El surrealismo fue un movimiento artístico revolucionario y transformador. Impregnó diversas artes como la pintura y la escultura, pero en su origen fue un movimiento literario. Para hacernos una idea de cómo esta corriente abrió nuevos horizontes en la literatura, hemos hecho una selección de poemas breves del surrealismo de los autores más importantes. Bienvenidos al mundo de lo onírico.
¿Qué es el surrealismo?
El término surrealismo fue acuñado en 1917 por el escritor francés Guillaume Apollinaire, quien definió dos obras teatrales (una de ellas suya) como “una especie de sur-realismo”, es decir, por encima de lo real. No obstante, estas obras no podrían catalogarse como surrealismo en el sentido en el que lo conocemos hoy día. Fue más tarde, en 1924, cuando el escritor André Breton y Philippe Soupault recogieron el término para definir a un nuevo movimiento que surgía en Francia tras el fin de la Primera Guerra Mundial.
En los Manifiestos del surrealismo, Breton cargaba duramente contra el realismo, movimiento cultural al que consideraba “hostil a toda expansión intelectual y moral”. Por el contrario, apostaba por el desarrollo del surrealismo y ofrecía la siguiente definición.
“Surrealismo.n.m. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.”
En cualquier caso, esta nueva forma de ir más allá de la realidad a través del arte se expandió rápidamente por toda Europa. Estos artistas buscaban plasmar lo imaginario, lo onírico y lo irracional, inspirados en parte por la teoría del psicoanálisis de Sigmund Freud. El surrealismo profundiza en la mente humana y sus impulsos, así que con frecuencia no responde a una lógica u orden.
No siempre es fácil de entender, pero trataremos de hacernos una idea a través de los autores del surrealismo.
¿Quiénes son los grandes poetas del surrealismo?
Podemos afirmar que el surrealismo fue un movimiento, al menos en la cultura hispánica, marcado por la trayectoria artística de los pintores Salvador Dalí y Joan Miró. No obstante, la literatura también fue transformada, sobre todo gracias a la obra de maestros de la pluma como Julio Cortázar, Octavio Paz o Braulio Arenas. Afortunadamente, también tuvo su influencia en genios como Lorca.
En cualquier caso, los grandes exponentes del surrealismo los debemos buscar en la literatura francesa. Destacan los poemas de André Breton, Philippe Soupault o Louis Aragon.
¿Cómo son los poemas surrealistas?
Para los artistas del surrealismo, la poesía no es la máxima expresión de belleza, y mucho menos un medio para retratar la realidad, sino un lenguaje para expresar lo inexpresable, para dibujar un paisaje de aquello que está en nuestra mente pero no logramos comprender. Para comprender mejor esta idea, repasamos algunas características del surrealismo:
Va más allá de la lógica y considera que la verdad está en lo irracional.
Interpreta los sueños, las visiones y los mitos fantásticos.
Utiliza diversas técnicas como el automatismo (escritura sin el control de la razón).
Aborrece los protocolos y estándares de la sociedad porque privan al ser de libertad.
Da rienda suelta a la expresión de los impulsos más irracionales. Por eso, temas como el sexo son tratados sin tapujos.
15 poemas del surrealismo cortos
Ahora que ya tenemos una imagen clara y definida de qué es el surrealismo, os dejamos con una selección de poemas surrealistas, pequeñas piezas literarias que valen su peso en oro.
