En muchos países del mundo el vino es una de las bebidas más consumidas en la mesa y la segunda bebida alcohólica más consumida del mundo (después de la cerveza).
Esto ha hecho que el mercado del vino se expanda con fuerza hasta tal punto que países como Francia, Italia o España exportan vinos a todos los rincones del planeta. Asimismo, la oferta en los supermercados es colosal y los precios pueden oscilar desde los pocos euros o dólares, hasta varios cientos. Por tanto, vamos a dedicar este artículo a ver cómo elegir un buen vino pero sin que sea caro.
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12 consejos para elegir un vino bueno y barato
Si tu idea es hacer una cena elegante el vino no puede faltar. Tanto si es para una cita romántica como si es algo más formal como una comida familiar o con los compañeros del trabajo, acertar con el vino es uno de los elementos principales.
A continuación vamos a mostrarte los 12 trucos que debes tener en cuenta para elegir el vino idóneo con un buen ratio precio/calidad, evitando así que tu cartera se resienta.
1. El supermercado
Primero, preste atención a cómo está distribuida la sección de vinos del supermercado donde va a comprar. No se agobie.
Antes de seguir, esto es importante, porque le ayudará a ubicarse, seleccionar y comparar más rápidamente. Tal vez el supermercado organice los vinos por temporadas, cosechas, cepas, precios...
Cuando tengamos esto claro, podremos entonces tener en cuenta los siguientes factores. En cualquier caso, no dudes en preguntar al encargado.
2. La comida
Uno de los puntos más importantes. Dependiendo de con qué acompañemos el vino (a menos que nos tomemos una copa sin comer nada) deberemos elegir un vino u otro.
Se deben elegir vinos con un cuerpo igual al “peso” de la comida. Cuanto más “fuerte” es la comida, más cuerpo debe tener el vino, para que no eclipse uno al otro.
Por regla general la carne y algunos pescados grasosos se suelen acompañar de vinos tintos. La carne de ave se puede combinar con un vino tinto ligero o con uno blanco, dependiendo bastante de cómo esté cocinada y de los gustos del comensal.
Lo mismo sucede con la acidez, más acidez del alimento más acidez del vino.
Por otro lado, los postres dulces en general suelen acompañarse con vinos un poco menos dulces, y los vinos con poca concentración de alcohol están más indicados para platos con muchas especias como la comida mexicana o indú.
3. El aroma
Si tenemos la oportunidad de oler el vino, incluso sin necesidad de tastarlo, podremos saber mucho de él.
Para no complicarnos mucho, el elemento central que podremos discriminar a nivel olfativo es si el vino nos da una sensación muy fuerte de alcohol o más bien transmite tonos afrutados y suaves.
No hace falta complicarse mucho, si te gusta como huele uno más que otro, tendrás la elección ya medio hecha. Un vino que al olerlo transmite como un golpe demasiado fuerte de alcohol, difícilmente será una buena elección.
4. Cantidad de alcohol
Si la otra persona no suele tomar vino tal vez prefiera un vino con menor graduación, que a su vez le hará tener un cuerpo más ligero. En cualquier caso, se recomiendan concentraciones de alcohol de entre el 10,5% y el 12,5% si buscamos un cuerpo “medio”.
Si nos salimos de esos valores obtendremos vinos con cuerpos destacablemente ligeros (menos de 10,5%) o con cuerpos contundentes (más de 12,5%).
5. El color del vino
Sabemos que es difícil distinguir y apreciar el color del vino si está dentro de una botella, pero es normal que en los restaurantes se presente una pequeña muestra antes de servir definitivamente. No temas en rechazar un vino que no te ha gustado; pide que te saquen otro.
A simple vista podemos conocer parte de la calidad y el estado del vino por su color. Para valorar este atributo deberemos tener en cuenta la intensidad el brillo y la transparencia del líquido.
Un vino tinto con colores rojizos intensos y vivos suele ser sinónimo de buen estado; justo al contrario si encontramos tonos ladrillo o café.
En el caso de los vinos blancos deberemos descartar los tonos marrones porque denotaría oxidación. Hay siempre que elegir vinos con tonos oro.
6. Fecha de la cosecha
En la etiqueta, debes fijarte de qué año es la cosecha. Esto afecta enormemente al resultado del vino como podremos imaginar.
Se suele pensar que los vinos cuanto más viejos mejor y esto es totalmente mentira. De entrada, si tienes un vino por casa desde hace tiempo, si no se ha guardado en unas condiciones óptimas, es probable que esté picado o haya perdido bastante.
