nada menos que 50 años.
El LP fue publicado en junio de 1969, bajo el sello de la compañía discografía RCA. El disco fue grabado en un estudio de Memphis, en Tennessee, concretamente en el American Sound Studio. Las reseñas relativas al disco fueron altamente favorables, y la obra logró colocarse en el número 13 de la lista Billboard 200. Entre todas las canciones encontramos una que destaca por encima del resto, ya que se ha convertido en uno de los temas más populares del artista: “In the Ghetto”. Su título original era “The Vicious Circle”. Esta canción ha sido enormemente versionada, y es ya patrimonio de la música.
Entre las otras 11 canciones que conforman el recopilatorio encontramos otras obras destacadas como “I'm moving on”, “Power of My Love” o “Any Day Now”. En la reedición de 1998 encontramos “Suspicious Minds”, uno de los otros éxitos atemporales que configuran su discografía. La revista Rolling Stones la colocó en la posición 91 de las 500 mejores canciones de todos los tiempos. La última reedición del disco coincidió con su 40 aniversario. Dispone de 36 canciones divididas en dos CD. Este disco es considerado como su renacimiento musical, una obra maestra de la música que aún hoy en día sigue vigente. Una creación que pone punto final a su carrera televisiva para centrarse nuevamente en lo que la ha convertido en un icono universal: su música.