1. No ha lugar (André Breton)
Arte de los días arte de las noches
La balanza de las heridas que se llama Perdona
Balanza roja y sensible al peso de un vuelo de pájaro
Cuando las amazonas de cuello de nieve con las manos vacías
Empujan sus carros de vapor sobre los prados
Veo esa balanza sin cesar enloquecida
Veo el ibis de bellos modales
Que regresa del estanque atado en mi corazón
Las ruedas del sueño encantan a los espléndidos carriles
Que se elevan altísimos sobre las conchas de sus vestidos
Y el asombro salta de aquí para allá sobre el mar
Ve mi querida aurora no olvides nada de mi vida
Toma estas rosas que trepan en el pozo de los espejos
Toma los latidos de todas las pestañas
Toma hasta los hilos que sostienen los pasos de las marionetas
y de las gotas de agua
Arte de los días arte de las noches
Estoy en la ventana muy lejos de una ciudad llena de terror
Fuera unos hombres con sombrero de copa se persiguen a
intervalos regulares
Semejantes a las lluvias que amaba
Cuando hacía tan buen tiempo
«La ira de Dios» es el nombre de un cabaret al que entré ayer
Está escrito sobre la portada blanca con letras más pálidas
Pero las mujeres-marineros que se deslizan detrás de los cristales
Son demasiado hermosas para tener miedo
Aquí nunca el cuerpo siempre el asesinato sin pruebas
Nunca el cielo siempre el silencio
Nunca La libertad sino por la libertad
2. El marqués de Sade (André Breton)
El marqués de Sade ha vuelto a entrar en el volcán en erupción
De dónde había salido
Con sus hermosas manos todavía ornadas de flecos
Sus ojos de doncella
Y ese permanente razonamiento de sálvese quien pueda
Tan exclusivamente suyo
Pero desde el salón fosforescente iluminado por lámparas de entrañas
Nunca ha cesado de lanzar las órdenes misteriosas
Que abren una brecha en la noche moral
Por esa brecha veo
Las grandes sombras crujientes la vieja corteza gastada
Que se desvanecen
Para permitirme amarte
Como el primer hombre amó a la primera mujer
Con toda libertad
Esa libertad
Por la cual el fuego mismo ha llegado a ser hombre
Por la cual el marqués de Sade desafió a los siglos con sus grandes árboles abstractos
Y acróbatas trágicos
Aferrados al hilo de la Virgen del deseo
3. Silueta de paja (André Breton)
A Max Ernst
Dadme unas joyas de ahogadas
Dos nidos
Una cola de caballo y una testa de maniquí
Perdonadme luego
No tengo tiempo para respirar
Soy un sortilegio
La construcción solar me ha retenido hasta aquí
Ahora ya no tengo más que dejarme matar
Pedid la tabla
De prisa el puño cerrado encima de mi cabeza que comienza a sonar
Un vaso donde se entreabre un ojo amarillo
El sentimiento también se abre
Mas las princesas se aferran al aire puro
Tengo necesidad de orgullo
Y de algunas gotas insípidas
Para recalentar la marmita de enmohecidas flores
Al pie de la escalera
Pensamiento divino en el cuadrado constelado de cielo azul
La expresión de las bañistas es la muerte del lobo
Tomadme por amiga
La amiga de los fuegos y de los hurones
Os mira profundamente
Alisad vuestras penas
Mi remo de palisandro hace cantar vuestros cabellos
Un sonido palpable sirve la playa
Negra por el furor de las sepias
Y roja por el letrero
4. Todo el paraíso no está perdido (André Breton)
Los gallos de roca pasan dentro del cristal
Defienden el rocío a golpes de cresta
Entonces la divisa encantadora del relámpago
Desciende sobre la bandera de las ruinas
La arena no es más que un reloj fosforescente
Que da la medianoche
Por los brazos de una mujer olvidada
Sin refugio girando por el campo
Erguida en las aproximaciones y en los retrocesos celestes
Es aquí
Las sienes azules y duras de la quinta se bañan en la noche
que calca mis imágenes
Cabelleras cabelleras
El mal adquiere fuerzas muy cerca
Solamente se valdrá de nosotros
5. Tus ojos (Octavio Paz)
Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.
6. El pájaro (Octavio Paz)
Un silencio de aire, luz y cielo.
En el silencio transparente
el día reposaba:
la transparencia del espacio
era la transparencia del silencio.
La inmóvil luz del cielo sosegaba
el crecimiento de las yerbas.
Los bichos de la tierra, entre las piedras,
bajo la luz idéntica, eran piedras.
El tiempo en el minuto se saciaba.
En la quietud absorta
se consumaba el mediodía.
Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron...
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.
7. Ceremonia recurrente (Julio Cortázar)
El animal totémico con sus uñas de luz,
los objetos que junta la oscuridad debajo de la cama,
el ritmo misterioso de tu respiración, la sombra
que tu sudor dibuja en el olfato, el día ya inminentemente.
Entonces me enderezo, todavía batido por las aguas del sueño,
Vuelvo de un continente a medias ciego
donde también estabas tú pero eras otra,
y cuando te consulto con la boca y los dedos, recorro el horizonte de tus flancos
(dulcemente te enojas, quieres seguir durmiendo, me dices bruto y tonto,
te debates riendo, no te dejas tomar pero ya es tarde, un fuego
de piel y de azabache, las figuras del sueño)
el animal totémico a los pies de la hoguera
con sus uñas de luz y sus alas de almizcle.
Y después despertamos y es domingo y febrero.
8. Campo de batalla (Rafael Alberti)
Nace en las ingles un calor callado,
como un rumor de espuma silencioso.
Su dura mimbre el tulipán precioso
dobla sin agua, vivo y agotado.
Crece en la sangre un desasosegado,
urgente pensamiento belicoso.
La exhausta flor perdida en su reposo
rompe su sueño en la raíz mojado.
