Muchos no fumadores creen que dejar de fumar es una tarea sencilla, pero no hay nada más lejos de la realidad. El síndrome de abstinencia puede ser una experiencia terrible para cualquiera, y en especial para aquellos que están acostumbrados a fumar una cajetilla o más al día.
Otros, en cambio, defienden aquello de “cuando quiera lo dejo”, pero no se dan cuenta de que solo se están engañando a ellos mismos. Cualquier momento es bueno para dejarlo, y si lo haces, disminuirás enormemente los riesgos de padecer una enfermedad cardiovascular o un cáncer.
Dejar de fumar es, sobre todo, una cuestión de fuerza de voluntad. Pero nunca están de más unos consejos para que el proceso sea mucho más llevadero y aguantes lo que haga falta sin echarte un cigarrillo a la boca. Coge papel y lápiz porque estás a un paso de tomar una de las decisiones más importantes. ¡Ánimo!
Te proporcionamos unos cuantos consejos útiles para que el proceso no se te haga cuesta arriba.
Los expertos aconsejan que sea en el plazo de dos semanas, pero lo realmente importante es que sea única y exclusivamente a partir de ese día. Fijar una fecha es un paso muy importante del proceso.
Esta es una de las cuestiones más importantes cuando intentas dejar el tabaco. El acto de fumar es, esencialmente, una cuestión de hábitos. He aquí algunos ejemplos: el cigarrillo de después de comer, el “piti” para acompañar la bebida o el cigarro antes de ir a la cama. Si no cumplen estos hábitos, los fumadores se pueden sentir realmente incómodos.
Por eso es tan importante cambiar de rutina para dejar de fumar. De esta forma dejaremos de hacer esas mismas cosas que nos incitan a fumar, y no nos referimos a dejar de comer o dormir, sino de cambiar el cigarro por una pieza de fruta o empezar una actividad que tenías olvidada.
No pierdas la fe por haberlo intentado en otras ocasiones. Eso significa que aceptas que no te estás haciendo ningún bien con el tabaco, y que tarde o temprano tendrás que aparcar este hábito insano.
Analiza qué salió mal en la anterior ocasión, identifica el problema y trata de evitarlo. Quizás un amigo te ofreció un cigarro y no pudiste resistirte o no pudiste soportar que todos tus compañeros de trabajo se fueran a echar el cigarrillo después del café. Siempre hay soluciones para todo.
Cuántas veces habré escuchado eso de “yo solo fumo los fines de semana”, “soy un fumador social” o “por un cigarro no pasa nada”. Cuando dejas de fumar lo haces por completo, ni uno más. Dejar la nicotina gradualmente es un acto valiente pero inútil, y es que no deja de ser una sustancia adictiva que prolongará tus ganas de querer echar una calada.
No nos preguntes por qué, pero sabemos lo siguiente: los familiares y amigos se pueden hacer muy pesados con el tema del tabaco, hasta el punto de provocar severas discusiones. Sin embargo, cuando intentas dejar el vicio se convertirán en tus mejores aliados. Deja que ellos te distraigan de esos pensamientos que te invitan a probar el humo.
Y cuando seas tú mismo el que te recuerdes: “como desearía echar otra calada”, recuerda que estás llevando a cabo un reto importantísimo y encomiable que demostrará tu enorme fuerza de voluntad. ¡Tú puedes!
Evita todas las tentaciones posibles. Cuando veas un paquete de tabaco o un cenicero, aléjalo de tu vista lo antes posible o acabarás mirando de reojo. Cuando alguien se encienda un cigarro delante tuyo, llévate tus pensamientos a otra parte o busca una alternativa como un chicle o un caramelo.
No esperamos que te conviertas en un atleta de la noche a la mañana. De hecho, después de haber sido fumador habitual descubrirás que tus pulmones ya no son lo que eran, pero con esfuerzo y perseverancia volverás a descubrir la agradable sensación del aire entrando de lleno en tu cuerpo.
Márcate un plan de entrenamiento, comenzando por unas cuantas sesiones de ejercicio suave. A ser posible, sal a hacer ejercicio en las horas en las que más fumabas, así estarás ocupado haciendo algo mucho más sano.
Si eres fumador de tabaco convencional, sabrás la cantidad de dinero que estás malgastando cada día (o cada dos) en algo que no te hace ningún bien. Si dejas el tabaco comprobarás que tu cuenta corriente se estaba desangrando inútilmente.
Quizás ahora te puedas permitir ese viaje con el que siempre has soñado o llegues a tener los ahorros suficientes como para cambiar tu coche viejo. ¡Gástalo en lo que quieras! Después de tanto esfuerzo qué menos que permitirte un capricho.
Por sí solo, un parche o un chicle con nicotina no harán que tus ganas de fumar desaparezcan, pero te ayudarán mucho. Gracias a todos estos consejos y a los variados productos que encontrarás en la farmacia conseguirás algo que creías imposible.
En algún punto de todo este arduo proceso, tu mente te jugará una mala pasadoa. Necesitarás un cigarro urgentemente y todos los esfuerzos por dejar de fumar se verán comprometidos. Pero que no cunda el pánico, porque para estas situaciones tenemos la eficaz maniobra de retorno, que consiste en lo siguiente:
Cuando haya pasado un buen rato, piensa que sería todo un desperdicio destrozar tu salud por calmar tus nervios unos instantes.
Si tras varios intentos infructuosos sigues sin ver la salida, recuerda que hay profesionales especializados en el tabaquismo, entre ellos tu médico de cabecera. No hace falta gastar un dineral. Nada mejor que los consejos de un experto para decir adiós a una adicción que cada año se cobra la vida de miles de personas. ¡Tu puedes!