Muchos conocimos a Carolina Durante en alguno de los innumerables festivales que hay cada verano en nuestro país; otros por Cayetano, su canción irónico-festiva acerca de los jóvenes de derechas españoles “todos mis amigos se llaman Cayetano / no votan al PP, votan a Ciudadanos”; otros, los menos, en algún concierto en Malasaña antes de firmar con Sonido Muchacho, una de las discográficas independientes con mejor ojo que, además de a Carolina Durante, tienen a las Cariño o a ANTIFAN.
Por último están los que los conocieron a través de Amaia Romero, la ganadora de OT2018, un fenómeno musical que parece dar con extrema cautela cada uno de sus pasos en la industria musical del país pero que colaboró con ellos en un single llamado Perdona (ahora sí que sí). Todos estábamos esperando el lanzamiento del primer álbum del grupo.
En este álbum homónimo encontramos dos detalles importantes antes de escucharlo. El primero es que salvo los sencillos que sacaron de promoción -Joder, no sé; Las canciones de Juanita y El Año- todas las canciones son inéditas. Carolina Durante no ofrece refritos. Algo de agradecer tal y como está el panorama musical. El segundo es que a Sonido Muchacho le ha durado poco el invento y ya se han abrazado al poliamor al compartir producción con Universal. Esperemos que siga todo como debe.
Porque la verdad es que el nuevo disco de Carolina Durante es una auténtica movida: magnífico.
Todas y cada una de las canciones que componen el trabajo son una imagen perfectamente compuesta de la generación que actualmente estamos entre los 20 y los 30.
Una generación que nos hemos hecho grandes con la sombra de la crisis encima y en un mundo a caballo entre lo digital y lo analógico, algo que nos ha provocado un estado de desazón constante, de quejas, reivindicaciones suicidas y/o estériles.
En este mundo se agradece uno de los gritos más optimistas del pop español de los últimos tiempos, quizá desde aquel “que inoportuno fue decirte me tengo que largar / pero qué bien estoy ahora” de Pereza: “No sonamos mal, sonamos mejor que ayer”. Una frase aparentemente pueril que el grupo consigue transformar en verso de un himno. Un optimismo que sirve para abrir el disco y que va perdiendo fuerza desde la tercera canción: El año, “Es extraño para mi/ en realidad no tiene sentido/ te mandaré un millón de emojis explicando como ha ocurrido”, una de las primeras menciones al infierno digital que encontramos en el álbum.
El sonido del disco es fresco, pop rock con aroma de los grupos de la movida y que sabe alejarse de la sobreproducción que acabó sepultando entre olas de sonido y letras absurdas a los grandes artistas españoles de la década de los 2000. Esto ya de por sí sería motivo suficiente para escuchar el disco entero, pero es que el fuerte de Carolina Durante son sus letras y el lenguaje que utilizan. Ni el cantante más callejero de trap español sabe reflejar mejor el vocabulario de una generación entera:
“Me acuerdo de las noches en Bilbao y de como me sentaron / La verdad es que estuvo bien, la verdad es que eres lo mejor que me ha pasado en estos años” cantan en KLK (queloqué, como forma de saludo) o en Joder, No sé: “No tengo 30 años y ya estoy casi roto / apenas siento algo / tal vez me sienta solo / estoy en plena forma, pero ya estoy cansado / tumbado aquí contigo me quedaría un par de años”. Suenan a charla de terraceo en verano entre dos amigos que llevan un año sin verse porque ha tenido que irse a trabajar a otra ciudad, suena a conversación de WhatsApp a las 3 de la mañana de un jueves con cinco copas de más y teniendo que madrugar a la mañana siguiente, a mensaje de despedida al terminar las vacaciones de verano. Y puede parecer mentira, pero es realmente difícil conseguir eso. Intentadlo en vuestras casas.
Amor en la generación millenial
Y así se llega a la recta final del disco (no escuchéis discos en aleatorio, por favor, es como mirar un cuadro al revés) donde nos encontramos Nuevas Formas De Hacer El Ridículo.
Esta canción merecería un análisis aparte como la canción definitiva de las relaciones de amor en la generación millenial, Z o como sea que nos quieran llamar. La canción es una tragicomedia supercontemporámea que cuenta la imposibilidad de volver atrás a las relaciones personales convencionales una vez inmersos en el mundo de internet: “fiesta de disfraces en las pantallas, os conocisteis por internet/ pero os cruzasteis el otro día y no supisteis que hacer” y el grito final de júbilo y amargura de “me masturbé con tu foto de la semana pasada”. Mucho que rascar en la aparente simplicidad que tiene la letra que firman estos cuatro chicos de Madrid.
En Falta Sentimiento, además de dejarnos helados con “dinero hace sentimiento” a pocos segundos de empezar se refleja ese momento de crisis personal y existencial que comentaba Diego, el cantante (en una magnífica entrevista con Lorena G. Maldonado en El Español) que sentía antes de montar el grupo.
Y es que ante tanta cantidad de música que sale día a día a nivel nacional e internacional que refleja la parte positiva de esta sociedad incierta en la que vivimos, asaltada por el sentimiento de posesión que nos han inculcado una niñez y una adolescencia deseando juguetes y obteniéndolos, Carolina Durante cierra su álbum debut con una canción que se llama El Perro de tu Señorío “trátame como un objeto, es lo que soy/ y llévame contigo a todas partes/ prometo no causar mala impresión a los muebles de tus padres/ y si peso mucho puedo adelgazar/ lo necesario para entrar en tu bolsillo/ si quieres también puedo devorar la casa en que no vivimos / quiero que me mires / como miras los desastres/ que se repiten por la tele / que finges que te importan”
Quién quiera entender que entienda.