Por regla general, los vinos blancos y rosados se eligen de cosechas recientes para obtener notas más afrutadas y frescas (que es lo que mucha gente busca con estas variedades).
Para los vinos tintos, alrededor de 5 años es ya una buena cosecha, pero con 3 o 4 puede ser más que suficiente. Aquí entrarían ya otros factores y gustos personales.
7. El segundo más barato no
En el caso de ir a un restaurante se ha comprobado que mucha gente hace lo mismo: elegir el segundo vino más barato de la carta. De esta forma, no se evita quedar mal eligiendo el más barato.
El problema surge cuando los restaurantes han aprendido de las elecciones de los usuarios y han tomado cartas en el asunto. Desde que descubrieron esto, muchos restaurantes colocan un vino de igual calidad que el más barato pero por un poco más de precio que el primero más barato.
Es decir, pagarás un poco más y no será mejor, aunque tal vez quedes igualmente mejor ante la otra persona….
8. El contexto
No es lo mismo elegir un vino para una ocasión formal o informal. Del mismo modo, el lugar también será determinante ya que el vino tinto está más indicado para ambientes frios y secos; mientras que el resto (rosados, blancos y espumosos) se suelen recomendar más para lugares calurosos y húmedos.
En cuanto a la formalidad, podríamos decir que las ocasiones más formales se decantan por el vino tinto y las menos formales por el resto. De todos modos, desde aquí recomendamos tener en cuenta sobre todo la cantidad de personas que lo van a consumir. Si el número es suficientemente alto (más de 5), recomendamos comprar un par de botellas de distintos tipos, para que cada uno elija el que prefiera.
9. La fabricación
Desde que se cultiva hasta que se sirve en tu copa, el vino ha pasado por un largo proceso. Conocer los pasos y las distintas modificaciones que pueden aparecer entendiendo cómo estas afectan finalmente al sabor del vino (y otros atributos) será esencial para saber elegir un buen vino.
Si no se sabe cómo pueden ser los barriles en los que se almacena el vino, difícilmente podremos entender cómo repercute esto en el sabor.
Invierte al menos un poco de tiempo en leer sobre su producción. Facilitará enormemente el proceso de selección posteriormente en el supermercado. De lo contrario será como comprar un coche sin saber nada sobre su construcción y su maquinaria.
10. Para gustos, vinos
¿Qué esperabas? estamos hablando de una bebida y por tanto, es imposible acertar el 100% de las veces. Probar muchos vinos y saber qué tipo de vinos gustan de beber los demás comensales será imprescindible para acertar.
Debes acostumbrarte a perder el miedo de comprar un vino y probarlo. Pero no como el que bebe agua del grifo o una cocacola (siendo esta segunda bastante peor para la salud, por cierto), sino que debes prestar atención al paladar e identificar los distintos matices recordando cuáles te han gustado más.
Para esto recomendamos llevar un listado de vinos comprados junto con las sensaciones que nos han causado y los precios. Con el paso del tiempo irás adquiriendo un bagaje importante que se verá traducido en mejores compras futuras.
11. Tiendas muy baratas
Las tiendas de ultramarinos donde tienen de todo, como los supermercados chinos, no suelen tener las condiciones adecuadas para conservar bien los vinos.
A menos que vayas a comprar un vino de 2 o 3 euros, no te arriesgues a pagar más por un vino que probablemente no haya recibido el trato adecuado hasta llegar a la estantería. Probablemente fuese un vino decente si cuesta 10 o 12 euros, pero dudamos que algo tan delicado haya podido sobrevivir sin perder calidad a tal proceso.
12. El precio y la marca
Como sucede con la mayoría de las cosas, la marca no es sinónimo de calidad. Incluso podríamos decir que desde los 3 hasta los 20 o 30 euros, hay una buena relación calidad precio en todas las marcas (blancas o no). A partir de esa cantidad, ya es más marketing que otra cosa (a menos que estés en un entorno muy especializado).
Continuando con el tema de la marca, puede ser un puntazo elegir una marca conocida si quieres hacer un regalo, pero si pretendes desgustarlo y conseguir que a los demás les guste, un vino de 6 u 8 euros de una marca poco conocida es probablemente una apuesta segura que además sorprenderá, porque los demás no lo habrán probado antes, y a todos nos encanta descubrir nuevas cosas.
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