En nuestro mundo actual hay tantos tipos de religión como unidades culturales y tipos de civilización.
Desde antaño los hombres han intentado explicar el misterio de la vida y de la muerte a través de la fe y las creencias, es decir, de la religión. Las diferentes culturas y los sucesivos estados de desarrollo de la civilización han dado lugar a varias creencias religiosas que comparten algunas similitudes y diferencias esenciales.
Aunque en el siglo XIX aparecieron algunas teorías que consideraban que el hombre es por naturaleza “ateo” aunque pueda ser culturalmente “religioso”, lo cual reduciría la religión a un mero fenómeno cultural, los análisis estructurales y fenomenológicos posteriores confirmaron que se trata más bien de lo contrario: el hombre es por naturaleza religioso, aunque pueda ser culturalmente ateo.
¿Por qué? Un acercamiento antropológico a la cuestión nos revela que la religión es un fenómeno transversal que se encuentra en la estructura cultural de todos los pueblos desde los albores de la humanidad. Su función era responder las grandes incógnitas que angustiaban al hombre y, en definitiva, dotarlo de un sentido trascendente.
En cambio, mientras que la religión ha estado en la raíz de los pueblos, culturas y civilizaciones a lo largo de la historia, el ateísmo es un producto cultural reciente que se enmarca en el proceso de la ilustración y tiene continuidad con la industrialización y el proceso técnico que influyen en la progresiva deshumanización de las sociedades.
En la búsqueda de esa trascendencia los diferentes tipos de religión se han ajustado al marco cultural en el que fueron desarrollados, y en base a eso podemos desarrollar una clasificación partiendo de dos cuestiones: si hay dios o no hay dios, y si hay un solo dios o más de uno.
Aunque en la cultura occidental vinculamos el concepto de religión a la existencia de una o más divinidades, en algunas religiones no existe tal fuerza natural. Son las religiones sin dios, llamadas no teístas.
Algunas corrientes orientales como el taoísmo o ciertas ramas del budismo pueden considerarse una religión. Si nos centramos en el taoísmo, por ejemplo, vemos que tiene un dogma, recogido en el libro de la vía y el poder (Daodejing) y unas prácticas rituales y tradicionales que se incluyen en el concepto amplio de la religión. Otros, sin embargo, tienden a considerarlas como sistemas filosóficos.
Dentro de las religiones no teístas, pero como una categoría particular, encontramos las varias formas de panteísmo, corriente que considera lo divino y lo natural como una sola unidad. Por lo tanto, la naturaleza es autónoma y no está ordenada por seres divinos, que no tienen poderes más allá de lo natural.
El concepto religioso más extendido es aquel en el que existe una o más divinidades que disponen de poderes sobrenaturales: es decir, que no solo actúan al margen de la naturaleza, sino que son los creadores y ordenadores de esta.
Las religiones que hoy en día se extienden por la capa de la Tierra son teístas, y se dividen en monoteístas (las que tienen un solo dios) y las politeístas (con varios dioses).
La creencia en un Ser supremo que crea el mundo y ordena todos los ámbitos del mismo, incluidos la naturaleza, los animales, los hombres y las divinidades inferiores, es una idea primitiva. Los primeros hombres ya creían, de forma abstracta, en que existía un poder sobrenatural soberano que regía todo lo demás.
Sin embargo, las religiones monoteístas no se encuentran en los inicios de la humanidad sino al final, como un proceso de reconstrucción del papel de este ser supremo y su relación con los hombres.
Mientras que para el hombre primitivo el ser supremo creaba el mundo y luego se alejaba de los hombres, que se relacionaban más bien con otras divinidades inferiores, en las religiones monoteístas Dios está en la vida cotidiana de los hombres y hay una relación más o menos directa (ritos y tradiciones).
Las religiones monoteístas más extendidas son las llamadas religiones abrahámicas, que parten de la tradición espiritual relacionada con Abraham y que cuentan hoy en día con unos 3.800 millones de fieles:
Islam
Es la religión fundamentada en el Corán, el libro sagrado que contiene su dogma de fe. Esta se basa en la existencia de un Dios creador y todopoderoso llamado Al-lah, y en su gobierno sobre todas las cosas, incluso sobre el hombre que, creado de arcilla, le debe sumisión y adoración. Aunque recoge la existencia de Jesús como anunciador de la llegada del profeta Muhammad, le niega la divinidad.
Cristianismo
Su dogma está contenido en la Biblia, y contempla la existencia de una sola divinidad con tres formas distintas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). La teoría de la Trinidad ha dividido a lo largo de la historia a los teólogos cristianos, pero hoy en día es aceptado por casi todas las ramas del cristianismo. Estas ramas se pueden clasificar en tres grandes grupos: el catolicismo, que reconoce como única autoridad suprema al Papa de Roma, la iglesia ortodoxa, con varios centros de poder (iglesias autocéfalas), y las variantes de la reforma protestante, entre la que se encuentra por ejemplo el anglicanismo.
Judaísmo
Su texto sagrado es la Torá, recogida en cinco libros (Pentateuco) en la que se reconoce a Abraham como el primer hebreo y el profeta que, llamado por Dios, llegó a Canaan desde Mesopotamia. Lo esencial del judaísmo es que considera Israel como el pueblo escogido por Dios: Israel, como “tierra prometida”, tiene pues un elemento central en el judaísmo. Además, su elemento más importante es el “conocimiento de Dios”, el reconocimiento de Jahvé como Dios único, creador y todopoderoso.
En las religiones politeístas existe más de un dios y todos ellos comparten un mismo rango de importancia: forman parte de un panteón. Las religiones antiguas solían organizar su dogma a través de la creencia de que cada elemento natural, así como las formas de comportamiento humano o incluso los acontecimientos y los fenómenos, estaban representados por varias divinidades.
La cosmogonía griega o la religión egipcia formaron los universos religiosos más poderosos, cuyas mitologías han llegado a nuestros días a través de sus textos en ricas narraciones legendarias protagonizadas por varios dioses.
Para saber más: Cosmogonía: definición y 6 grandes mitos.
En la actualidad las religiones politeístas son minoritarias, quedando solo el hinduismo como su gran representante. Este se basa en la creencia que detrás del universo se encuentra el Absoluto (Brahman) que puede ser reconocido como dios: el objetivo de los hinduistas es abandonar el ciclo de reencarnaciones (samsara) para alcanzar la divinidad.
Y la particularidad es que Dios trasciende en todas las cosas de forma que todas las cosas, incluso cada hombre, puede representar su propia divinidad. Originariamente se reconoce en el hinduismo tres divinidades (Brahmá, Visnú y Shiva) aunque en la actualidad es más corriente la unificación de ellas en Brahman.
Son dualistas los tipos de religión que explican la creación y el origen del mundo a través de dos fuerzas perpetuas, supremas, independientes y antagónicas: el bien y el mal. El dualismo teológico surgió en China y en Persia, con religiones como el mazdeísmo (religión de Zoroastro) que reconoce dos divinidades en un mismo rango: el Ormuz (el bien) y Ahrimán (el mal).
El dualismo ha dado lugar a religiones heréticas diversas como el maniqueísmo, el bogomilismo, el gnosticismo o los albigenses, basando sus teorías en que todo lo material procede del Mal y que es inútil luchar contra las tentaciones, pues el pecado no procede del hombre y es inevitable