Uno de los conceptos filosóficos más interesantes que nos dejaron los antiguos griegos es el de la ataraxia, aunque esta idea también está presente en el budismo. Otra cosa bien distinta es la ataraxia médica, provocada por una lesión cerebral. Te traemos el significado de ambos conceptos.
La ataraxia puede ser definida como un estado de ánimo, aunque más bien hablamos de la ausencia de ellos. También está estrictamente relacionada con la frustración, un incómodo sentimiento que, pese a todo, nos permite aprender de nuestros errores y evolucionar como personas.
El concepto fue propuesto por tres movimientos filosóficos: el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo, y define la disminución de la intensidad del deseo en un sujeto. Por lo tanto, puede tratarse de una disposición de ánimo, cuya finalidad es la felicidad del individuo.
Según Epicuro, existen dos clases de deseos: aquellos que son naturales y necesarios (como la comida y el sexo), y por lo tanto están relacionados con la supervivencia humana; y los placeres que no son necesarios y nos alejan de la tranquilidad espiritual, como el comer adecuadamente o vestir bien.
Para esta corriente filosófica, el camino hacia la paz y la serenidad de espíritu empieza por saber discernir entre estos dos tipos de placeres. El individuo debe alejarse de todo aquello que es vano y centrarse en los aspectos más básicos, aunque no hasta los extremos que propone Diógenes de Sinope.
Para los estoicos, el camino principal hacia la felicidad es también es la ataraxia o ausencia de trastornos que perturben el alma. Para conseguir ese objetivo, el hombre debe diferenciar entre las cosas que dependen de uno mismo y las que no. Por otro lado, también es necesario olvidar los miedos a los dioses y a la muerte, una tarea nada sencilla.
Para esta tercera corriente de pensadores, cualquier verdad es subjetiva. Los escépticos promulgan la suspensión del juicio (no creer en nada), y por lo tanto no entran en conflicto con nadie y no generan frustración. Sin embargo, este escepticismo es una de las ideas más difíciles de llevar a la práctica.
Otro concepto relacionado con la ataraxia es el nirvana budista, un estado de bienestar supremo que se basa en la ausencia total de dolor y deseo. Para alcanzar el nirvana, debemos eliminar de nuestro pensamiento cualquier deseo que provoque miedo o esperanza, lo que incluyo el deseo de vivir o morir. Para los budistas, la felicidad se consigue con virtud, caridad, humildad y resignación.
Otras religiones como el hinduismo introducen el término “ecuanimidad”, un estado de compostura psicológica que no se perturba por las experiencias o las emociones. Esta ecuanimidad está presente en los escritos sobre yoga como una de las cuatro actitudes sublimes, junto con la bondad amorosa, la compasión y la alegría.
Desde un punto de vista psiquiátrico, la ataraxia define un trastorno provocado por daños en el cerebro, ya sea por culpa de un accidente o de un ictus. Pese a que las personas con ataraxia están libres de cualquier frustración, la idea ya no resulta tan atractiva, y es que conlleva graves consecuencias para la calidad de vida de quienes la sufren.
A continuación repasamos los rasgos psicológicos más característicos de las personas que sufren ataraxia médica.
Puede que muchas personas vean esto como algo positivo, pero no lo es en absoluto. La estabilidad emocional total conlleva la ausencia experimentar emociones, tanto positivas como negativas. Por lo tanto, se muestran impasibles ante cualquier situación por extrema que sea. Esto supone un riesgo para su supervivencia, y es que necesitamos sensaciones como el peligro o la frustración.
Esta es quizás una de las características que más incapacitarán al individuo para su normal adaptación en la sociedad. La persona con ataraxia médica no tendrá una reacción lógica al ver como sus actos pueden perjudicar a los demás, lo cual se puede confundir con aversión hacia alguien.
Las personas con esta dolencia rara vez tomarán la iniciativa y se limitarán a responder a ciertos estímulos de su entorno cual autómata. En definitiva, afectará a su capacidad de comunicación y a sus vínculos afectivos.