En pastillas o en polvo, en cristal o líquido, las anfetaminas son una de las drogas más populares dentro del grupo de los estimulantes. Las anfetaminas, cuya variante más conocida es la metanfetamina, provocan sobre todo un aumento de energía y sensación de euforia.
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2. Composición y efectos de las anfetaminas.
Las anfetaminas son una droga de origen legal creada para ser utilizada con utilidades terapéuticas (por ejemplo, para bajar de peso, para la hipertensión o para la narcolepsia) pero que dejó de tener un uso médico por su alto riesgo de adicción. Las anfetaminas, de hecho, son más conocidas como una de las drogas lúdicas más populares.
En 1887 el químico rumano Lazar Edeleanu sintetizó un derivado de la efedrina que dio lugar a la anfetamina, cuyo descubrimiento se centró en sus efectos simpaticomiméticos (mimetización de la hormona de la adrenalina) con propiedades broncodilatadores.
Aunque no fue hasta 1933 que se revelaron sus efectos sobre el sistema nervioso central, ya en los años veinte era utilizada por los soldados para combatir la fatiga y fomentar la estimulación, y en 1927 empezó a ser comercializado con el inhalador Benezedrina para elevar la presión sanguínea, contraer los vasos y dilatar los bronquios.
A partir de 1946 la anfetamina y sus derivados empezaron a ser utilizados de forma sistemática para varios tipos de desórdenes como la narcolepsia, la depresión, la hiperactividad e incluso la rehabilitación del alcoholismo y otras drogas.
El abuso del fármaco no tardó en desencadenar casos de adicción que llevaron a la comunidad científica a descartar su uso terapéutico y a clasificarla como psicotrópico. Desde entonces, esta sustancia se encuentra en un limbo legal, pues aun siendo considerada como una droga es accesible en muchos países.
El principio activo de las anfetaminas es la efedrina, una molécula muy utilizada por ejemplo en la medicina tradicional china que actúa sobre el sistema nervioso simpático. Su composición molecular se reveló como una herramienta eficaz para la superación de la barrera hematoencefálica que favorecía la alteración del sistema nervioso central.
Tras su descubrimiento se procedió a manipular químicamente la anfetamina hasta otorgarle una gran toxicidad, y su uso pronto se escapó de los circuitos médicos. Con el boom de las drogas sintéticas, las metanfetaminas, se convirtieron en una de las drogas más populares por sus efectos.
A diferencia de algunas moléculas simapticomiméticas como la adrenalina, la anfetamina es efectiva cuando se consuma por vía oral. Tomada en forma de pastillas, cristal o bien esnifada, la anfetamina se extiende rápidamente por la sangre y penetra con facilidad la llamada barrera hematoencefálica, que separa la sangre del sistema nervioso central.
La reacción inmediata consiste en la aceleración de la acción sináptica de la actividad neuronal que se traduce en sensación de bienestar y euforia. Esto se produce por la liberación de sustancias que se mimetizan con la adrenalina, que estimula de forma distorsionada las emociones y potencia los efectos del alcohol.
Uno de los efectos inmediatos de la droga al penetrar en el sistema nervioso central es la reducción del apetito y la eliminación del cansancio. En su uso farmacológico primigenio era muy efectiva para bajar de peso y estimular el organismo, pero con la introducción de las drogas sintéticas se descubrieron usos mucho más perversos.
Además de producir estados emocionales alterados, euforia y felicidad, la anfetamina produce el llamado “subidón” de energía que permite al consumidor aguantar más horas de fiesta y mantener durante más tiempo el estado de excitación. En este caso, la disminución del cansancio va acompañada del aumento de la actividad psicomotora.
Además, el cuerpo experimenta una serie de sensaciones imposibles de percibir en estado de relajación, entre las que se encuentra una especial sociabilidad, profusión en el hablar, aumento de la actividad cerebral y potenciación de las sensaciones corporales, como el tacto. Entre esos efectos se encuentra, además, una mayor excitación sexual.
Por eso es una de las drogas más populares y cotizadas en los ambientes festivos, porque además de producir sensación de bienestar, euforia y energía, las anfetaminas despiertan la sociabilidad y facilitan las relaciones sociales del consumidor.
Además de todo eso, las anfetaminas provocan en general una distorsión de las sensaciones que, de forma práctica, se traduce en aumento de la sensación de autocontrol y potenciación de la autoconfianza. El consumidor se siente más seguro de sí mismo y eso redunda en una sensación de bienestar y ganas de socializarse.
Sin embargo, es una sensación puramente psicológica, de forma que se produce una clara distorsión entre los hechos reales y las sensaciones del consumidor. En realidad, el uso de las anfetaminas como droga lleva a la pérdida total del control, derivado de esa distorisón sensorial y mental.
Las dos consecuencias a medio y largo plazo del consumo de anfetaminas es el llamado bajón y el desarrollo de dependencia.
Como sucede con otras drogas estimulantes como la cocaína, las anfetaminas aceleran la liberación de serotonina (la sustancia de la felicidad) que es lo que potencia la sensación de euforia. Sin embargo, se trata de una estimulación artificial que, al desaparecer los efectos de la droga, produce el efecto contrario: la inhibición de la serotonina.
Después de algunas horas de la ingesta de anfetaminas se van manifestando efectos adversos como la aparición repentina de apetito, cansancio extremo y abatimiento psicológico. Aunque las anfetaminas son menos adictivas que la cocaína, el consumo prolongado de anfetaminas produce adicción, ansiedad, problemas de sueño y depresión.
En su consumo inmediato, además, las anfetaminas puede producir alteraciones en el habla, problemas cardiorespiratorios, alucinaciones, alteraciones motoras y ataques de pánico.
Newman, T (2017). Uses and risks of amphetamine. Medical News Today.