Como animales racionales, los seres humanos se han dotado de herramientas que dan coherencia a las posiciones que defienden en un debate: se llaman argumentos, o sea, técnicas de persuasión. Por eso argumento es sinónimo de razonamiento, pues son estrategias para defender la veracidad o la falsedad de algo a través de la razón.
Según la temática, el tono o las circunstancias del debate podemos utilizar varios tipos de argumentos que nos ayudan a enfocar la cuestión y refutar nuestra tesis. Veamos los tipos de argumentos y ejemplos de cómo se pueden emplear:.
Puesto que la filosofía es el arte de pensar, su objeto el debate de las ideas, y a partir de aquí ha desarrollado una ciencia de la argumentación llamada retórica. El arte de convencer al rival por métodos racionales exige alejar el debate de la subjetividad y acercarlo a la objetividad.
El argumento es, por lo tanto, el intento del emisor de dar apariencia de objetividad a sus ideas, de modo que si utilizamos herramientas de contextualización racional alejamos el concepto de una pretendida subjetividad y lo acercamos a la verdad. Sin embargo, dentro de los tipos de argumentos hay un amplio abanico que van desde la pulsión más emocional hasta la más inocua objetividad.
Los argumentos de tipo emocional, por ejemplo, se utilizan cuando el emisor quiere refutar sus ideas apelando a los sentimientos del receptor. Un segundo grado lo conforman los argumentos tópicos, que son aquellos que se apoyan en creencias, valores y premisas aceptados por la mayoría de la sociedad. Finalmente, los argumentos de tipo racional apelan a la lógica y el raciocinio del destinatario.
Estos son los diez tipos de argumentos más comunes. Puesto que la filosofía eleva los argumentos de tipo racional frente a los de tipo emocional, que en su extremo acaban en la falacia, ordenamos los argumentos de menos a más rigurosidad:
Es un claro ejemplo de argumentación emocional consistente en apelar a los sentimientos más primarios del receptor. En este tipo de argumentación bajamos el debate a los instintos y al efecto personal, recordando al destinatario su posición social, su formación profesional, su ideología, etc. Se puede incluso recurrir a la amenaza, de forma más o menos sutil. Un par de ejemplos:
Parece mentira que habiendo nacido en el seno de una familia humilde, usted esté en contra de los derechos de los trabajadores.
Si sigue usted defendiendo tal estado de cosas, acabará arruinando su reputación.
Entra dentro del grupo de argumentos tópicos. Aunque está bastante alejado de las reglas lógicas de la racionalidad, es un tipo de argumento muy afectivo. Consiste ejercer presión sobre el receptor arguyendo al tópico de la cantidad: si una idea es apoyada por muchas personas recibe automáticamente carácter de veracidad. Por ejemplo:
Millones de personas han salido a la calle a reivindicar estas ideas, ¿cómo puede oponerse a ellas?
Este tipo de argumento se basa en el tópico de que la veracidad de una idea depende de su utilidad, o sea, de lo que puede servir al común de la sociedad. De igual modo, es un argumento muy útil, aunque se apela más a las emociones que al raciocinio:
Si aprobamos una bajada de impuestos, todos nos acabaremos beneficiando.
Se fundamenta en el tópico de la moralidad. En este tipo de razonamiento se crean dos campos, el de la moral y el de la inmoralidad, y se ubica a los argumentos del rival en el campo de la inmoralidad dejando a los nuestros en el de la ética. Automáticamente, los nuestros pasan a ser preferibles, mientras que los suyos son reprochables:
A lo que estamos apelando es a una actitud más solidaria y de respeto a los derechos humanos.
Entramos ya en el grupo de los argumentos racionales. El argumento de autoridad consiste en presumir la veracidad de una idea apelando a la autoridad de un especialista que la defiende. Aunque a veces puede ser efectivo, es uno de los menos consistentes dentro del grupo de los racionales, porque puede redundar en una falacia de autoridad: el hecho de que un especialista lo defienda, no lo convierte en verdad. Sin embargo, sirve para refutar otra falacia de autoridad:
Como dice Noam Chomsky, Donald Trump desarrolla una política fascista.
Una de las máximas de la lógica es la relación causa-efecto: las cosas pasan por una razón, porque a cada causa le corresponde una consecuencia, y todas las consecuencias tienen una causa. En el terreno de lo racional, se trata de uno de les argumentos más implacables porque, al hacer depender la conclusión final de una premisa aparentemente irrefutable, queda automáticamente en el terreno de la verdad. Por ejemplo:
Para acoger más inmigrantes se necesita crear más puestos de trabajo. Como no hay trabajo, no se pueden acoger más inmigrantes.
Se trata de un tipo de argumento muy persuasivo en el que alejamos la idea de la abstracción y la ubicamos en un plano de pragmatismo. Poniendo un ejemplo que apoye nuestra idea, demostramos al interlocutor que no estamos divagando en la inconcreción y que nuestro argumento tiene una plasmación en la realidad.
Hay que defender la ley contra la emisión de gases. Por ejemplo, en Reino Unido ya la están aplicando y funciona de maravilla.
Es una técnica desarrollada a través del método socrático, y consiste en someter al oponente a una serie de interrogaciones para inducirle al error. Así se consigue, de un modo muy efectivo, que los argumentos del rival queden en evidencia por sí mismos sin necesidad de que el emisor tenga que señalar su invalidez. Por ejemplo:
Dígame, ¿Está seguro de que el toro no sufre? ¿Cuánto dinero mueve el negocio de los toros? ¿Por qué no acceden a torear al animal sin que muera en la plaza? ¿Si dice que aman al toro, por qué lo sacrifican en la plaza? ¿El torero no está en una posición de superioridad? ¿Es una lucha desigual?
Es una variante del argumento con ejemplos, pero en este caso la frialdad de los datos es aún más efectiva que lo subjetivo del ejemplo. Es frecuente que en los debates más serios donde los oponentes quieren dar apariencia de rigor se manejen datos y estadísticas. La idea que se apoya en números adquiere de pronto una notoriedad aparentemente irrefutable. Por ejemplo:
Tenemos que reforzar la seguridad en el trabajo porque el año pasado los accidentes laborales aumentaron un 21%.
Está claro que tenemos un problema social, porque 1 de cada 5 embarazos acaba en aborto.
La prueba científica es la demostración última de que una idea es verdadera. ¿Quién podría oponerse a la demostración científica de un hecho? La posición hegemónica que ha tomado la ciencia respecto las creencias y la fe en el mundo modernos convierten este tipo de argumento en el más sólido. Un ejemplo:
Tenemos que apoyar la ley anti-tabaco, porque como demuestra un experimento de la Universidad de Michigan, es la primera causa de mortalidad en los hombres.