Hay plantas cuyas propiedades curativas y alucinógenas son conocidas por los nativos desde hace miles de años. Una de ellas es el Peyote, una especie endémica de México que hoy en día podemos encontrar por todo el mundo, aunque su consumo está limitado por la regulación de cada país.
El peyote es un cactus de forma casi circular que crece en la zona norte de México y en el sur de Estados Unidos. Su nombre científico es Lophophora williamsii y su ingesta provoca efectos alucinógenos producidos por la mescalina, un alcaloide muy potente que también tiene posibles aplicaciones médicas, aunque en dosis mucho más reducidas.
Este cactus mide unos 5 centímetros de alto y crece bajo los matorrales del desierto para no ser parte del menú de algunos depredadores. El cuerpo está dividido de 5 a 13 gajos o "botones", de color verde al azulado pasando por el gris. Las areolas no tienen espinas y están cubiertas de una pelusa blanca. Las flores son de un rosa pálido y florecen entre marzo y mayo.
Aunque su consumo no genera adicción y no produce ningún efecto adverso para la salud, las alucinaciones son tan potentes y duraderas (los efectos pueden durar 12 horas) que pueden llegar a comprometer la integridad física y mental del individuo.
Antes de que llegaran los colonos europeos, los nativos norteamericanos ya utilizaban el peyote para llevar a cabo sus rituales, una tradición que pronto se extendió por Estados Unidos. En la actualidad, los miembros de la Native American Church lo llaman “La medicina”, y es que lo utilizan para combatir afecciones sociales como el alcoholismo.
Etimológicamente, la palabra “peyote” puede tener un origen azteca y significar algo parecido a “disturbio” o “estimulación”. Sin embargo, otros expertos consideran que procede de la palabra náhuatl “peyotl”, que quiere decir “sedoso” o “capullo”.
La mescalina, uno de los alcaloides activos que contiene el peyote, es un potente alucinógeno cuyo efecto puede durar horas. Quienes lo consumen ingieren uno o varios de los bultos superiores de la planta o “botones”. Sus efectos han sido descritos ampliamente dando como resultado el siguiente proceso.
Media hora después de la ingesta, empieza la alteración de la percepción, seguida de una extraña sensación de intoxicación. En la visión se cruzan “formas y puntos” de colores muy vívidos. Esto se debe a que la mescalina empieza a hacer efecto en el sistema nervioso central.
También se pueden producir efectos físicos, como dificultad para respirar, náuseas o tensión en los músculos del cuello y la cara. Estos desagradables efectos tienden a desaparecer pasada la primera hora.
Pasada una hora de la ingesta, el individuo experimenta una alteración de conciencia que puede ser diferente en cada sesión. Los efectos van desde la relajación total a un estado de paranoia que puede resultar peligroso. Los efectos alucinógenos se intensifican en las siguientes horas.
Los objetos pueden parecer más grandes o pequeños, aparecen figuras y auras de colores vívidos y los individuos pueden contemplar objetos o entes inexistentes. Dicho estado puede durar de 6 a 12 horas.
Posteriormente, los efectos se van suavizando hasta que el individuo vuelve al estado inicial. En algunos rituales de tribus nativas estadounidenses (los navajos son un ejemplo), los participantes se dejan llevar por las alteraciones de la primera fase y aprovechan el “bajón” para la meditación y la relajación. Según ellos, eso facilita la “paz interior”.
Un exceso de mescalina puede producir arritmias peligrosas y, en última instancia, una parada cardíaca. Dicho hecho se debe considerar una urgencia médica y se puede contrarrestar con 20 miligramos de Diazepan o un medicamento relajante similar, aunque lo mejor es buscar la ayuda de un profesional médico. No hay un número exacto de "botones" a partir de los cuales aumente el riesgo de sobredosis.
Su consumo está regulado según la legislación de cada país. Como en la mayoría de casos, hay leyes más estrictas con este tipo de sustancias y otras más permisivas.
En Estados Unidos y México, los países dónde se puede encontrar más peyote, su consumo está permitido por las tribus indígenas. Sin embargo, la Ley Estatal para el Desarrollo de las Comunidades y Pueblos indígenas, el peyote es una “planta sagrada” y no se puede transportar o cultivar. Por otro lado, su tenencia está permitida siempre que sea para consumo propio en el ámbito doméstico o para fines ornamentales.
Lo mismo sucede en España. Puedes tener peyote siempre y cuando sea para consumo propio (en cantidades pequeñas) o lo tengas para fines decorativos. Su venta está estrictamente prohibida a causa del alto grado de toxicidad, aunque está permitida la venta de semillas. No son pocas las asociaciones en España que realizan rituales con peyote, aunque en la mayoría de casos sin la supervisión de un profesional.