Salta la tierra y de su entraña pierde
savia, veneno y alameda verde.
Palpita, cruje, azota, empuja, estalla.
La vida hiende vida en plena vida.
Y aunque la muerte gane la partida,
todo es un campo alegre de batalla.
9. Cenizas (Alejandra Pizarnik)
La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.
Pronto nos iremos
Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.
¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te…
La noche sufre.
10. Tengo que decir algo me digo (Federico García Lorca)
Palabras que se disuelven en la boca
Alas que de repente son percheros
Donde el grito cae crece una mano
Alguien mata nuestro nombre según libro
¿Quién le arrancó los ojos a la estatua?
¿Quién colocó esta lengua alrededor del
Llanto?
Tengo algo que decir me digo
Y me hincho de pájaros por fuera
Labios que caen como espejos Aquí
Allá dentro las distancias se reúnen
Este norte o este sur son un ojo
Vivo alrededor de mí mismo
Estoy aquí allá entre peldaños de carne
A la intemperie
Con algo que decir me digo
11. A la misteriosa (Robert Desnos)
Tanto he soñado contigo que pierdes tu realidad.
¿Habrá tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo
y besar sobre esa boca
el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto he soñado contigo,
que mis brazos habituados a cruzarse
sobre mi pecho, abrazan tu sombra,
y tal vez ya no sepan adaptarse
al contorno de tu cuerpo.
Tanto he soñado contigo,
que seguramente ya no podré despertar.
Duermo de pie,
con mi pobre cuerpo ofrecido
a todas las apariencias
de la vida y del amor, y tú, eres la única
que cuenta ahora para mí.
Más difícil me resultará tocar tu frente
y tus labios, que los primeros labios
y la primera frente que encuentre.
Y frente a la existencia real
de aquello que me obsesiona
desde hace días y años
seguramente me transformaré en sombra.
Tanto he soñado contigo,
tanto he hablado y caminado, que me tendí al lado
de tu sombra y de tu fantasma,
y por lo tanto
12. Crepúsculo (Philippe Soupault)
Un elefante en su bañera
y tres niños que duermen
singular singular historia
historia de sol poniente
13. Georgia (Philippe Soupault)
No duermo Georgia
Lanzo flechas en la noche Georgia
espero Georgia
pienso Georgia
el fuego es como la nieve Georgia
la noche es mi vecina Georgia
oigo todos los ruidos sin excepción Georgia
veo el humo que sube y huye Georgia
camino a paso de lobo en la sombra Georgia
corro aquí está la calle aquí están los barrios Georgia
Aquí está una ciudad siempre igual
y que yo no conozco Georgia
Me apresuro aquí está el viento Georgia
y el frío y el silencio y el miedo Georgia
me escapo Georgia
corro Georgia
las nubes están bajas están por caerse Georgia
extiendo el brazo Georgia
no cierro los ojos Georgia
llamo Georgia
grito Georgia
llamo Georgia
yo te llamo Georgia
quizá vengas Georgia
pronto Georgia
Georgia Georgia Georgia
Georgia
no puedo dormir Georgia
espero Georgia
14. Carlitos místico (Louis Aragon)
El ascensor descendía siempre hasta perder aliento
Y la escalera subía siempre
Esta dama no entiende lo que se habla
Es postiza
Yo que ya soñaba con hablarle de amor
Oh el dependiente
Tan cómico con su bigote y sus cejas
Artificiales
Dio un grito cuando yo tiré de ellos
Qué raro
Qué veo Esa noble extranjera
Señor yo no soy una mujer liviana
Uh la fea
Por suerte nosotros
Tenemos valijas de piel de cerdo
A toda prueba
Ésta
Veinte dólares
Y contiene mil
Siempre el mismo sistema
Ni medida
Ni lógica
Mal tema
15. Ce (Louis Aragon)
Todo empezará en el CE,
el puente que yo crucé.
Habla un romance perdido
del buen caballero herido;
de una rosa en la calzada
y una túnica soltada;
de un castillo misterioso
y albos cisnes en el foso,
y una pradera en que danza
la novia sin esperanza.
Como una noche de hielo,
el lay de glorias en duelo.
Se van con mis pensamientos
por el Loire los armamentos;
y los convoyes volcados
y llantos mal enjuagados.
¡Oh Francia, mi bien-amada!
¡Oh mi dulce abandonada!
qué sola yo te dejé
cruzando el puente de CE.
Referencias bibliográficas
Breton, A., & Bosch, A. (1969). Manifiestos del surrealismo. Madrid: Guadarrama.
Bradley, F. (1999). Surrealismo: Movimientos en el Arte Moderno (Serie Tate Gallery) (Vol. 4). Encuentro.